28 agosto 2008

Las invitaciones peligrosas



Entre el español y el inglés, y la cultura española y la inglesa, una de las diferencias más notables (y con frecuencia desagradable y sorpresiva) es la relativa al verbo invitar y su equivalente parcial to invite.

En nuestro gen de interacción social, los españoles tenemos por ahí metido algún exón que codifica la proteína de la gorronería, y nos encanta ir a todos lados sin pagar nada. ¡Natural! A cambio, o quizá regulado por esa misma proteína, solemos hacer grupetto a la hora de pagar y es común dividir la cuenta a partes iguales y no andar cada uno pagando lo que consumió. Como es normal, esto que queda dicho no debe tomarse como una afirmación categórica, ya que de todo hay y además yo ni siquiera conozco la mayoría de los pueblos latinos.

Diz el DRAE onláin:
Invitar: 1. tr. Llamar a alguien para un convite o para asistir a algún acto.; 2. tr. Pagar el gasto que haga o haya hecho otra persona, por gentileza hacia ella.
Esta peligrosa dualidad no es así en inglés. Cuando un anglo quiere pagarte un trago lo dice así de crudo: Let me buy you a drink (literalmente "Deja que te compre un trago"). Si te dice I would like to invite you to a party tonight hay que andarse con ojo, porque lo más seguro es que a continuación te diga cuál es el precio que debes pagar (en efectivo) por asistir al evento o te conmine a llevar tales o cuales cosas de comercio y de bebercio como condición sine qua non.

Diz el Merrian Güester onláin:
To invite: to request the presence or participation of.
Y no dice nada de hacerse cargo de gasto alguno como en español, así que habrá que convenir que es un verbo que constituye un falso amigo parcial. Lo de falso amigo viene aquí más que al pelo, porque es justo lo que un español (o yo, digamos) siente que es el de enfrente cuando le pide que apoquine tras haber sido invitado a algo.

Yo no digo que lo de los anglos sea mala idea. Como comentaba hace algunos meses sobre las reglas de etiqueta a la mesa, todo esto no es más que una convención y es perfectamente razonable siempre que uno se la sepa. Nomás que yo paso: a mí cuando me invitan, me invitan, y aquí o jodemos todos o se pincha la muñeca. Y por supuesto, si yo invito a alguien, espero que no me venga con que qué debe pagarme. Los detalles, como unos pasteles o una botella de vino son siempre bien recibidos porque a todos nos gustan los regalos, pero no se trata de pagar partes proporcionales sino de tener un detalle, y si alguien no lo trae no pasa ni media.

Hoy me acordaba de todo esto porque ayer me habían preinvitado a una fiesta y luego me dijeron que siempre no, que era una fiesta "cerrada" y que ya habían calculado lo que debía llevar cada uno y todo eso y no había lugar para un español tragón y salidorro. Así que me sentí un poco aliviado, porque no me gustan esas fiestas; no me gustan nada.

En cayo Carenero, el día de san Agustín (obispo y doctor de la Iglesia), por la tarde.

Mus

27 agosto 2008

Transtextualización



Desde que se pusiera de moda plagiar con descaro, yo he venido estando muy contento. Esto de copipegar es de lo más socorrido, y hacerlo citando al autor está cercano a lo sublime. Por eso, y porque hoy tengo unas ganas de dar paseos parafluviales con moza que no sé simesplico, me atrevo a desplegar aquí sin arte alguno por mi parte mi poema favorito en lengua castellana (que por otro lado es la única lengua en la que conozco poemas).

Es de Federico García Lorca y se llama 'La casada infiel'.
Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.

Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.

Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.

Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
Le regalé un costurero
grande de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.
Es difícil encontrar algo con tanto ritmo, ya sea en verso o en prosa. Casi parece que uno va en la poesía, apartando lirios, costureros y enaguas, y se desnuda y todo y hace las cochinadas con la mozuela y la ensucia de besos, de aquellos besos que nadie quiere lavarse. Además, yo prefiero que no sean mozuelas, y si han de ser casadas, pues que sean.

En cayo Carenero, el día de santa Mónica (viuda), por la noche.

Mus

P. D. El martirologio tiene estas cosas de especificar la viudedad de las santas. ¡Ay, bendito!

23 agosto 2008

Ligar es complicado



En mi caso, diríase imposible. El otro día lo intenté y fracasé estrepitosamente. Es decir, otra vez.

Cuando salen a ligar, los hombres avisados hacen tres cosas: ducharse, hacerse una paja y preparar una estrategia. El motivo de la ducha es anodino; el de la paja creo que es evidente, pero no se lo pienso contar por si esto se lee en horario infantil; y lo de preparar la estrategia también es obvio aunque siempre me da un resultado nefasto, así que no sé si debiera contarlo.

Ni modo: ya que me he puesto, adelante, que todo le parece imposible al que nunca intenta nada.

