La elección de un nombre
Cuando nacemos, nos ponen un nombre. Cuando nace un bicho del cual somos responsables, le ponemos un nombre. También a las casas o los edificios se les ponen nombres a veces, y a los programas informáticos y a las playas y a los mares y a todo. Tenemos la denominación en la sangre lingüística.
Los nombres traspasan las fronteras, y allende las nuestras (las de nuestro ámbito y lenguaje) es común que otras personas elijan adaptar esos nombres a su propio lenguaje, ora por serles más sencillo de decir, ora porque ni siquiera comparten el mismo alfabeto ora por lo que buenamente les diere la gana.
Sin embargo, dentro de una misma lengua, es poco común que un nombre se escriba propiamente con grafía diferente entre unos lugares y otros. Quitando los errores ortográficos comunes (siempre habrá quien escriba Varcelona, pero no va de esto lo de hoy), todos escribimos los nombres tal como los oímos. A veces no sabemos cómo se escriben y los que el nombre ostentan nos lo aclaran. Por ejemplo, si nuestros papis se decidieron por nominarnos Arón (y no Aarón, que es el nombre relacionado más difundido, creo yo), Bertha y no Berta o Karla y no Carla, nos corresponderá a nosotros explicárselo al vecino para que lo escriba tal como a nosotros nos lo impusieron, ya que a tal vecino le será imposible averiguarlo así nomás por artes amíricas (de Amira, bien sûre).
Pues algo así pasa con los mexicanos.
La equis del nombre del país, ergo del gentilicio, es una reliquia del pasado, la misma que puede encontrarse en el título de la más famosa novela de la Historia (cuyo título original es El ingenioso hidalgo don Quixote de la Mancha) y en algunos apellidos y nombres (Ximénez, Xavier) y que aún hoy leemos en textos de español viejo sin saber, en nuestra mayoría, que esa equis se pronuncia en español como una jota.
El origen de la equis de México tiene interpretación de los más variados pelajes, algunas de ellas líricas hasta el empalago, y es bueno que así sea si debe hacerse caso a don Sebastián de Covarrubias, que en el siglo XVII escribió:
Durante no poco tiempo existió vacilación entre los propios mexicanos acerca de escribir el nombre de su país con jota o con equis, y tengo yo documentos gráficos de ello, incluidos periódicos del mexicanísimo periodo revolucionario (véase la entradilla de la noticia de la foto, tomada en la casa museo de los hermanos Serdán en Puebla), pero lo cierto es que hoy en día, en México, a nadie se le ocurriría escribir el nombre con jota, y no son pocos los que se sienten ofendidos cuando así lo ven escrito; a veces, muy ofendidos.
El asunto da que hablar en la internet, y no faltan cibertrifulcas en los archivos. Yo, que hasta que llegué acá ni tenía especial interés por el idioma español como ahora ni sabía nada de México aparte de los tópicos clásicos, los chistes de Lupita y las canciones de la Revolución que mi padre hacía sonar en nuestros viajes por España, muchas de las cuales aún canto de corrido (valga el juego de palabras). No recuerdo siquiera cómo escribía México, pero lo más probable es que hiciera lo que haría cualquier persona sin avisar y como suele escribirse en España y en otros países: con jota. De hecho, no tenía ni puta idea de que aquella equis que leía en libros añejos fuera forma arcaica de un sonido jota, y pensaba que eso de Quixote era como lo decían los gringos, o que los enxiemplos del conde Lucanor se pronunciaban enshiemplos.
Cuánto desconocemos, madre mía... Y no será que no es fácil advertirlo si se fija uno. Basta mirar algunas lenguas de cultura (el gallego y el catalán, sin ir más lejos) para ver cómo en esos idiomas aún persisten muchas de esas equis (aunque no se pronuncian jota) en palabras que en español llevan hoy en día una jota (dixo, teixera, baixa).
