10 septiembre 2012

Eclesiogenia

Un día, sin firmar un documento ni mediar un previo aviso, sin comerlo ni beberlo, llegó al mundo una energía del firmamento estelar.

Algunos que la vieron llegar sostenían que tenía forma de bocadito de nata, pero otros afirmaban que sin duda alguna era más parecida a un alfajor de dulce de leche y no faltó quien los menospreciara a todos y zanjara el asunto exclamando que la energía tenía más bien morfología de trufa de chocolate pero con un como cosito en el lateral (o en la parte de atrás, según el relato de algunos de estos últimos, pero que tampoco estaban seguros). Aunque en Marte la vieron llegar también, con la impresión se quedaron mudos y ya fue imposible obtener una sola explicación de ellos de los moradores de ese planeta. Una lástima.

Entonces la energía habló enérgicamente, comilfó, y dijo: "Oh, creyentes, aquí dejo mi verdad. Si, a ti también, el de la primera fila, el que se está metiendo el dedo en la nariz".

Y no pudiendo discutir razones tan apabullantes, la gente vio de verdad que en verdad habían visto la verdad. Sus corazones se regocijaron y abandonaron para siempre los postres y los mignardises y a partir de entonces solo comieron el primer plato y el segundo plato, y después pasaron directamente al café; salvo quienes estaban a dieta, que pasaron a comer solo el primer plato y el café (pero con endulzante hipocalórico).

Como necesitaban una liturgia y comer bocaditos de nata, alfajores o trufas de chocolate engorda mucho, decidieron optar por limpias y sahumerios y se dedicaron a ello con gran entusiasmo.

Así es como surgió la Iglesia de la (In)Ciensología: por el poder inmenso de la epifanía. Esta es la verdad, la única. Todos los rumores, insinuaciones y chismorreos sobre consumo de psicodislépticos u otros psicótropos por parte de quienes asistieron a aquella revelación deben tacharse de apócrifos, espurios, herejes. Bah.

En un pueblo de La Mancha, el día de santa Pulqueria (laica) cerca del mediodía.

Mus