31 julio 2008

Mami y Bubu


Sintiendo una humedad familiar y viscosa que asoma por su propia flor Mami se acerca despacio a Bubu y soba con pasión el enorme bulto que le brota en la entrepierna Mami roza la oreja de Bubu en susurros ay Bubu que bonita tu polla ay Bubu déjame que te consienta papito lindo ven deja mi rey que saboree tu piel tersa y tu cosota que me deleite con estas lagrimas de deseo que se escapan de tu virilidad que adore con mi boca tus pelotas graciosas que recorra con mi boca la forma de tu polla divina ven Bubu ven a mi boca déjame sentir en la lengua cada pálpito de tu corazón sí mamita claro que sí ven y Bubu se ofrece complacido al requerimiento y desabotona su ropa a las manos y la boca ansiosa de Mami mientras juguetea con los pezones desmelenados que ella le brinda para hacerla retorcerse en pequeños espasmos como eléctricos con los pellizcos delicados pero firmes que Bubu le propina en los pitones Mami comienza un lento lamer arriba y abajo por el tallo de la impresionante dureza de Bubu que suelta un breve gemido al primer contacto con la humedad de la boca de Mami ay mamita cómo me gustan tus labios de puta deliciosa a Mami le enorgullece saberse dueña de Bubu y la destilación de su vientre se acelera con las duras palabras de amor y la sensación de posesión no se detiene en su recorrido por toda la verga ensalivada se concentra en disfrutar de cada pequeña reacción de la sangre de la piel de cada pliegue y de cada recoveco fascinada por la sensación oral de la henchida bellota para después pasar a los huevos apretados y vuelta a empezar Bubu la goza pero siente llegar el cielo así hasta el fondo Mami fóllame con toda tu boca y tu garganta y tus manos Bubu le aprieta los pezones un poco más en una señal de deseo intempestivo y se recrea con la visión del cuerpo tostado de Mami de las sombras que aparecen en sus curvas le mesa el pelo ensortijado y le clava con dulzura los dedos en la nuca ay Mami cómo me tiras nadie lo hace como tú Mami eres divina y voy a dártelo todo sí Bubu dame todo quiero beberte aspirarte riégame papito susurra Mami mientras no cesa de bombear con la mano experta y acaricia la punta del cipote de Bubu que parece a punto de explotar entre sacudidas y tensiones dame tu lechita rica papito aquí está mi boca para ti y Mami sigue chupando como poseída y ansiosa acelera el ritmo acaricia el ojete de Bubu le agarra con fuerza el culo redondo de acero y hiende sus uñas interminables en el enseguida nota en la base de sus encogidos huevos la emisión de la descarga inminente y un derrame espeso y dulzón le estalla en la boca y se esparce por toda su piel con frenesí Bubu se contorsiona desea escapar que se desvanezca ese ardor insoportable de placer pero Mami no da tregua y sigue chupando sin cesar y lamiendo la punta de la verga de Bubu recorriendo con la lengua el reborde del capullo vencido que comienza a disminuir de volumen entre los estertores y los gruñidos de Bubu desmadejado y entregado a Mami que sin piedad devora con amor su presa engulléndola ahora entera blanda y vencida y recogiendo sus pelotas para mantener el sexo de Bubu caliente hasta el final me encantó Mamita gracias de nada Bubito lindo ven que te abrazo y Mami se tiende sobre él lo abraza y se echa a dormir feliz sobre el vientre inerte de Bubu que la arropa con las piernas y acaricia su cabello mientras escuchan la música y Bubu le acaricia sin prisa los labios henchidos de satisfacción.

En cayo Carenero, el día de san Ignacio de Loyola (presbítero), por la noche.

Mus

30 julio 2008

Los recordatorios del perro

Un chucho callejero local de marca Nisu me guió hoy el camino hacia el conocimiento y la memoria. ¡Aleluya!

El muy cabrón me mordió esta mañana sin que mediara palabra, rebuzno ni ladrido por parte de nadie. Ni siquiera me mordió con ganas; pasaba por mi lado y se limitó a soltar una dentellada y a salir corriendo, sin más. Yo creo que debía de tratarse de un perro sociópata, el equivalente canino a aquel cojo bípedo que se dedicaba a romper cristaleras en las manifas de hace algunos años y que salió en todos los noticiosos por tan gratuita actividad.

Es mi primer mordisco pero mi segundo encuentro con perros locales. El anterior sucedió hace como una semana. Iba yo tan campante con una pierna de pollo frito (lo preparan tras marinarlo en un aderezo criollo muy rico) que me había comprado en un carrito callejero. Iba comiéndomela y claro, cuando no tenía el pedazo en la boca para darle bocaditos pues lo llevaba en la mano, baja, como se hace normalmente al caminar. En esto llegó un chucho callejero y me quiso arrebatar el pollo. Lo mordió un poco y salió corriendo, pero no quise que con eso consiguiera su propósito y me lo terminé (al pollo, no al cánido) así tal cual, con babas de perro y todo. ¡Nos ha jodío mayo!

Mi único propósito de hoy era acercarme a Bocas a hacer compritas para un ceviche (o sebiche, seviche o cebiche) de pulpo, pero con el episodio de la mordida tuve que alargar la visita para arrimarme al hospital a ver si el galeno tenía alguna idea terapéutica especial acerca de mi muslo magullado. Su indicación no fue demasiado inesperada y enseguida le dijo a la enfermera, una negraza descomunal y simpática, que me lavara la lesioncita con un antiséptico y me aplicara un poco de ungüento antibiótico. También me recetó un antibiótico.

Precio de la consulta: un dólar. Precio del ungüento y la clindamicina para siete días: cinco dólares y fracción. La clindamicina me la despacharon según la receta, en sus blísteres pero por unidades; o sea, que no viene en una caja como en España sino en unidades, un poco (pero no del todo) a la usanza gringa.

Por cierto, que aún no me la tomé. No sean malitos, aguárdenme que voy a tomarme la primera cápsula.



Ya; gracias, disculpen.

El hospital de Bocas es un lugar razonable, al menos lo poco que vi. Tiene un aire de dispensario anticuadillo, pero se ven elementos de orden y organización interesantes y algunos aspectos de promoción de la salud que no lo son menos. Por ejemplo, tienen unos hermosos paneles sobre el uso racional de los antibióticos y también recuerdo uno sobre el uso de anticonceptivos. La información de estos paneles es clara, aunque me pregunto si está expresada con palabras sencillas. En ese aspecto creo que es un poco mejorable, pero, ¡eh!, que yo recién llegué y no tengo mayores elementos de juicio para valorar el vocabulario local, así que ellos seguro que tienen más razón. Me llamó una vez más la atención la pulcritud de todo lo escrito. ¡Hasta le ponen casi siempre las tildes a las mayúsculas!

Cuando se comparan las distintas variantes del español se suele hacer más hincapié en lo que nos separa que en lo que nos une. Leyendo esos paneles, que estaban redactados en un español culto, me asombraba lo inmensamente próximo que era el lenguaje al de España. Quizá yo ya esté un poco entre dos aguas en este tema, pero creo que ni un solo español tendría el más mínimo problema para entender lo que allí se decía. En suma, el chucho me empujó hoy a constatar lo que se puede comprobar también al abrir cualquier diario latinoamericano o hablar (si no median jergas) con cualquier persona que hable español: que nos entendemos sin fisuras.