En fin, cuando llegué aquí, rápidamente me di cuenta del tema de la equis, y como es natural (y con la pena debida por mi desconocimiento) igual de rápidamente cambié mi forma de escribirlo.
La cosa es que, con semejante grafía, a cualquiera que le dices que México debe escribirse con equis pasará inmediatamente a pronunciar Mécsico, lo que resulta improcedente (si uno habla español, claro; los de otros idiomas que lo pronuncien como deseen). Hace ya muchos años que la equis no se pronuncia como jota, y no cabe esperar que el común sepamos estos detalles, entre otras cosas porque nadie nos los enseña. Esto de que los que hablamos español pronunciemos Mécsico o escribamos Méjico es algo a lo que se arriesgan los mexicanos por elegir el arcaísmo, al igual que Karla se arriesga a que le pongan mal el nombre o Bertha se arriesga a que alguno que sepa un poquillo de inglés la llame Berza (excelente estrategia, por otro lado, para que un vegetariano le haga un cunilingus deleitoso) pero en cualquier caso es su decisión. Mientras, siempre que los demás sepamos de qué va el asunto con los mexicanos y cómo se pronuncia esa equis, lo educado y razonable es escribir el nombre de la gente y de los países (de habla española) tal como ellos se autodenominan y pronunciarlos tal como ellos lo desean, que bien poco cuesta. Tristemente, hay quien ni con este argumento tan evidente está satisfecho.
Como decía, hace años se mantenía en el propio México la vacilación entre la jota y la equis. Un problema que tienen pendiente es el de otros muchos lugares mexicanos que mantienen la vacilación de esta equis. Por ejemplo, viajando por Jalisco no es infrecuente ver quienes abogan por la grafía Xalisco, y en Xalapa (una ciudad veracruzana) se encuentra uno un marasmo considerable, agudizado por el hecho de que esta ciudad da nombre a un tipo de chile, el jalapeño, que me pregunto yo cómo verían los empresarios del ramo tener que cambiar a xalapeño. Y este es el problema: que se puede llamar a quien quiera como quiera, pero es importante que el interesado facilite también las cosas manteniendo cierta armonía para que podamos seguirle la pista a cómo debemos llamarlo. Me pregunto también si habrá algún tipo de significación política entre esas denominaciones con equis o con jota, porque visto lo que he llegado a oír acerca del asunto de Méjico/México, no me extrañaría nada.
En la península de Yucatán, el día de san Pío V (papa), por la tarde.
Mus
Los nombres traspasan las fronteras, y allende las nuestras (las de nuestro ámbito y lenguaje) es común que otras personas elijan adaptar esos nombres a su propio lenguaje, ora por serles más sencillo de decir, ora porque ni siquiera comparten el mismo alfabeto ora por lo que buenamente les diere la gana.
Sin embargo, dentro de una misma lengua, es poco común que un nombre se escriba propiamente con grafía diferente entre unos lugares y otros. Quitando los errores ortográficos comunes (siempre habrá quien escriba Varcelona, pero no va de esto lo de hoy), todos escribimos los nombres tal como los oímos. A veces no sabemos cómo se escriben y los que el nombre ostentan nos lo aclaran. Por ejemplo, si nuestros papis se decidieron por nominarnos Arón (y no Aarón, que es el nombre relacionado más difundido, creo yo), Bertha y no Berta o Karla y no Carla, nos corresponderá a nosotros explicárselo al vecino para que lo escriba tal como a nosotros nos lo impusieron, ya que a tal vecino le será imposible averiguarlo así nomás por artes amíricas (de Amira, bien sûre).
Pues algo así pasa con los mexicanos.
La equis del nombre del país, ergo del gentilicio, es una reliquia del pasado, la misma que puede encontrarse en el título de la más famosa novela de la Historia (cuyo título original es El ingenioso hidalgo don Quixote de la Mancha) y en algunos apellidos y nombres (Ximénez, Xavier) y que aún hoy leemos en textos de español viejo sin saber, en nuestra mayoría, que esa equis se pronuncia en español como una jota.