Salí a tomar unas chelas (mi preferida aquí es de la marca Balboa) y mientras me acercaba en el halohidrotaxi a Bocas fui pergeñando mi plan. Decidí que puesto que arrimar la mano al trasero de desconocidas no me traía más que guamazos y reconvenciones y dar palique normal y agradable como hace la gente sensata no figura entre mis cualidades, iría de intelectual. Esto sí se me da muy bien (es decir, "ir de", no "serlo").

Gentil señorita, buenas noches, mi nombre es Mus y quisiera sentarme a platicar con usted si no hay inconveniente.
Ah, hola, Mus, encantada. Me llamo Keitia.
Qué encantador nombre, Keitia. Pues nada, que precisamente de eso quería yo hablar, de nombres.
No entiendo...
Keitia, ¿sabe usted por ventura qué es un homófono?
¡Guarro!

Me dio una bofetada justo en el momento en que un apagón silenció el reguetón machacante, con lo que el sopapo que encajé resonó como alarido ecoico en el Gran Cañón. Vejado y con rostralgia, ni siquiera me acabé la Balboa que acababa de pedir. Simplemente agarré la salida y busqué un halohidrotaxi que me permitiera ir arrastrado, por aquello de acoplarme en lo físico a mi amargura y desolación emocional.

Cuando llegué a casa, encima, el halohidrotaxista me cobró doble porque dijo que esas perversiones de ser arrastrado por las aguas suponían un precio especial. Ni modo.

Creo que aquella chica se excedió. Yo solo quería explicarle una cosa que recién había descubierto, una palabra extraña en inglés y que en español creo que decimos mejor.

Son palabras homófonas las que suenan igual aunque se escriban de distinto modo. Por ejemplo, haya (el árbol), haya (de haber), halla (de hallar) y aya son homófonas. No le veo a esto la guarrada por ningún lado, por eso creo que aquella chica se excedió, aunque tuviera tan encantadora gracia. El caso es que a estas palabras en inglés las llaman homonyms.

La culpa última de mi mal fario con el intento de ligoteo la tiene el inefable compañero Quoth, que recién publicó una serie un tanto desquiciada sobre una sirena o algo así y usó un juego de palabras (en inglés) para titularlo: A Tail's Tale, que vale por algo así como El cuento de la cola.

Tail y tale son homófonas en inglés. Me parece que el término metalingüístico que eligieron los anglos fue poco afortunado por su carácter vago. La etimología de homonym es griega y significa "nombres iguales", pero no dice en qué son iguales, si en su escritura o en su pronunciación. En cambio, en español, homófono significa claramente "que suena igual", y eso da un matiz muy útil para saber de qué trata el asunto. Y para que te den hostias en los bares, como comprobé ayer, ay.

La próxima vez creo que en lugar de ir armado de flores a las citas galantes, haré como Cyrano e iré armado de florete. Nadie podrá discutir, al menos con el diccionario en la mano, que a la hora de tirar, un florete es tan pertinente como cualquier otra cosa, o incluso más.

En cayo Carenero, el día de santa Rosa de Lima (virgen, 'jatetú), por la noche.

Mus

15 agosto 2008

Exigencia

Exijo a los modelos de esta foto que se disculpen de inmediato:
  • Ante los espectadores de cine de acción de todo el mundo.
  • Ante los Ángeles del Infierno y otros grupos análogos.
  • Ante las vacas y borregos que dieron su vida para crear las chupas de cuero que mancillan estos señores con su indigno posado.
  • Ante los antes.
  • Ante Dios nuestro Señor, es nuestro deber y salvación darte gracias...
Ya me lié.
  • Todas las anteriores son ciertas.
En cayo Carenero, un viernes de chitras molestonas.

Mus

P. D. En Panamá hay una colonia china importante y en Bocas del Toro, como en casi todo el país, las tiendas de comestibles están casi sin excepción regentadas por chinos. Ahorita que estuve de compras fui testigo de esta conversación entre un muchacho de aspecto ngöbe y la cajera china:

¿Cuánto son las dos cervezas?
Son 2.60, a 1.30 cada una. Todos lo días las compra y todos los días le digo el precio.
Sí, ya sé, pero es que siempre me lo dice usted en chino...

Qué desfachatez, qué espanto, qué racismo el del indio este. ¡Que le corten la cabeza!

14 agosto 2008

Ismos desde el istmo



Hace algún tiempo, alguien me acusó de esclavista por tener contratada una mucama. Bueno.

Hace unos días, un ser anónimo me acusaba de machista. No daba mayores explicaciones, así que lo debió ver claro, quién sabe si con más clarividencia incluso que Amira. Pero no, ahora que lo pienso, eso es imposible. Amira, a. q. D. g. mm. aa., es la mejor astróloga de los últimos tiempos y eso es muy difícil de superar, ni siquiera a base de inventos.

De lo que no tengo duda es de que el término machismo es hogaño eminentemente peyorativo, como lo son tantos otros ismos: fascismo, racismo o incluso anglicismo, que aparte de sus descripciones pulcra de diccionario (que también pueden variar) acarrean un componente de indeseabilidad. Así, incluso algunos racistas blancos de por ahí se llaman a sí mismos supremacistas blancos, que viene a decir lo mismo pero es menos feote en sociedad.