O casi. Si el perro me mordió supongo que sería por hambre. A qué negarlo, mis muslos son deliciosos, o al menos en eso insistían tercas mis abuelas y defienden mis amantes. Esto del hambre me llevó a recordar el concepto de comida y, ay, ahí se pincha en hueso. Como de comidas se trata, se debe decir sin empacho: con las comidas no hay quien se aclare. Veamos.

El desayuno. Aquí creo que todo el mundo está de acuerdo: el desayuno es la primera comida del día y todo el mundo lo llama desayuno. Varía el estilo (más abundante o menos), pero nada más. ¡Olé!

La comida. Aquí empezamos con problemas: Los únicos que al parecer llamamos comida a la comida del mediodía somos los españoles y los mexicanos. El resto del personal la llama principalmente almuerzo. En España, almuerzo ya empieza a dar problemas, porque se usa como variante de comida pero también se usa (al igual que en México, según entiendo) para referirse a una colación liviana que se hace justo al mediodía. En mi pueblo manchego, los albañiles se comen su almuerzo a eso de las 11 o 12, cuando ya llevan cerca de tres horas trabajando y aún les quedan un par para la hora de la comida. Silencio en los tendidos.

La cena. Aquí ya es la repanocha. Resulta que una muy importante cantidad de latinoamericanos le llaman comida a lo que nosotros llamamos cena. Si te invitan a comer, es que te invitan a cenar, así que no te presentes a mediodía que harás el primo. Le pregunté a unos ecuatorianos y allá la cosa se complica, porque al parecer a la comida/cena le dicen merienda, lo que para los españoles es una colación a media tarde, entre la comida y la cena, es decir, el almuerzo y la comida. Ya me he hecho un poco de lío. Ayer aproveché que tenía unos chilenos al lado en un restaurante para preguntarles, y me dijeron que allá también es comida pero que cena se entiende perfectamente (queda un poco más "subidito" pero se entiende sin problemas). Pitos.

En fin, es evidente que también tenemos nuestras cosillas léxicas entre unas variantes y otras (incluso en un mismo país) y que hace falta, como entre cualesquiera dos personas que conversan, cierta flexibilidad y paciencia para hacerse entender.

Y todo este rollo por un pinche chucho hijoeputa a quien ni siquiera puedo desearle mala salud porque, como la tenga, yo también corro peligro de enfermar de lo mismo. Ni modo.

En cayo Carenero, el día de san Pedro Crisólogo (obispo y doctor de la Iglesia), por la tarde.

Mus

28 julio 2008

La maldición del escribiente


De entre las cosas que tiene el escribir, tanto si es por placer como por dinero, hay una que me causa una irritación particular: leer al cabo del tiempo lo que se escribió y ver la de sandeces que uno puso, lo mal que se explicó, las erratas que se dejó, los signos de puntuación tan inexplicables que plantó y la poca claridad con la que representó el espíritu de lo tratado, lo que uno quería expresar en aquellos momentos... si es que consigue identificar lo que quería expresar siquiera. El papel inmisericorde nos estampa la falibilidad en el rostro. No hay apelación posible, no hay a quién endilgarle la culpa: aquello lo escribimos nosotros aunque ahora nos cueste reconocerlo. Si al menos pudiera decirse que aquello se escribió en tiempos de mozo o hace diez años... ¡o incluso dos años! Pero no, esta maldición ya lo persigue a uno a las pocas horas.

—Pues no lo leas, pendejo, que vaya gana de mortificarte tienes.
—Ojalá no tuviera que leerlo, Pepito, ojalá.
—Oye, ¿y no te sucede lo contrario, es decir que te regodeas con lo que escribiste?
—Pues a veces sí, Pepito, pero pocas, y además estoy hablando de maldiciones, no de bendiciones.
—Ah, bueno, pues sigue. ¡Rependejo!
—%#~@*+\&...

Lo más adorable de la tradición epistolar a la vieja usanza es que uno enviaba las cartas "del todo" y ya no había vuelta atrás salvo que se las devolviera la amante despechada (en las películas siempre llegan liadas con una cinta rosada) o uno tuviera alma de chupatintas y se quedara con copia para el archivo. De otro modo, no las volvía a ver en la vida. Una prueba de lo mal que resisten el tiempo los escritos a los ojos propios es la conocida experiencia de la carta por enviar: si uno no la franqueaba y la mandaba de inmediato, el riesgo de no hacerlo nunca crecía en forma exponencialmente proporcional a las horas de demora, y al final la misiva casi siempre acababa en la papelera o, si uno se ponía en plan dramático y tenía una a mano, en la candela. Un papel en combustión es una imagen de mucho impacto, tanto más si arde también un lacre o algo así que desprenda una lágrima carmesí efímera justo antes de incendiarse.

En cambio, con qué mimo se releían entonces y ahora las cartas de los demás. Son intemporales, perdurables, como si los afanes y las etapas de la vida no las afectaran lo más mínimo. Con lo que escriben los demás siempre se está a gusto, en paz y a salvo. Si además se trata de algo que nos han dirigido en persona (y no se trata de una invectiva, claro), el gozo alcanza dimensiones que rayan en lo privado. No comentaré más, por si hay niños.

En cayo Carenero, el día de santa Catalina Thomás (religiosa), por la noche.

Mus

26 julio 2008

Los buenos tiempos (y los malos)


Arantza, una de las dos muchachas vitorianas con quienes pasé algunos ratos de conversación la semana pasada, me preguntó cómo se vive en soledad. Fue interesante que me hiciera esa pregunta, porque yo también me la hago a menudo.

Esto de internet ha cambiado mucho las circunstancias, así que creo que no puedo hablar de soledad fetén y más bien es una privación del contacto físico con amigos, amantes y familiares, pero bueno, la llamaremos soledad. Aunque ese contacto físico falte, hoy se tiende a estar siempre hablando con todas esas personas: mensajes de correo electrónico, programas de mensajería, conversaciones por internet, llamadas telefónicas de toda clase. Suelo decir que ahora hablo con mi padre más a menudo que cuando vivía en Madrid, a apenas ocho cuadras de su casa.

La soledad es un sentimiento muy subjetivo. Hay hartas personas que viven solas aunque estén rodeadas de multitudes propias y ajenas, mientras que otras no la sienten con agudeza. Yo diría que en general la llevo bien. A fe que no se podría esperar otra cosa de Mus, cuya madre se llama Soledad, pero le confesaba a Arantza que, contra lo que pudiera esperarse, el sentimiento es más fuerte en los momentos buenos que en los malos. La tristeza, la desesperanza, la nostalgia, incluso las resacas, se abordan con cierta facilidad gracias a las comunicaciones, y además en mi caso más que buscar contacto tiendo a aislarme como perro lastimado para lamerme las heridas del ánima y para no molestar al personal que me rodea. Pero ¿cómo se pueden compartir los buenos momentos? Es imposible. Uno desea que sus amigos estén cerca para ver ese colibrí, esa luz que emana de la playa blanca pintada de cocoteros, para escuchar la lluvia torrencial repiqueteando en el techo, para nadar en el agua tranquila a la búsqueda de tesoritos del mar.