El origen de la equis de México tiene interpretación de los más variados pelajes, algunas de ellas líricas hasta el empalago, y es bueno que así sea si debe hacerse caso a don Sebastián de Covarrubias, que en el siglo XVII escribió:
Es tan de grande utilidad el conocimiento de las etimologías, que aun hasta las falsas se han de estimar, porque ocasionan a la inquisición y investigación de las verdaderas.El amigo Covarrubias parecía decantarse por la información de cualquier calidad o, como suele decirse: si non é vero, é ben trovatto. Pero lo que parece claro es que todo el mundo la pronuncia tal como se pronunciaron esas equis hasta hace apenas doscientos años y como deben pronunciarse las pocas que quedan: como jotas. La pronunciación de la jota tampoco es nada uniforme, y va desde las firmes jjjjjotas castellanas hasta las haches aspirhhadas de los andaluces y la leve j-hota de los propios mexicanos. Cada uno que la pronuncie como sea su natural... pero esas equis son jotas.
Durante no poco tiempo existió vacilación entre los propios mexicanos acerca de escribir el nombre de su país con jota o con equis, y tengo yo documentos gráficos de ello, incluidos periódicos del mexicanísimo periodo revolucionario (véase la entradilla de la noticia de la foto, tomada en la casa museo de los hermanos Serdán en Puebla), pero lo cierto es que hoy en día, en México, a nadie se le ocurriría escribir el nombre con jota, y no son pocos los que se sienten ofendidos cuando así lo ven escrito; a veces, muy ofendidos.
El asunto da que hablar en la internet, y no faltan cibertrifulcas en los archivos. Yo, que hasta que llegué acá ni tenía especial interés por el idioma español como ahora ni sabía nada de México aparte de los tópicos clásicos, los chistes de Lupita y las canciones de la Revolución que mi padre hacía sonar en nuestros viajes por España, muchas de las cuales aún canto de corrido (valga el juego de palabras). No recuerdo siquiera cómo escribía México, pero lo más probable es que hiciera lo que haría cualquier persona sin avisar y como suele escribirse en España y en otros países: con jota. De hecho, no tenía ni puta idea de que aquella equis que leía en libros añejos fuera forma arcaica de un sonido jota, y pensaba que eso de Quixote era como lo decían los gringos, o que los enxiemplos del conde Lucanor se pronunciaban enshiemplos.
Cuánto desconocemos, madre mía... Y no será que no es fácil advertirlo si se fija uno. Basta mirar algunas lenguas de cultura (el gallego y el catalán, sin ir más lejos) para ver cómo en esos idiomas aún persisten muchas de esas equis (aunque no se pronuncian jota) en palabras que en español llevan hoy en día una jota (dixo, teixera, baixa).
En fin, cuando llegué aquí, rápidamente me di cuenta del tema de la equis, y como es natural (y con la pena debida por mi desconocimiento) igual de rápidamente cambié mi forma de escribirlo.
La cosa es que, con semejante grafía, a cualquiera que le dices que México debe escribirse con equis pasará inmediatamente a pronunciar Mécsico, lo que resulta improcedente (si uno habla español, claro; los de otros idiomas que lo pronuncien como deseen). Hace ya muchos años que la equis no se pronuncia como jota, y no cabe esperar que el común sepamos estos detalles, entre otras cosas porque nadie nos los enseña. Esto de que los que hablamos español pronunciemos Mécsico o escribamos Méjico es algo a lo que se arriesgan los mexicanos por elegir el arcaísmo, al igual que Karla se arriesga a que le pongan mal el nombre o Bertha se arriesga a que alguno que sepa un poquillo de inglés la llame Berza (excelente estrategia, por otro lado, para que un vegetariano le haga un cunilingus deleitoso) pero en cualquier caso es su decisión. Mientras, siempre que los demás sepamos de qué va el asunto con los mexicanos y cómo se pronuncia esa equis, lo educado y razonable es escribir el nombre de la gente y de los países (de habla española) tal como ellos se autodenominan y pronunciarlos tal como ellos lo desean, que bien poco cuesta. Tristemente, hay quien ni con este argumento tan evidente está satisfecho.
