12 octubre 2012

Qué penita y qué dolor


Haciendo un ejercicio prospectivo, dime a la tarea de imaginar qué pasaría si todos fuéramos nihilistas.

1) Por definición, no pasaría nada.
2) Ergo, esta tarea prospectiva sería una idiotez.

Como con esta vía de pensamiento no llegaba muy lejos y hoy tocaba dar un repaso a la bitácora, imaginaremos también que la conclusión b) anterior no hace al caso. Total, siendo nihilistas, ¿qué puede importarnos? Así que continuaré como si tal.

3) Nuestra infancia transcurriría en completa paz y alegría porque nadie nos haría ni puto caso y podríamos hacer lo que se nos viniera en gana sin que un mayor, que son unos aguafiestas, nos viniera a molestar con estupideces como poner la mesa o sonarnos los mocos.
4) Nuestra vida sería descomplicada. Nos comeríamos las centollas que anhelamos, besaríamos a las chicas que deseamos, diríamos la verdad o la mentira. Es lo que tiene ser un don nadie: que no hay nada de qué arrepentirse.
5) Mandaríamos a los dioses a la mierda. ¿En qué cabeza cabría un dios creador de nadas o nadies? ¡Vaya papafrita de creador! Sería mucho mejor emplear el tiempo religioso en besar a las chicas. Véase el punto anterior.
6) No habría estatuas, solo peanas vacías. Para decorar, ya saben.
7) Todos iríamos a trabajar, pero como no seríamos nadie, nadie tendría que trabajar. ¡Es mi sueño dorado!
8) Cuando nuestra chica (o chico, asegún) estuviera de morros y le preguntáramos qué demoños le pasa, contestaría "nada" y jamás se arreglarían los problemas hasta que nos picaran los genitales, momento en que no habría pasado nada y cogeríamos como siempre.
9) Todo nos parecería bien. Cuando nada se tiene o nada se es, cualquier atisbo de esencia convierte al sujeto en un ente inabarcable. Esto lo dirían, sobre todo, los argentinos nihilistas y los demás diríamos: "¡Oh!"
 10) Al morir, no pasaría nada y cuando a nuestros deudos les dijeran aquello de "hay que ver, no somos nadie", tales deudos mirarían al apesadumbrado con cara de "¿Pero estás gilipollas? Pues claro que no somos nadie, coño. ¿Tú quién te has creído que eres?"

Y eso es todo lo que tengo que decir en París, el día de nuestra señora del Pilar, por la tarde.

Mus