Esta mañana me levanté con una resaca notable. Apenas pude hacer más que llamar a los del buceo para decir que no estaba en condiciones de salir al mar. Luego regresé estragado a mi cama y, aun con el malestar general, en mi duermevela no pude más que deleitarme de los truenos pavorosos que rodearon durante un buen rato mi casa recién estrenada, los relámpagos, el diluvio que se abatió sobre mí, y eché de menos un cuerpo cálido al que abrazarme para combatir la fuerza del meteoro a golpe de fluidos, gemidos y gritos de amor.

Adoro las tormentas y además me ponen a mil. Ya me pasó durante el huracán Wilma, que me tuvo tres días subiéndome por las paredes de deseo inextinguible. Pero aun adorándolas, ¿cómo puede uno de verdad compartirlas si no es de verdad, con presencia física? Contar una tormenta es una gilipollez.

Tengo, por pocos meses, una casa excepcional, en un lugar excepcional... y excepcionalmente a tomar por el culo de lejos, esa es la verdad; pero bueno, están invitados a pasarse por acá. De verdad. Además, ya he conseguido arreglar lo de los frijoles y no ha quedado nada mal, así que siempre tendrán algo rico para comer incluso si optan por alejarse de mi cuarto durante las tormentas...

En cayo Carenero, el día de san Joaquín y santa Ana (padres de la Virgen María), por la noche.

Mus

25 julio 2008

Decepción porcina


Hoy estaba yo tan feliz porque iba a presumir de guiso aprovechando que estreno casa.

Me orillé a Bocas para comprar avíos con los que preparar un guiso de frijoles. Con mucha alegría y más contento hallé unos rabitos de puerco y le eché el ojo a unos frijoles chiquitos de aspecto mantecosito que llaman ojinegros; merqué un pimientito, dado que ajos y cebollas ya tenía de haberlos comprado ayer, y también eché a la bolsa un frasquito de aceite de oliva que me vendieron a precio de barril de brent.

Con todo ello me llegué a la casa y al punto me afané con los preparativos. Piqué con mucho amor las verduras del sofrito, hice cachos los rabitos de puerco e incluso los doré un poco mientras se sofreían las verduras. Aparte puse a remojo los frijoles, que cada vez me miraban con más agrado y yo a ellos igual: amor mutuo. Eché unas pizcas de sal aquí y allá, y también unos granos de pimienta enteros que encontré en la despensa (por acá creo que le dicen pantri). Culminando la artística preparación, puse todo a hervir a su amor.

A las tres horas de cocción lenta, probé los frijolitos: salados.

Probé el caldo: más salado aún.

Me chupé el dedo: dulce, cual yo.

Me pellizqué un costado: solté un grito y me vejé de palabra y pensamiento.

Triste pensé que ya mi buena mano culinaria se había fugado con algún mal viento foráneo. No terminaba de creérmelo, porque yo no había puesto mucha sal, pero al fin comprendí que me había pasado lo contrario que a tantas mujeres: ellas se desviven por un salao que a la mera hora resulta ser un puerco desesperado por meterles el rabo y yo me dejé los ojitos en unos puercos que resultaron tener el rabo salao.

Me sentí como se deben de sentir los concursantes de La ruleta de la fortuna cuando tienen acumulada una lanita y la ruleta se les para en lo negro. Guaguaguagua'nnnn.

A ver cómo compongo yo esto. Por lo pronto me voy a cenar fuera, que es lo que con harta sabiduría recomienda Arguiñano que se haga cuando se pasa uno de sal con un guiso.

De lo que sí puedo presumir, y aprovecho la ocasión, es de que hoy agarré un machete y una escalera y me bajé tres cocos de un cocotero. Con cierta maña y a pesar de lo romo del machete, los pelé lo suficiente para poder sacarles después el líquido y ya los tengo refrescando en el refrigerador. Hay pocas cosas tan agradables como un agua de coco fresquita, máxime cuando uno se siente realizado por haberlo procesado hasta ponerlo a punto de ingestión.

Mañana me beberé el primero cuando regrese de bucear.

En cayo Carenero, el día de Santiago (apóstol), anocheciendo.

Mus

24 julio 2008

Problema medioambiental


Tiene algunos meses que glosaba un libro sobre Camilo José Cela. Recuerdo que en ese libro el autor relata una anécdota de Cela según la cual el escritor agarró un día el teléfono para llamar a Elizabeth Bacon, que a la sazón acababa de ser nombrada ministra del recién creado Ministerio de Medio Ambiente. El escritor, que al parecer era amigo personal de la ministra, la felicitó por el nombramiento y acto seguido la exhortó a que se cambiara el nombre al ministerio para llamarlo bien Ministerio de Ambiente o bien Ministerio de Medio, pero no de las dos cosas a un tiempo pues resultaba pleonástico, o sea redundante.

A cualquiera hoy en día nos resulta raro que se ponga en solfa este término, medio ambiente, pero si hay que hacer caso al DRAE el escritor tenía motivos para instar al cambio. Hogaño la cosa se ha puesto más chistosa, porque se llama Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, lo que sugiere que existen tres medios: el ambiente, el rural y el marino. Yo diría que el primero abarca los otros dos.

Sea como fuere, en España sería ya quizá imposible hacer este cambio. Primero porque, con razón o sin ella, la expresión medio ambiente tiene pleno uso y a nadie le parece rara. El propio DRAE la recoge (aunque no la define sino que remite a medio, lo que supone un reconocimiento directo de su carácter pleonástico), e incluso ha producido un adjetivo, medioambiental. En segundo lugar, porque sonaría burlón, ya que en el habla española cotidiana la palabra ambiente hace referencia al entorno homosexual (esto no lo refleja el DRAE) Por ejemplo, se diría "un bar de ambiente" cuando se habla de un bar frecuentado por gais. La otra opción sería llamarlo Ministerio del Medio, pero la verdad es que medio tiene tantas acepciones que así a secas no dice nada. Es muy probable que ese sea el motivo del éxito de medio ambiente sin que importe su sensatez primigenia.

Tanta tiquismiquería y hasta sinrazón viene al hilo de que hoy, paseando por el pueblo de Bocas, pasé por delante de la oficina local de una instancia panameña llamada Autoridad Nacional del Ambiente, y creo que al nóbel le habría dado gusto verlo así escrito y habría pensado quizá eso que a veces se oye de que fuera de España se cuida más el español que en España. A mi leal saber y entender, esto no es cierto ni falso, sino todo lo contrario. Hay por este lado del charco algunas cosillas que indican mimo y aprecio del idioma, como por ejemplo una pequeña hoja que he podido constatar que se distribuye con el diario La Prensa, pero también en España existe algo como la Fundéu, en una de cuyas páginas electrónicas encontré por cierto esta divertida revisión diacrónica de expresiones.

Una vez más, el "siempre se ha dicho así" es una verdad sujeta a cambios constantes, a la evolución. Fue una lástima que Darwin falleciera antes de ponerse a estudiar los idiomas después de observar los dichosos pinzones galapaguinos, porque seguro que se le habría ocurrido algo inteligente con qué alumbrarnos.