Como decía, hace años se mantenía en el propio México la vacilación entre la jota y la equis. Un problema que tienen pendiente es el de otros muchos lugares mexicanos que mantienen la vacilación de esta equis. Por ejemplo, viajando por Jalisco no es infrecuente ver quienes abogan por la grafía Xalisco, y en Xalapa (una ciudad veracruzana) se encuentra uno un marasmo considerable, agudizado por el hecho de que esta ciudad da nombre a un tipo de chile, el jalapeño, que me pregunto yo cómo verían los empresarios del ramo tener que cambiar a xalapeño. Y este es el problema: que se puede llamar a quien quiera como quiera, pero es importante que el interesado facilite también las cosas manteniendo cierta armonía para que podamos seguirle la pista a cómo debemos llamarlo. Me pregunto también si habrá algún tipo de significación política entre esas denominaciones con equis o con jota, porque visto lo que he llegado a oír acerca del asunto de Méjico/México, no me extrañaría nada.
En la península de Yucatán, el día de san Pío V (papa), por la tarde.
Mus
18 Comments:
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ups, me equivoqué al enviar esto. Decía yo que se te olvidó Téjas, corazón santo. Jack acostumbra escribir Téjas cuando se refiere al territorio que solía ser mejicano al inicio de nuestra independencia, y Texas cuando nos lo arrebataron los gringos. También escribe Xalisco cuando se refiere al antiguo territorio de mi estado, el cual comprendía los territorios actuales de Jalisco, Colima, Nayarit, Aguascalientes y un buen trozo de Zacatecas y Michoacán. Vaya, que ni él mismo se entiende pero le gusta confundir a los demás.
El caso de Tejas es un poco diferente, porque Tejas no es un territorio de habla hispana aunque sus raíces lo sean (y apaches y todo eso antes que hispanas, en justa verdad). Los gringos pueden escribirlo como quieran, pero yo no veo el menor motivo para no modernizar ese nombre siguiendo el modelo general de la jota. México y algunos otros topónimos mexicanos son una excepción por cortesía a unos hablantes de español, pero creo que conviene restringir las excepciones a lo mínimo, por pura economía.
Como es natural, tampoco tengo el menor problema en que se escriba Texas, pero eso hace que un topónimo de un país de habla no española sea difícil de pronunciar correctamente (hay que saberse el truco de la jota) y, de todos modos, cada vez que hablo con alguien que vive en Tejas me suelta eso de corridillo: radico en dallastecsas, o en jiustontecsas o en sanantoniotecsas, y ninguno dice dalastejas, jiustontejas o sanantoniotejas.
Con los idiomas ajenos hay que ser respetuoso. Yo no tengo el menor problema de que a Sevilla la llamen "Seville", de que a México la llamen "Mexico City" o a Cancún lo llamen "Cancun", así que no veo qué se les da a los gringos por que yo llame Tejas a su Texas. También escribo Los Ángeles, y no "Los Angeles", y no se enfadan, ni yo me enfado porque ellos digan "Monterey" a su ciudad californiana en lugar de Monterrey.
