Decepción porcina
Hoy estaba yo tan feliz porque iba a presumir de guiso aprovechando que estreno casa.
Me orillé a Bocas para comprar avíos con los que preparar un guiso de frijoles. Con mucha alegría y más contento hallé unos rabitos de puerco y le eché el ojo a unos frijoles chiquitos de aspecto mantecosito que llaman ojinegros; merqué un pimientito, dado que ajos y cebollas ya tenía de haberlos comprado ayer, y también eché a la bolsa un frasquito de aceite de oliva que me vendieron a precio de barril de brent.
Con todo ello me llegué a la casa y al punto me afané con los preparativos. Piqué con mucho amor las verduras del sofrito, hice cachos los rabitos de puerco e incluso los doré un poco mientras se sofreían las verduras. Aparte puse a remojo los frijoles, que cada vez me miraban con más agrado y yo a ellos igual: amor mutuo. Eché unas pizcas de sal aquí y allá, y también unos granos de pimienta enteros que encontré en la despensa (por acá creo que le dicen pantri). Culminando la artística preparación, puse todo a hervir a su amor.
A las tres horas de cocción lenta, probé los frijolitos: salados.
Probé el caldo: más salado aún.
Me chupé el dedo: dulce, cual yo.
Me pellizqué un costado: solté un grito y me vejé de palabra y pensamiento.
Triste pensé que ya mi buena mano culinaria se había fugado con algún mal viento foráneo. No terminaba de creérmelo, porque yo no había puesto mucha sal, pero al fin comprendí que me había pasado lo contrario que a tantas mujeres: ellas se desviven por un salao que a la mera hora resulta ser un puerco desesperado por meterles el rabo y yo me dejé los ojitos en unos puercos que resultaron tener el rabo salao.
Me sentí como se deben de sentir los concursantes de La ruleta de la fortuna cuando tienen acumulada una lanita y la ruleta se les para en lo negro. Guaguaguagua'nnnn.
A ver cómo compongo yo esto. Por lo pronto me voy a cenar fuera, que es lo que con harta sabiduría recomienda Arguiñano que se haga cuando se pasa uno de sal con un guiso.
De lo que sí puedo presumir, y aprovecho la ocasión, es de que hoy agarré un machete y una escalera y me bajé tres cocos de un cocotero. Con cierta maña y a pesar de lo romo del machete, los pelé lo suficiente para poder sacarles después el líquido y ya los tengo refrescando en el refrigerador. Hay pocas cosas tan agradables como un agua de coco fresquita, máxime cuando uno se siente realizado por haberlo procesado hasta ponerlo a punto de ingestión.
Mañana me beberé el primero cuando regrese de bucear.
En cayo Carenero, el día de Santiago (apóstol), anocheciendo.
Mus
5 Comments:
No te mortifiques que seguro que a la próxima te saldrá muchisimo mejor....
besitos
jajajajaja...leshes que me voy ahoga con el hielo del tintorro.. Eso me pasa por pasarmelo bien leyendo tus desventuras con la sal de los rabitos.
Tengo una amiga que dice que si le pones un par de papas abiertas por la mitad y las dejas un ratito que hierva con lo que te ha salido salado, se arregla la cosa.
Tu mismo si decides hacerla caso...
Beshitos y ¡ah¡ la canción no funciona, y la de el post de abajo tampoco.
Son cinco mil chato. ;-p
Chuli pineando, que no haciendo el pino.
Dile a tu amiga que ese truqui quizá valga cuando te has pasado algo de sal, pero que ni de coña sirve si a lo que te enfrentas es a una salmuera. En este caso, echarle dos papas nomás sirve para echar a perder dos papas (y quizá media docena de obispos por añadidura).
Ya compuse lo de la canción, mersí bocú. :)
tienes nombre de órdago, eres duce, cocinas( o lo intentas), buceas, sufriste la canallitis y escribes muy bien.
con tu permiso me apunto al trópico
un saludo
Hola, Tequila.
Eres muy amable. :)
Soy cocinero desde hace tiempo, y en una ocasión incluso formé un dúo culinario, pero ejerzo poco ahorita. Más que cocinar para uno solo, lo que da hueva eso de ir al mercado a comprar para uno solo. En cuanto a lo de la canallosis, creo que más bien tengo el saldo equilibrado, y he sido el canalla más o menos las mismas veces que ellas han sido canallas conmigo. 'tamos en paz. :)
Ahhhh, bucear...
Salú.
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