En cayo Carenero, el día de santa Cristina (mártir), anocheciendo.

Mus

23 julio 2008

La pesca según Mus



Pescar desde un muellecito es un arte difícil, pero Mus lo hace fácil.

Pescar, según Mus, consiste en conseguir una caña. Cualquier palo basta, porque Mus lo hace fácil. A la punta de la caña se le ata un hilo de nailon. No importa que el nudo sea de andar por casa, porque sabemos que Mus lo hace fácil. En el extremo distal del hilo se ata un anzuelo. Los anzuelos habituales en España no son fáciles de atar (el verbo más propio es empatillar, como se puede comprobar con un vistazo en gúguel aunque el DRAE ande en la inopia), pero por estos lares Mus usa los anzuelos del terreno, que cuentan con un ingenioso bujerito que facilita (¡Mus y sus técnicas!) la operación con el uso de casi cualquier nudo; y es que Mus lo hace fácil. Dando fin a esta industria, se toma un plomito con ranura y, con la sencillez que caracteriza la pesca según Mus, se coloca el plomito a unos quince centímetros del anzuelo. Para ello, se alinea la ranura con el hilo, se le pega un mordisquito al plomo para cerrarlo, se previene el saturnismo escupiendo cualquier cacho de plomo que pueda habérsele quedado a uno entre los dientes (con las chuletillas de cordero siempre pasa esto de que se te quedan cachos entre los dientes) y ¡alejop!

El siguiente paso de la pesca según Mus es conseguir carnada. Para eso basta con agarrar un resto de pescado crudo y usar los trocitos que vaya uno sacando. Es fácil, como no podría ser de otra manera en la interpretación murina del arte que nos ocupa. No menos fácil es, según Mus, poner la carnada en el anzuelo, pero eso ya se lo dejo de tarea al lector.

Acto seguido se sienta uno en el borde del muelle, se introduce con suavidad el complejo carnada-anzuelo-plomo-hilo (la caña no) en el agua y se espera. A los pocos segundos puede uno, según la técnica de Mus, sacar el susodicho complejo y constatar con harto jolgorio y palmoteo que al final del complejo mencionado luce un reluciente anzuelo exento de carnada. ¿A que es fácil? La pesca, según Mus y con la sencillez que caracteriza su procedimiento, exige volver a poner carnada en el anzuelo y repetir la operación de introducción del conjunto en el agua. Como es una técnica sencilla, no hay ni que ponerse en pie para ello: se puede uno quedar sentado divinamente. Tras otros pocos segundos, el pescador que se atenga al sistema de pesca de Mus deberá sacar el conjunto y, de nuevo, advertirá alborozado y divertido que en el extremo reluce un brillantísimo anzuelo estéril. Fácil, de esto no hay duda alguna.

A estas alturas, el lector avisado ya sabrá qué debe hacer si desea seguir pescando a la manera de Mus, así que limitaré la descripción a una instrucción según la cual se deben repetir las operaciones descritas que sean pertinentes, asegurándose siempre de que el anzuelo permanezca inmaculado en el momento de la extracción. Esto es quizá lo único difícil de la pesca según Mus, porque todo el mundo sabe que meter es fácil pero sacar ya no lo es tanto.

Durante toda la diversión se puede silbar, que es lo habitual cuando uno está sentado en un muelle frente a la bahía.

En suma, la pesca al modo de Mus requiere de grandes dotes de nada, por lo cual está recomendado para cualquier persona, en especial quienes se precien de ser perdedores y, sobre todo, flojos.

Este procedimiento ha sido objeto de una encuesta de satisfacción entre los pescaditos y se puede afirmar a ciencia cierta que cuenta en dicha población con un grado de entusiástico apoyo que se traduce en porcentajes aprobatorios propios de unas elecciones ecuatoguineanas, ¡que se dice fácil!

Y ya quedó dicho el santo del día, pero ahora es por la tarde.

Mus

Lenguajes peculiares

Pasé el sábado de la semana pasada quemándome, y lo hice con tan buen tino, con tamaña precisión, que luzco en estos momentos un fucsia de chanchito capaz de camelar a Dick Tracy y una comezón digna del habón más pruriginoso que en el mundo haya sido. Además del lindo color, los michelines de mi amplia panza quedaron replegados al sol y al incorporarme la panza se estira y aparecen unas chistosas rayas del color natural de mi piel. A la altura del abdomen, parezco una quimera de pantera rosa y tigre.

Aparte de quemarme conocí a Askoa y Arantza, dos muchachas de Vitoria que estaban tiradas en la orillita, semisumergidas como sirenas listas también para quemarse, en una playa recóndita del cayo Carenero, un islote de la provincia de Bocas del Toro bañado por aguas cálidas y circundado por cocoteros.

Pasé algunos ratos de conversación con las dos, y me dio mucho gusto porque eran mujeres muy sensatas y preparadas, ansiosas por conocer todo lo que veían. Muy buena gente (y guapísimas). En una de las conversaciones salió a colación el tema del lenguaje que usan los locales para dirigirse a los turistas. Se quejaban un poco de que los guías daban por sentado que debían hablar en inglés, y de que no se esforzaban por hablar en inglés y en español.

Ellas lo achacaban al dominio gringo y consideraban que los locales están "sometidos". Yo creo que se trata de simple economía. Esta gente no habla inglés entre sí, pero han advertido que hablando inglés se entiende uno razonablemente con los turistas, por lo cual tiran por el camino de en medio y ni se les pasa por la cabeza hablar primero en español y andar dando pláticas multilingües. Es cierto, y ellas me lo comentaron, que otros guías (en Costa Rica) sí les habían hablado en español.

Curiosamente, para muchos locales el español no es la lengua materna. Por supuesto que todos lo hablan, pero lo que más se oye en la calle cuando hablan dos bocatoreños es un curioso lenguaje criollo llamado guari guari, que parece ser una mezcla de inglés y español pero que resulta ininteligible para mí, quizá por eso de que se trate de un inglés ya de por sí pasado por el desgaste del uso caribeño. Desde luego no es gringañol. La Wikipedia dice que no tiene rango de lenguaje y probablemente así será, pero es que esos rangos se alcanzan sobre todo con la emisión de literatura y, claro, está en chino eso de publicar libros en ciertas lenguas de poca difusión.

Además, está cierta vergüenza que sienten los propios paisanos. Hace unos días le pregunté a una cocinerita qué era eso que hablaban y, mientras ella me contaba que era una lengua llamada guari guari, su compañero ya la estaba menoscabando diciendo que no era una lengua ni nada, sino inglés y español mal hablados. Pues no sé qué será, pero lo que está claro es que varias decenas de miles de personas se entienden con el sistema: se visten, comercian, disputan, se añoran, se requiebran, se hacen el amor y la guerra y arrullan a sus bebés con él (aunque al crecer lo desprecien), así que se merece toda la atención.

En la isla Colón, el día de santa Brígida (religiosa), hacia el mediodía.

