19 abril 2007

Armas


Vaya por delante una opinión: casi nada de lo que hacemos nos lleva hacia una vida más segura, así que todo consiste, creo, en ver si el riesgo compensa los beneficios. Eso vale desde la existencia de coches y aviones (que nos matan de vez en cuando) hasta la maternidad. El riesgo cero no existe ni para comerse un chicle, ya que siempre habrá quien se atragante y se muera a chuinganazo.

Hecha esta reflexión, leo en El País lo que dice el dueño de la tienda que le vendió las armas al asesino de Virginia Tech:
"Si las armas estuvieran permitidas en el campus, esto no habría ocurrido. Quizá hubieran muerto una o dos personas, pero antes de que cayera la tercera, el asesino habría sido abatido por alguien con un arma".
El diario refiere los comentarios de un dependiente del establecimiento:
"Mire, señora", explica con paciencia el dependiente, un tipo enorme, perilla perfectamente afeitada, sentado con las piernas bien abiertas, "si no fuera por mi derecho a armarme, yo hoy hablaría con acento británico y usted en alemán."

Y la periodista reflexiona y recoge una segunda opinión del empleado:

La referencia a varias guerras en distintos siglos es banal comparada con la siguiente tesis. "Los europeos son incapaces de entender qué pasa en este país. Es como si yo le intentara explicar a usted cómo se tiene un hijo". "¿No puedo, verdad?", pregunta. "Pues dejen de intentar averiguar cómo pensamos aquí".

A la periodista le puede parecer esto una barbaridad, pero creo que todo lo que dicen estas dos personas y su hilo de razonamiento se cae de puro evidente. Uno puede elegir entre tener un país en el que se controlen estrictamente las armas y tener un país en el que no se controlen apenas, pero si uno elige la segunda vía tal como se ha elegido, los razonamientos de estas personas me parecen impecables.

Otrosí digo que la frase "Los europeos son incapaces de entender qué pasa en este país." es más cierta que la ley de la gravedad. Los europeos no entendemos a los EE. UU. y seguimos confundiéndonos por el hecho de que se nos parecen físicamente y tienen su origen (como país y comunidad) en Europa. Nuestro sistema de vida está tan sumamente alejado del suyo a pesar de compartir que es inútil que hagamos críticas de estas cosas. Es un asunto interno, tan interno como cuando nosotros decidimos legislar sobre los matrimonios homosexuales o cualquier otro asunto controvertido.

Los estadounidenses pagan con sangre sus decisiones de dejar amplia libertad en la adquisición de armas, pero por el momento es evidente que les salen las cuentas. Ni más ni menos que cuando cualquiera de nosotros toma un avión, se sube a un automóvil o fuma. Aunque comprendo lo impactante de estas tragedias, en realidad son sucesos relativamente infrecuentes en un país que, no debe olvidarse, tiene 300 millones de habitantes y, por tanto, una cifra enorme de posibles desequilibrados, inadaptados y cualquier otro participio pertinente. Tampoco debe olvidarse que, al menos en España, no estamos exentos de este tipo de acciones, a una escala más modesta, como sucedió con la residente médico que entró apuñalando a todo el mundo en la Concha de Madrid y los sucesos de Puerto Hurraco. En los Estados Unidos suceden más, sí, pero también son casi ocho veces más gentes; y de todos modos, insisto: por el momento, les trae cuenta, porque si no se la trajera ya habrían enmendado su constitución.

Por supuesto, la gran pregunta es: Si las armas estuvieran permitidas en el campus o todo el mundo fuera armado a todos sitios, quizá disminuirían los casos de asesinatos colectivos de este tipo pero, ¿aumentarían los casos de muerte por haber dirimido a balaceras situaciones de estrés cotidianas? Yo para mí que sí, ¡vaya que sí! Todos pasamos momentos de crisis, momentos en que nos gustaría retorcerle el pescuezo al prójimo, y tener a mano un arma es algo muy peligroso precisamente por eso. Hoy también leía en la prensa la declaración de un militar afectado en los asesinatos del 11 de marzo en Madrid, que decía que había optado por no salir armado porque no podría responder de su buen juicio a la hora de usarlas llegado el caso de que una situación se le ponga caliente. Por supuesto, la respuesta del vendedor de armas estadounidense sería inmediata: el que no sepa portar armas, que no las porte. El siguiente paso de su hipotética línea de propuestas/pensamientos, imagino, sería darle capacitación a todo el pueblo de los EE. UU. El caso es seguir vendiendo pistolas y rifles de asalto.

Creo que debiéramos regresar a las hondas. En fin, son sus ciudadanos los que votan y los que mueren; los demás nos limitamos a observar.

En la península de Yucatán, el día de san León IX (papa), una madrugada de insomnio.

Mus

1 Comments:

Blogger chuliMa manifestó al respecto que...

Ellos con tal de forrarse el riñón,
te vendían primero peligro y después protección,
eso, hijo mío, es lo que es ser chulo.
Y nosotros no supimos darles un azote en el culo. J.K.

A mi de estos ya no me deberia de sorprenderme casi nada. Aunque si lo hace. Ingenua canastera es lo que soy.
Shaluditos wapo

19/4/07 5:04 a.m.  

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