Ya me voy
Ayer entré en la página electrónica de Air Europa y compré un boleto sencillo, de ida, a Madrid.
Me iré de México a comienzos de mayo, justo el día en que vence mi documento migratorio y algo más de cinco años después del comienzo de esta aventura increíble que ha cambiado mi vida, tranquilizado mi talante (bueno, a ratos), influido en mi parla y hasta alterado mi físico más allá de las canas que hubieran crecido en cualquier caso. Vine acá con el pelo por debajo de los hombros y me marcho pelón y con una arracada. No está mal, aunque mi tía Emilia frunza el ceño un poquejo.
Llegué acá siendo un pipiolo, un pendejo integral que se creía que para emprender una empresa lo que hacía falta era dominar a fondo un área del conocimiento. En apenas unos meses, México me propinó la bofetada de rigor, en realidad me dio una madriza despabilante: para emprender una empresa, uno debe ser ante todo un empresario. Yo no lo soy. Como además soy un cabezota, esto no lo habría aprendido nunca por sistemas habituales de enseñanza, así que solo me quedó el duro método de la prueba y el error. En ocasiones miro atrás y recuerdo la amargura del otoño del 2002 y la desesperación ante la inactividad, la mirada a la boca de aquel pozo interminable de quietud. Aquellos días me pareció que la inmovilidad de un proyecto en España y la inmovilidad de un proyecto en México no eran la misma inmovilidad. Sesgo de apreciación, supongo.
Visto el choque, me quedé pero decidí cambiar de vida. De pocas cosas podré, ya que no tengo hijos de los que enorgullecerme, estar tan satisfecho como de aquella decisión vital. México me ofreció los elementos necesarios y solo me hizo falta aportar algunas habilidades previas, prestar atención a lo que la gente decía a mi alrededor y leer lo que los mexicanos tenían que decir por escrito. Eso fue, más o menos, todo. Sin apenas inversión, labré y sembré un campito que me da frutos, alegrías y satisfacciones y tiene a mis creyentes contentos, al menos lo suficiente como para darme para vivir bien en este paraíso tropical. No está mal, nada mal; me siento privilegiado sin haber hecho gran cosa para ello.
Desde que dejé mi tierra por la aventura gringa, a comienzos del milenio, vengo sospechando que lo mío ya es irremisible y difícilmente volveré a mi país por tiempos prolongados. Como en la película Chocolat, vendrán ventoleras que me remuevan el culo del asiento. No sé cómo casará eso con mi soledad, ya se verá, pero por el momento estoy atado a esta forma de vida errante como lo está el nuevo amante al vientre sedoso y dulce de su amada.
Estos cinco años han sido la hostia y lo serán por siempre, o para el nuevo concepto de siempre que ahora conozco y aplico. Supongo que volveré.
En la península de Yucatán, el día de santa Catalina de Suecia (abadesa), una tarde soleada en que estreno en mi terraza la nueva pérgola, hecha de la bellísima madera del chicozapote, el árbol del chicle.
Mus
10 Comments:
Prométeme una cosa, Mus querido. Una nada más. Prométeme que aunque te vayas de mi tierra, vas a seguir escribiendo en tu blog para seguir en contacto. Y no sigo porque voy a llorar... (<_>)
Por supuesto, Cata, por supuesto. Mi trópico ya no es un concepto geográfico, si es que alguna vez lo fue, porque cuando llegué aquí me convertí en sustrato de la trópico insertasa, una enzima insidiosa que me metió estos cielos y estos mares en cada célula y va a estar canijo que se me desinserten, así que este trópico irá conmigo do quiera.
Me alegra leerte feliz. :)
Bisous.
"...y con una arracada" ¿?
Es igual donde estes mus, yo te tengo en mi room cream.
Por cierto...eso pedi.
;-)
juer...se me ha cortao el chisme este...
mus room cream resultó ser un revuelto de ajetes...
tie tela
Querido rolling stone,
Yo también espero seguir leyéndote estés donde estés. Y si estás en los madriles, pues mejor que mejor.
Terabesos
Sí, Chuli, una arracada. Estando en el Caribe, había que adoptar un aspecto de pirata, ¿no? ;)
¿'taba rico el regüelto? Pensar en los ajetes me produce sialorrea, pero acá no los venden. :( Mira, ya sé qué comeré en cuantico que llegue a Madrid. :D
Gracias, Lou, eres un amor. Oye, ¿te abriste una bitácora? Entré a tu perfil, pero no había enlaces. :(
Bitácora yo? Quita, quita... Yo no escribo, soy mas de leer. Solo dí de alta el perfil en una de esas tardes aburridas de Orense, como esta.
santo cielo, se referia a los aretes ¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Espero que sean orejeros por que en la nariz deben de fastidiar a la hora de sonarse.
Bonita la palabra 'arracada', ¿eh? :)
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