Mus

16 julio 2008

El milagro de la Concepción: de menos a más


Ave, María purísima.
Sin pecado concebida.
—¡Concebida...! ¿Cómo lo sabía usted, padre? No importa: padre, vengo a confesar que he pecado de obra neológica y de palabra.
Que... ¿¡de qué dice!?
De obra neológica y de palabra, padre; ya sabe usted cómo es.
Pues no, no lo sé, alma de Dios, no tengo ni puta idea. Es decir, perdón por el exabrupto, vale decir que no tengo la más remota idea.
Padre, ¿cómo se llama su madre?
¿Mi madre? Se llama Concepción, aunque le decimos Conchita.
Pues eso, padre, que he pecado de obra neológica. Concha, su madre...
Sí, Concha, mi madre, sí, pero explícate, hijo, que no te entiendo ni castaña y no te comprendo ni bellota; no discierno lo que te aqueja, no vislumbro cuál es el mal, no penetro en ningún lado, ni siquiera en tu problema, no capto la dimensión del escándalo pecador, no adivino tu cuita ni intuyo cuál pueda ser la ofensa.
Cuanto verbo, padre, total para decir lo mismo. En fin, usted verá. Le explico, padre, pero le pido mil disculpas por adelantado, y quiero que sepa que estoy muy contrito y afligido por mi pecado, padre, porque yo sé que es usted un santo varón y nunca lo habría querido molestar, padre. Padre, otra vez y mil veces padre. Concha, su madre...
¡Como no te expliques arderás en el infierno, pecador! Arrepiéntete... ¡pero primero explícate, coño!
Como desee, padre, precisamente de eso quiero confesarme. Concha, su madre... Bueno, Concepción da Concetta a lo itálico, o sea, "concebida", y de Concetta sacaron ustedes los españoles Conchita. Anda, que menudo patinazo dieron. Digo yo que ya podían haber sacado Concepta y me habrían ahorrado el pecado que me trae aquí hoy a hincarme de hinojos ante el Señor.
Sí, bueno, menudo rollo, de acuerdo, ¿y qué?
Pues, padre, que Concha, su madre, viene de un diminutivo inexistente: Conchita procede de Concetta y no es el diminutivo de Concha; pero yo no lo sabía, padre, y así lo interpreté en mi pecaminoso y detestable pensamiento y por eso llamé Concha a su madre, lo que representa un terrible pecado, bien lo sé. ¡Con lo que yo la respeto, a su madre, padre! Y por eso, padre, me vengo a confesar, porque ya no puedo soportar por más tiempo esta culpa abrumadora de haber pecado de obra neológica y de palabra. ¡Y con su madre, padre!
¿Cómo? ¿Qué es eso de que has pecado con mi madre, insensato? ¡Tiene 97 años!
Con Concha, su madre, no, padre, solo con su nombre, con su buen nombre.
Mira, no estoy para filologías ni etimologías ni para cáscaras, y menos aún para conchas, que para algo soy ministro de Dios y tengo el voto de castidad impoluto y mis aplicaciones de lacerantes cilicios me cuesta. Así que lárgate con viento fresco y rézate dos o tres de lo que quieras, que ego te absolvo a peccatis tuis y todo eso. ¡Hala, ahueca el ala!
¿Sólo?
No, si te parece rezas las oraciones acompañado, ¡no te jode! Hay que ver la cruz que me ha tocado contigo hoy, hijo.
Perdone, padre, me refería a que si nada más me impone esa leve penitencia para tan serio pecado. ¿No cabría la posibilidad de aplicarme un correctivo más severo?
Ah, perdona, que no te vi salir la tilde de la boca cuando me hablabas. A ver si me haces el favor de pronunciar más los diacríticos, que no hay quien se entere. Y sobre lo otro, ¿tú eres masoquista o qué? ¿No oíste ya lo del ego te absolvo?
No, padre, no soy masoquista; yo soy porteño y lo más que hago es ir al analista dos veces al mes. ¿Es pecado eso como lo de Concha, su madre?

En la isla Colón, el día de Nuestra Señora del Carmen, por la noche.

Mus

12 julio 2008

La doble ese



Es sabido que el español americano es seseante, como gran parte del español de la Andalucía occidental y el de todas las islas Canarias, es importante tener esto muy en cuenta porque los que decimos las ces y las zetas (es decir, que somos distinguidores, por oposición a seseantes) somos una minoría tan escasa que convierte en chiste algunas actitudes sobre "corrección" que, por desgracia, se siguen sufriendo en algunos lugares ibéricos, uno ya ha tenido que escuchar a demasiados seseantes contar historias de gente que les reclamaba que si es que no sabían decir la ce y la zeta, como si hacerlo fuera lo bueno y no hacerlo fuera lo malo, una consecuencia ortográfica de este seseo es la tendencia a eliminar letras innecesarias, en especial con dos pares de consonantes, /xc/ y /sc/, que se pronuncian en algo así como /kss/ y /ss/ entre los seseantes, así, en México recuerdo como muy frecuente el ver a la gente escribir "Mus, usted me exita hasta la perversión más impúdica" o "El orgasmo que me regalaste ayer, querido Mus, me dejó inconciente", claro que esto son ejemplos y no me consta que aún los haya escrito nadie, pero en mis sueños me deleito con la posibilidad de que sí suceda en el futuro ya que a nadie hicieron daño jamás los sueños guajiros del vecino, que para los efectos de la presente es este s. s. s. q. b. ss. pp. (y le besa también los pezones chup-chup, con lengua, si usted se deja, querida desconocida mía), lo que no recordaba haber visto antes era el caso contrario, es decir, que a una grafía con /c/ normal y corriente le plantaran una ese delante para dar /sc/, hasta antier, paseaba por un gran comercio panameño dedicado a la electrónica, sobre unas computadoras que tenían a disposición del público había un cartel que rezaba, Por este medio comunicamos a nuestra clientela que no podemos imprimir fotos ni hacer copias de contenidos indescentes, con toda celeridad saqué mi nuevo teléfono celular y le saqué la foto pertinente, lo que me costó una admonición por parte del guardia de seguridad, que severo me informó de la prohibición de sacar fotos dentro del establecimiento, contrito y apenado por haber infringido la norma antifotográfica le pedí disculpas y me excusé jurando que solo quería retratar el cartelico de marras, y que prometía no volver a hacerlo nunca más y que lo prometía por el rosario de mi madre (y quédate con todo lo demás) porque no se debe jurar por ser pecado, no siempre se puede encontrar una lógica a algunas desviaciones de la ortografía, quizá el que escribió eso se confundió con palabras como descenso, o puede que fuera incluso por hipercorrección, hay que reconocer que eso de la /sc/ queda finolis a veces, lo malo de esto de las fotos con los celulares es que soy un electrotorpe y no sé bajarlas a la computadora, por ello, si desean ver la prueba gráfica de lo anterior, tendrán que invitarme un café con centollo en su casa, que es la mía, ya lo sé pero igualmente le agradezco la cortesía, y yo se la mostraré con mucho gusto, a pesar de este caso interesante, Panamá me está sorprendiendo gratamente por el cuidado que ponen los diversos anunciantes, apenas se ven erratas, ni siquiera en aspectos más peliagudos como es la redacción, los anacolutos no campan por sus respetos y los carteles y pasquines suelen estar prolijitos y bien escritos, lo bien escrito bien parece.

En Panamá, el día de san Juan Gualberto, por la mañana.

