26 abril 2007

Pongamos por caso


Un vocativo. Pongamos por caso ese caso y retrocedamos brevemente a los romanos, quienes, como todo el mundo sabe, estaban locos pero tenían su puntillo organizándose.

El vocativo es un caso. Dice el mataburros que un caso es, en gramática, una marca flexiva que sirve para expresar diferentes relaciones sintácticas. El vocativo del latín era una declinación (una terminación) con la que se indicaba que uno se estaba dirigiendo a alguien. En español no existe porque en español no existen casos como tales. Quien sepa alemán ya sabrá que ellos tienen cuatro casos: nominativo, genitivo, dativo y acusativo. Ellos tanto y nosotros ninguno, ¡no es justo! Sobre todo teniendo en cuenta que en latín tenían seis. En realidad no tiene nada de injusto, porque nos comunicamos igualmente sin ellos, es como usar una opción u otra.

Lo bueno de los casos es que se ahorra espacio, porque no hay que usar preposiciones sino que la terminación del sustantivo (y el adjetivo, si lo llevare junto) indica la relación. Lo malo de usar los casos es que hay que saberse las terminaciones, y eso tampoco es sencillo porque a su vez dependen del tipo de sustantivo.
Los lenguajes romances probablemente optaron por esta última opción precisamente porque proceden de latín vulgar y a la plebe mediterránea parece que le resultaba más cómodo no tener que memorizar las cosas.

Mas no se divague, que toda esta historia no tiene que ver con el vocativo. En español no tenemos este caso, pero con frecuencia nos dirigimos directamente a las personas y usamos nuestra propia adaptación del vocativo latino que perdimos. Puesto que ya no tenemos una terminación del sustantivo que nos diga explícitamente que nos estamos dirigiendo a la persona, necesitamos algo que lo haga, y ese algo es la hermosa, humilde, inigualable, ínclita, sensual y maravillosa.... ¡coma! Déjenme que se la presente:

Bella a la par que sencilla. La coma nos sirve, entre otras muchas cosas (las comas son como las madres del lenguaje: las pobres sirven para todo y de todo se tienen que ocupar), para decirle a alguien que nos estamos dirigiendo a él. Por eso escribimos Juan, ¡perro! y no ¡Juan perro!, Tócala otra vez, Sam y no Tócala otra vez Sam, Por favor, deja de molestarme y no Por favor deja de molestarme, aunque podemos decir ¿Me lo hace por favor? si lo que queremos es que alguien nos lo haga por la cara, que es diferente que pedirle a alguien cortésmente ¿Me lo hace, por favor? Cuando hablamos es común que no hagamos esas pausas y hablemos a la carrera, aunque tampoco es raro que sí la usemos incluso al hablar.

Curiosamente, cuando al escribir cambiamos de párrafo tras mencionar a la persona a la que nos dirigimos solemos usar dos puntos, no una coma, aunque parece que eso está cambiando en los últimos tiempos en que, acaso por influencia del inglés, es común que encabecemos las cartas con un Querido Fulano,[y aparte] en lugar de Querido Fulano:[y aparte].

En fin, todo esto es un rollo, y yo lo comprendo, pero es que, tal como está el patio, no puede uno arriesgarse a que una chica gramática lo desdeñe de nuevo en el lecho por haberle hurtado la coma en el arrebatado María mi amol ya pélame en lugar del canónico María, mi amol, ya pélame; o, mucho muy más peor aún, que cese bruscamente en su deleitosa actividad bucal cuando uno se dirige a ella con un poco fino Ay cariño como me gusta esto... en lugar del formal Ay, cariño, cómo me gusta esto... Algunos riesgos no merece la pena correrlos (de todos modos no se puede correr con los pantalones bajados) y, como decía el torero, hay gente pa' to'. Y, ay, uno puede jugar con la gramática cuanto desee, pero hay cosas que son sagradas ¡o al menos muy delicadas!

En la península de Yucatán, el día de san Isidoro (obispo y doctor de la Iglesia), por la tarde.

Mus

3 Comments:

Blogger chuliMa manifestó al respecto que...

Pues si es pecado, a mi me tendran que echar. (otra vez)
Excomulgada de una religion verdadera, echada de otra tambien verdadera, mejor me excomulgo yo solita de la reli gramatical, que tacha de pecadores a los que no hacemos pausa para poner ni una coma en su sitio.
Conste que me iré arrastrando mi cruz y mi martirio por todos los bares.
Uf, creo que escuchar a Gardel me ha puesto pelin idiótica

27/4/07 5:58 a.m.  
Blogger Mus manifestó al respecto que...

Los pecados solo existen en la mente de los fieles --y desde luego en la mía no--, así que todo es cuestión de en qué cree uno.

No hay una reli gramatical, y las normas no son normas que hay que seguir porque lo sean. Nadie va a cárcel alguna ni son normas en ese sentido, sino recomendaciones que emiten gentes muy diversas para facilitar a quienes escriben un lenguaje eficiente y preciso. Cuando se escribe se suele querer decir algo concreto y no dejar ambigüedades, pero si se desea ser ambiguo no hay problema alguno. No es pecado hacerlo. Escribí no hace mucho un artículo sin un solo signo de puntuación y no tengo nada de qué confesarme.

Cada uno escribe lo que le da la gana y como le da la gana: esa es la única y verdadera religión. Lo único que importa (creo) es hacerlo a sabiendas de lo que uno hace. :)

27/4/07 7:50 a.m.  
Blogger chuliMa manifestó al respecto que...

uffffffffff....y se quea tan pancho el mushasho.

;-)

27/4/07 12:17 p.m.  

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