Así que yo creo que, en español, la mejor idea con Tejas es aplicarle la modernización. :)
Ah, cuántas horas de discusiones pasé con mis profesores para tratar de decidir cómo llamarle a un lugar en un momento determinado antes y después de la Guerra de Téjas... Ahí tienes el caso de El Pueblo de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles del Río de Porciúncula, ahora simplemente Los Ángeles, California (apruebo el cambio); Misión San Francisco de Asís y la villa adjunta de Yerba Buena son ahora simplemente San Francisco, California; Misión San Antonio de Valero y el pueblo adjunto de Béxar son ahora San Antonio, Texas; y por supuesto, aunque viéndolo bien no sé por qué hay que darlo por supuesto, Presidio de la Bahía del Espíritu Santo es ahora Goliad, Texas. Éste último nombre, que seguramente encontrarás interesante, es el anagrama de Hidalgo pero sin la H, y eso se debe a que lo nombraron así en honor al padre de la patria mexicana en 1829. Lamentablemente en 1835 los texians (que no los tejanos) declararon su independencia y al imbécil de Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de Lebrón no se le ocurrió mejor respuesta que masacrar a 314 texians en 1836. Y es que Santa Anna no se cansaba de meter la pata. Ya contaré esa historia en mi blog.
Jaja, Jack, de tan largos, ¡esos topónimos parecen nombres de sindicato mexicano!
Santa Anna era una pieza, sí. Cuando uno piensa lo enormísimo que es Tejas (y que no era solo la Tejas actual) resultan fascinantes estos cambios de dueño. Cuando pienso en la compra de Alaska me pasa algo parecido.
Querido Mus:
¿No se te ha ocurrido pensar que "Méjico" aparece escrito sobre todo por españoles o hijos de españoles, aquella élite, que durante tanto tiempo estuvieron al frente de los movimientos políticos de México?
¿Me puedes decir todos los sonidos que tiene la equis en México?
Sinceramente. Tu carnal
Vaya, respondí ayer pero parece que no entró mi comentario.
Nunca he visto a nadie en México que escriba "Méjico", así que no comprendo bien la cuestión, y no tenía ni idea de que los españoles (en realidad, supongo que mexicanos naturalizados porque como españoles a secas no los habrían dejado, supongo) o sus hijos hubieran estado al frente de movimiento político alguno.
No sé cuáles son los sonidos que tiene la equis en México.
Nomás aclarar que nunca lo he visto ("Méjico") en persona, en gente de mi tiempo, ya sea en comunicaciones personales o en periódicos de hoy en día. Sí lo he visto, y de ello aporté una prueba gráfica, en periódicos de hace algunos años, pero que no diría yo que son antiguos ni que usen un español arcaizante. Cabe la posibilidad de que tales periódicos fueran de españoles, pero lo dudo mucho.
No lo dudes tanto, estoy seguro que es demostrable. Supones demasiadas cosas.
Tu carnal
PD: Pido un blog sobre los distintos sonidos de la equis en México y el mundo.
> No lo dudes tanto, estoy seguro que es demostrable. Supones demasiadas cosas.
Está estupendo que estés seguro, estupendo. La seguridad tiene probablemente muchas ventajas, que yo solo alcanzo a imaginar porque soy la típica persona que nunca está segura de casi nada, y de las opiniones (propias o ajenas) no se puede estar seguro nunca. Los datos son los que cuentan, y no los veo con la frecuencia que desearía.
> Pido un blog sobre los distintos sonidos de la equis en México y el mundo.
Me parece buena idea. Ánimo con ella. :)
Sabes lo que te digo: ¡Quemamuchoelsol! Si quieres cambia la che por equis. Tu carnal
Ah, bueno, pues eso es fácil, hombre, claro que quiero. A ver así:
Quemamuxoelsol.
Quemamuxoelsol= ¡Qué mamón!
Pues si te refieres a su significado peninsular, pue que sí y pue que no. Y si te refieres a su significado mexicano, pue que no y pue que sí.
Lo más probable es que quién sabe.
Eres un mamón en todos los sentidos y acepciones. Además eres feo con efe de foco fundido.
Muchas gracias. Yo también te quiero.
Qué bonitas son las conversaciones familiares, verdá del mondesvol que sí. Hasta se me salió una lagrimilla...
Uy, yo lloré horrores con este intercambio afectuoso, solo comparable a ver 'La fuerza del cariño" o 'Steel Magnolias'. Si es que soy un tierno que no sé si me explico...
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