Mus

08 julio 2008

La inhibición por bandera

Soy una persona muy inhibida. Me acabo de dar cuenta, ahora que ando dizque haciendo la maleta.

En realidad no he hecho maleta: solo he metido en ella tres camisetas, un par de pantalones y un traje de baño; una cámara de fotos, un cargador de pilas (con cuatro pilas AA, para la cámara antedicha); como media docena de rastrillos de afeitarse, que de hecho ya estaban en la maleta y que no sé cuáles están usados y cuáles no; una linterna submarina y una máscara de buceo con un esnórquel; una computadora de buceo; medicamentos diversos, a prevención; unos condones, en realidad no a efectos de prevención sino para que viajen un poquito y abandonen la tristeza y el abandono de mi mesita de noche; y un cortaúñas. Pura inhibición.

¿Y no lleva usted calzoncillos, osado caballero?
No, avezado interlocutor, no los llevo, y además le estoy diciendo que soy inhibido, no osado.

Pensé en poner mi vida en la maleta también, pero al final decidí ponerla en la mochila donde llevo a mi amante permanente, esta pinche adictiva cuyas teclas tersas toco en estos momentos con intención aviesa. (Nota: A esta sí le encontré el punto G, pero no parece presentar respuesta, vaya por el mondesvol.) Decidí la ubicación de mi vida por una revelación, a saber, que la vida de uno se acomoda mejor en una mochila andariega que en una maleta ya añosa que, además, ya cojea de una de las ruedas y llena mis paseos de un triquitraque premonitorio de un futuro con fecha de vencimiento.

En definitiva, que soy un inhibido. Podría haberme llevado media casa, pero sentí la llamada de la prudencia o, de plano, me faltó el empuje, los arrestos. Si al menos fuera hijo de la mar, podría yo transtextualizar los versos del poeta, pero como no, pues me toca quedar en inhibido.

Hablando de inhibiciones, miren si no son bellas estas que le dedican un par de mexicanos a doña Lola Flores.



Qué lindo es cantarle a alguien y que le canten a uno. Creo que voy a empezar a hacer esas cosas y a llevar rondas a las damas, que es algo sonrojantillo pero que se hace y se recibe con gusto, creo yo.

Hace algo más de un año usaba la frase de un Astérix para despedirme de América (de Yucatán, para ser precisos), y ahora dedico enjugo mi inhibición sempiterna para hacer el viaje inverso.

¿Y no se cansa nunca?
Sí, a fuerza que me canso, pero he pensado que mejor no me estoy quieto.

Y mientras le sobo el lomo a mi amante para escribir estas líneas, en la tele pasan un anuncio en el que alguien le pide disculpas a un olmo por haberle pedido peras, y no sé si soy el olmo o el peticionario. Creo que más el olmo, porque lo veo inhibido, incluso un punto tímido cual yo.

En Madrid, el día de san Procopio (mártir, que ya se viene repitiendo aquí porque ayer no sabía en qué día vivía a pesar de ser san Fermín, obispo, como toda España sabía menos yo), por la tarde.

Mus

07 julio 2008

Ponerse a tono (con la ortografía)



Siempre me ha llamado la atención la tendencia que tenemos todos a cometer ciertas faltas de ortografía.

Por ejemplo, ¿a quién no se le escapa un acento en * en lugar del correcto fe? ¿Qué hijo de vecino no se ha visto atildando un *tí para sustituir el fetén ti? ¿Nunca les pasó que le plantaron (de pensamiento o de obra) una hache superflua y esos senos exuberantes se trocaron en pecaminosos *exhuberantes?

Estas cosas pasan sin remedio. Parece que una fuerza irresistible nos atrajera a ellas, y no siempre es fácil comprender el motivo. Por ejemplo, en el caso de *tí parece claro que nos mueve al yerro la analogía con o , y nos cuesta reparar en que ti es la única palabra que se escribe así en español y por tanto no hace falta una tilde diacrítica. Yo no sé a ustedes, pero a mí se me escapa casi siempre y tengo que andar persiguiéndola, como quien corretea a los pollos para que entren al gallinero y que no los devore la raposa durante la noche.

Ti, ti, ti, ti, ti... ¡tirirí!

Lo de la fe ya es menos fácil de entender... o acaso no. Me explico. Hay lingüistas que opinan que en realidad esas tildes no las ponemos con fines diacríticos (es decir, para diferenciar palabras de significado distinto), sino que las ponemos en las partículas tónicas. No sé si se han fijado, pero a muchas palabras españolas no les ponemos entonación, sino que esta va en la palabra precedente o en la posterior. Así, por ejemplo, cuando decimos "el caballo" o "mi casa", en realidad no ponemos entonación a "el" ni a "mi", y el tono va en el sustantivo. Por eso las llamamos átonas. En cambio, sí hay entonación en en "esta chica es para mí" o en él en "esta pedrada es para él (que se quiere robar a mi chica)", y por eso las llamamos tónicas.

Esto podría explicar por qué esta tendencia a ponerle acento a fe. Simplemente, nos parece que va entonada y, como estamos acostumbrados a acentuar partículas tónicas breves, pues tendemos a atildarla. Esta explicación también valdría para el caso mencionado de ti.

A estas alturas del partido, todo el mundo ha oído hablar de lo que dijo Gabriel García Márquez hace unos años sobre la simplificación de la ortografía, y mucha gente hizo el típico chiste fácil. Yo creo que Gabo fue valiente y su propuesta tenía motivos para considerarse con más sensatez y calma. No se trata de poner la ortografía patas arriba y borrar de un plumazo haches y uves, sino de simplificar en lo posible. Esto de las tildes diacríticas es a veces un tanto incongruente, así que bien sería una opción con la cual comenzar. Conviene recordar que ya se han hecho cambios en la ortografía del español, no es algo nuevo, y podríamos entendernos perfectamente aunque a los de la ortografía "anterior" nos costaría algo adaptarnos.

A lo de la hache de exuberancia sí que no le encuentro explicación. Debe de ser que, como la hache suele ser muda en español, pues nos queremos quedar mudos... por la exuberancia, digo.

En fin, hay que ver lo que uno llega a escribir con tal de no trabajar. No sé si ya lo dije, pero ¡quiero que me retiren!

En Madrid, el día de san Procopio (vaya tela, mártir), por la tarde.

Mus

04 julio 2008

Exégesis



Espero que este análisis de un famoso villancico (que casi nadie se sabe entero) no me quede innecesariamente desconsiderado o irreverente. Veamos.
La Virgen se está peinando entre cortina y cortina.
Los cabellos son de oro, el peine de plata fina.
¿Qué es eso de la Virgen peinándose entre cortina y cortina? Si su vivienda tenía cortinas, lo cual cabe poner en duda porque por entonces se estilaban los postigos, ¿por qué iba a estar peinándose entre una y otra? ¿Cómo es exactamente eso de estar "entre cortina y cortina"?

