01 julio 2008

Todo está en los libros

¡Ay, mísero de mí, y ay, infelice!

Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.

Solo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
qué yo no gocé jamás?

Ay, míseros de nos, y ay, infelices. Cuánta tristeza nos causa nuestra buena estrella y qué pena nos da vernos en esta impúdica desnudez, atascados de lienzos y brocados y llorando un infortunio delirado y loco como el santo del día; cuánta desventura de a millón y cuánta hambre de tripón desaforado; cuánta desolación entre el gentío, cuánto grito para hablar a quien tenemos orilla; qué soledad apacible y sollozada, qué revelación de desazones entre ocios incontinentes; qué esperanza de tiempos mejores en plenas vacas gordas, qué anhelos de cambio entre la mutación incesante.

Qué mirarnos el ombligo sin cesar y sin recato, ¡qué abuso! Los lamentos debieran tener que pagarse a precio de rubí.

En Madrid, el día de san Simeón, el Loco (anacoreta), a mediodía.

Mus

1 Comments:

Blogger chuliMa manifestó al respecto que...

"qué esperanza de tiempos mejores en plenas vacas gordas"

Así somos sweet mus, hasta los mejores sueños a veces se nos atragantan, pero así no es como nos lo habian enseñado.

Beshitos de regadora de cesped

1/7/08 12:08 p.m.  

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