¿Imaginan intentar peinar unos cabellos de oro? Jodido, ¿eh? ¡Menudos alambres! Bueno, pues ahora imagínense peinándolos con un peine de plata, sea fina o basta. Olé.
Pero mira como beben los peces en el río,
pero mira como beben por ver al dios nacido.
Beben y beben y vuelven a beber
los peces en el río por ver al dios nacer
En primer lugar, los peces de río no beben. En segundo lugar, y más importante, ¿qué sentido tendría mirar cómo beben (agua, se supone) unos peces, sean glucohídricos o halohídricos? Desde luego no cabe colegir relación alguna entre la visión de un conjunto de peces en un río y el nacimiento de un ser sobrenatural. No entraré en los detalles de por qué nace algo que es por sí mismo intemporal, porque si entrara en esa exégesis correría el riesgo de mutar mi natural cartujo (a tenor de mi vida sexual) por el de trinitario, y francamente no sé qué es peor.

Cabe pensar que los versos anuncian el nacimiento, no que este se haya producido. En ese sentido, ¿qué demoños hace la Virgen peinándose entre cortina y cortina (por no hablar de tender ropas o lavarlas como se verá a continuación)? Digo yo que lo suyo sería estar de parto, hacer algo antes de que los peces se intoxiquen de ansiedad y ablución. No obstante, admito que los versos podrían indicar que el nasciturus ya está en el mundo, o incluso que está transcurriendo el parto. En ese caso, ¿qué demoños hace la Virgen peinándose entre cortina y cortina en vez de atender, solícita, a su retoño o mantenerse de parto? De veras que tal no comprendo.
La Virgen está lavando y tendiendo en el romero
los angelitos cantando y el romero floreciendo
Pero, a ver, ¿ahora lavando y tendiendo? Todos sabemos que las mujeres pueden hacer muchas cosas al mismo tiempo, pero lavar y tender al mismo tiempo resulta incongruente. Primero se lava, luego se tiende. Además, si eran humildes, tampoco creo yo que tuvieran coladas inmensas, digo yo.

Los angelitos cantan, ¡qué bella estampa! Dados los efectos sobre la floración, creo que debe de haber más de un cultivador casero de maría pensando en invocarlos. En cualquier caso, no entiendo qué tiene que ver el canto angelino, probablemente angelical también, y la floración del Rosmarinus officinalis con la colada de la Virgen.
La Virgen está lavando con un poquito jabón
se le pintaron las manos, manos de mi corazón
¿Pero no estaba tendiendo ya? Y ¿por qué se le pintan las manos si está lavando, ¡no pintando!? Digo yo que si se le pintan las manos (quizá de alguna resina del romero, o algo así), lo mejor es que se las lave con jabón, ya que lo tiene a mano. Lo que si debemos es enviarle un mensaje claro: ¡no tienda la ropa con las manos pintadas! La arruinará y tendrá que volver a empezar. Otrosí, ¿a santo de qué encaja en toda esta loca historia la cantidad de jabón utilizada?

Lo de "manos de mi corazón" ya sí que resulta completamente ininteligible. El que canta no podía pintarle las manos a la Virgen porque ya hace tiempo de aquello, pero algún significado tiene que tener, claro. Hay que seguir las investigaciones, esto no puede quedar así.

Y como cada vez está más complicado, me alegra decir que aquí (tras estribillo) se acaba la canción. Chimpón.

En Madrid, el día de santa Isabel de Portugal (reina), por la tarde.

Mus

03 julio 2008

Pues amarga la verdad



Buenas tardes. Con permiso.

Mi muy lírica amiga Lula Mae, a quien tanto se le debe ("poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día") a pesar de que parece estar la muy piiiiiiiiiii cerca del mar pasándoselo glándula mamaria, menciona en la plantilla de su bitácora una cita de Henry D. Thoreau que viene a decir "No me des amor ni dinero ni fama. Dame la verdad."

¿Queremos saber la verdad? ¿Siempre? ¿Nos conviene? ¿Siempre? Y en realidad, ¿a quién le conviene más?

Cada cual, como siempre, resuelve sus pequeños conflictos.

Está claro que es bueno conocerla en muchos casos, pero saber la verdad no siempre nos hace libres. A veces nos ata a los hechos y esa atadura nos sojuzga y convierte nuestra vida en un pequeño infierno que antes era remanso de dicha. Como se suele decir, bendita ignorancia.

El ejemplo clásico es el del destino infausto. Supongan que tienen una genética determinada que los llevará a visitar a Pedro Botero antes de la fecha razonablemente esperable. ¿Desearían saberlo? ¿Qué sentido podría tener conocer algo así, siendo inevitable? Hay quien piensa que saber estos detalles permite organizar la vida, y hay quien piensa que saberlo le permitiría al menos prepararse para una "pelea" vital, buscar opciones, etc. Cada uno es como es, pero ¿no creen que sería sensato organizarse la vida como si todo lo inevitable fuera a suceder mañana, en lugar de vivir con una espada de Damocles eterna?

Es algo parecido a lo que se hace cuando se manipula sangre: uno da por sentado que el de enfrente tiene bichos malos y odiosos, así que se pone guantes por norma. Esto es también el fundamento del carpe diem, el aprovechamiento de la vida porque no sabemos cuándo se acabará. En realidad, más que aprovechar la vida, lo que se debe aprovechar es la felicidad, ya que no todo en la vida es felicidad, tema que se trató recientemente aquí.

Esto son disquisiciones de baratija. En realidad, yo quería verter algunas ideas acerca de la otra parte, es decir, no de quien recibe la información sino de quien la da. ¿Qué mueve a alguien a informar a alguien de algo?

Unas veces se hace para dotar de autonomía (hogaño se le dice mucho empoderar) a la otra persona, quien, una vez que dispone de los elementos de juicio, puede proceder como mejor le convenga. Esto es bueno aunque no lo es necesariamente siempre, como saben muchos médicos que conocen el carácter iatrógeno de ciertas revelaciones de la verdad, y como saben muchos padres y madres, que comprenden que no se trata de decir siempre toda la verdad, sino de dar la información que sus pequeñuelos (o no tanto) estén en condiciones de entender.

Otras veces, y esto es más peliagudo, el informante lo que desea es traspasar la tensión del conocimiento a otra persona. Lo que es muchísimo más preocupante, como apunta un ingenioso estudio realizado por de Vries y cols. del cual reproduzco un trozo a continuación, podría suceder que una vez revelada la información el emisor se convierta en un ser mezquino capaz de desplegar todo su arsenal de intereses personales con el habitual argumento del "bueno, yo ya te lo había dicho" o del "eh, que yo yaa te avisé". En otras palabras, el informante siente que revelar la información le confiere una categoría moral desde la cual puede ejercitar acciones que no ejercitaría en su plano moral habitual (es decir, el que tuviera antes de revelar la información).

La cuestión no es solo si la verdad amarga o no a su receptor, sino de en qué va a convertir al emisor, y quizá conviene tenerlo en cuenta al pedir verdades a diestro y siniestro sin tener claro para qué quiere uno en realidad la verdad. Ya digo, a veces bendita ignorancia.

Este año se han apartado de mí dos personas a quienes estimaba sinceramente: una lo hizo sin aviso previo y sin explicaciones de ningún tipo; la otra me ha dado hartas. Yo sé exactamente cómo me siento y sé qué puedo hacer con la información (en términos sencillos, ajo y agua). Me pregunto cómo se sienten estas dos personas al omitir y emitir, respectivamente, la información. Quizá tenga poca importancia, porque su verdad sigue siendo tan amarga como lo sería de haber elegido la opción alternativa.

En Madrid, el día de santo Tomás (apóstol), por la tarde.

Mus


Nota: Este extracto pertenece a un comentario editorial que tengo bien guardado. Si alguien está interesado, se lo puedo mandar por imeil.

02 julio 2008

Lo hice... ¡bien!


Una vuelta limpia, sin errores y con birdies en los hoyos 1, 2, 4 y 5.

Esto de la Wii es la leche. La única crítica a este juego de golf es que solo se dispone de cuatro palos en la bolsa y estaría de pelos tener más, muchos más. Todo lo demás del juego es puro enviciamiento, ausentismo laboral y destierro (siquiera temporal) de las fantasías sexuales con múltiples damas.

También es malo que uno se ponga a jugar y se olvide de meter la centolla en el puchero, donde el agua llevaba hirviendo un buen rato. Ya ni modo.

Ahora a ver cómo me las compongo para batir el record de 32 que acabo de establecer.

En Madrid, el día en que Ingrid Betancourt comienza una vida tras vivir en la muerte demasiados días. Ojalá pueda recobrar la salud y ojalá todos los demás secuestrados salgan del infierno verde.

Mus

Nota posterior a la publicación
No suelo hablar de política, pero es que esto me llamó mucho la atención y me arrancó una sonrisa (algo triste, pero sonrisa).

En mi pueblo tienen una de esas frases impagables con la cual se tergiversa la realidad en forma un tanto pueril. La frase es: "Fuimos y le peguemos una paliza ellos a nosotros".

Pues bien, el presidente boliviano pudiera bien tener un gen manchego por ahí perdido, ya que nos regala una frase histórica de corte semejante, al hilo de la liberación de los secuestrados por parte del ejército colombiano:
"Es una muestra clara de las FARC que liberan a los detenidos por conversaciones que empezó el compañero Chávez, a quien hay que saludar en todo caso."

¡Toma ya! :)

01 julio 2008

Problem-solving skills (2)


Hoy he avanzado mucho, he descubierto algo realmente útil y quería compartírselo una vez más. Espero que esta vez sí sea algo de verdad novedoso y no tenga que sonrojarme de mi inopia intelectual.

Pues sepan vuesarcedes que cierto electrodoméstico de mi casa no funcionaba bien. Para concretar, que no ha de haber secreto alguno aquí, era la lavadora.

Llevaba yo tiempo pensando cómo resolverlo. Yo la miraba, primero con respeto y luego con fiereza; más tarde probé con las miradas sensuales y un par de tocamientos torpes del tambor. Nada, todo seguía igual. Probé también con palabras, ora dulces ora enérgicas y hasta blasfemas. En mi desesperación, incluso le dediqué un par de padrenuestros, aunque admito sin ambages que mi escasa devoción pudo haber contribuido a la ineficacia de la medida. En fin, todo resultó inutil: mi lavadora seguía interrumpiéndose en cada programa y me veía obligado a:

a) Recurrir al ahorro de ropa;
b) Recurrir al lavado de ropa en casas ajenas;
c) Recurrir a la omisión del lavado de ropa (que, al fin y al cabo, es lo que suelo);
d) Recurrir a la acción manual de cada programa, con el consiguiente aburrimiento;
e) Todas las anteriores son ciertas.

Hoy se hizo la luz en mi inquieta mente y tras mucho pensar en ello, llegué a la conclusión de que lo único que podía salvar la situación era (quizá lo hayan adivinado) ¡llamar a un técnico!

No sé cómo no me había dado cuenta de esta opción, que ahorita se me antoja la más natural. Me he visto inducido a colegir que este caballero que vino hoy era un clásico, o sea un romano antiguo, porque, tras apañarme la pinche lavadora, ha debido de salir ufano de mi casa pensando: "Vini, vidi, vici". Lo que no tiene discusión alguna es que, romano o no, ha salido de mi casa con cincuenta euros más de los que tenía cuando entró.

Además debía de ser un tipo ahorrador, porque a más de componerme ese entuerto de línea blanca que tenía yo en la esquina de la cocina, me ha dejado de regalo los siguientes artículos, que ha extraído de las entrañas de mi lavadora:

a) Una ballena de sujetador
b) Un bastoncillo de algodón para las orejas (sin apenas algodones en las puntas)
c) Un broche para el pelo de los baratujos
d) Un número indeterminado de pelusas de dimensiones igualmente indeterminadas.

El apartado a) anterior es comprensible, dado que mi inquilina es una dama y cabe suponer que lava sus sostenes, que acaso hayan perdido uno de los elementos de sostén de los cuales toman el nombre. Sin embargo, por más que lo analizo, no logro comprender qué sentido supremo de la limpieza podría haberla impelido a lavar "b) Un bastoncillo de algodón para las orejas [...]", ¡por no hablar de esta cosa de meter a lavar las pelusas (véase el apartado d) anterior)! Siempre pensé que tanto los bastoncillos de algodón como las pelusas eran elementos domésticos desechables que no hacía falta lavar. Ahora comprendo por qué tiene siempre tantas pelusas mis casa, aunque me reconforta mucho saber que son pelusas relimpias. Si vienen por acá, mi casa es su casa (hasta que me fastidien más de la cuenta), que sepan que todo eso que anda por el suelo no es más que una demostración de higiene.

El asunto del broche para el pelo va satisfaciendo la definición de entelequia. Siendo un elemento metálico, yo comprendo que se quiera lavar, pero hay que ser bacina para meterlo en la lavadora ¡pudiendo usar el lavavajillas! Al menos, yo usaría el lavavajillas para algo así, no me dirán que no está claro.

Pero qué se puede esperar de un ser como yo, que hoy me decidí a limpiarle el polvo a la tele para poder jugar a la Wii y, para tener el trapo más a mano, en lugar de llevar el trapo a la tele he llevado la tele al fregadero, cabe el cual tengo los trapos. Hay que ver lo que pesaba la jodía tele. Creo que la próxima vez haré un planteamiento diferente, porque en una de estas me deslomo.

Ello no obsta para que hoy me sienta con el arte doméstico a flor de piel. ¡Soy un hacha!

Y sigo en Madrid y sigue siendo el día de san Simeón, el Loco (anacoreta), aunque ahora está atardeciendo.

Mus

Todo está en los libros

¡Ay, mísero de mí, y ay, infelice!

Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.

Solo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
qué yo no gocé jamás?

Ay, míseros de nos, y ay, infelices. Cuánta tristeza nos causa nuestra buena estrella y qué pena nos da vernos en esta impúdica desnudez, atascados de lienzos y brocados y llorando un infortunio delirado y loco como el santo del día; cuánta desventura de a millón y cuánta hambre de tripón desaforado; cuánta desolación entre el gentío, cuánto grito para hablar a quien tenemos orilla; qué soledad apacible y sollozada, qué revelación de desazones entre ocios incontinentes; qué esperanza de tiempos mejores en plenas vacas gordas, qué anhelos de cambio entre la mutación incesante.

Qué mirarnos el ombligo sin cesar y sin recato, ¡qué abuso! Los lamentos debieran tener que pagarse a precio de rubí.

En Madrid, el día de san Simeón, el Loco (anacoreta), a mediodía.

Mus