Tú qué eres, ¿racista o supremacista blanco?
¿Yo? Uy, supremacista blanco de toda la vida.
Ah, mucho mejor, dónde va a parar.

Creo que cuando a alguien se le llama machista o racista, y en algunos casos incluso si se le llama feminista, se le está diciendo algo feo. Pudiendo decir cosas lindas, elegí que pensaría con calma cuándo decir cosas feas.

Las visiones del mundo se transmiten, desde luego, y hay fuerzas poderosas que pujan para hacer que prevalezcan las suyas. El racismo y el machismo son ejemplos paradigmáticos a los que acaso convenga parar los pies, pero resulta que a veces la lucha logra el mismo estúpido efecto: oponerse para prevalecer e imponer en lugar de exponer y convencer.

Ayer leía con un punto de tristeza y no poca indignación que los gringos aplican sus visiones sobre las razas y la corrección política a un anuncio en el cual los jugadores olímpicos de baloncesto españoles salían rasgándose los ojos. ¿Es eso burlarse de los chinos? ¡Y una mierda! ¿Sería una burla que el equipo chino de ajedrez se rizara el pelo (se lo pusiera chino, vaya por dios) y se pintara la cara con un tizón durante el campeonato mundial de jaquemates en Jamaica? ¡Pues claro que no! Otra mierda. A ver si ahora va a resultar que disfrazarse de reina de los mares en un anuncio es un atentado contra la identidad étnica de estos monarcas oceánicos, no te jode, y ponerse un traje de sirena va a ser atentatorio contra el derecho consuetudinario de la mujer sardina.

¿Y qué significa consuetudinario?
Pues ni puta idea, hombre, pero no me interrumpa que se me va el hilo.
Ah, pues perdone, le pido mil disculpas.

Lo malo no son las opiniones de los gringos o de cualquier otro, sino su presión para que algunos jugadores que laboran allá pidan disculpas por esa foto. Los Estados Unidos es el país de las disculpas públicas; todo se solventa a base de disculpas como los católicos practicantes solventan sus demoños a golpe de contrición privada ante sus confesores redentores. Cojonudo, es un sistema estupendo.

¿Entonces hice bien pidiéndole disculpas antes?
Sí, hombre, sí hizo bien, pero con la pregunta ya volvió a interrumpirme y volvemos al comienzo.
Ah, coño, es verdad. Bueno, siga, que ya me callo.
No se preocupe, ya voy acabando.

Un uso desgraciado de los ismos, propio de gringos y anónimos, es acusar a la gente de apólogos de tales ismos y hacerlo sobre bases estúpidas o como producto birlibirloquero de la inventiva particular. Es lo bueno que tiene la libertad de expresión. El que suscribe sabe bien y admite el hecho de que las opiniones son como los culos: todos tenemos la nuestra. Lo único que desearía es que los juzgadores dieran tantito salto intelectual y cultural antes de rasgarse vestiduras y lanzar con el culo soflamas de lo que es propio de tan noble y útil anatomía: de mierda.

En cayo Carenero, el día de san Maximiliano Kolbe (presbítero y mártir), a mediodía.

Mus

11 agosto 2008

Algunas mujeres no entienden nada

Peter Parker: I want you to know that I will always be there for you; I will always be there to take care of you. I promise you that. I will always be your friend.
Mary Jane: Only a friend, Peter Parker?
Peter Parker: That's all I have to give...
Y ella, que en la misma película se ha paseado del brazo de otros dos tipos de ínfima catadura moral sin despeinarse demasiado por ello, echa lagrimones desconsolada después de que el alter ego humano de Spiderman le haya dicho lo más grande que un hombre, aunque sea un hombre araña, le puede decir a una mujer.

Qué pinche manía de ser novias, esposas, algo que aparente. ¿Para qué quieren títulos volátiles, estatus vanos, respetos de cláusula y considerando?

No hay quien entienda esta aristocracia vanidosa y tonta, el desprecio de lo sublime y eterno, lo auténtico, por el mero hecho de tener una denominación plebeya.

Me voy a acostar.

En cayo Carenero, el día de santa Clara (virgen), rayando la medianoche.

Mus

09 agosto 2008

(Des)composición



Siempre que me amputan o mutilan me siento como raro, como que me quedara sin algo, quién sepa por qué.

Primero fue aquello de la oreja. No me la quitaron entera, pero es que se me infectó el bujero del pendiente y me rebanaron un cacho para impedir que la gangrena se me llevara por delante la jeta.

Luego tuve un problemilla con un panadizo mal tratado en el cuarto ortejo del pie derecho. Cuando me quise dar cuenta, tenía un colorcillo azulado en algún tarso más del que habría deseado, y allá que vino el tipo aquél vestido de verde indiferenciable, armado de un escalpelo, a erradicarme el mal.

No menos interesante fue lo de la vesícula biliar. Dios, qué dolor. Imagínense un pedo de siete litros pugnando por encontrar aire fresco dentro de un espacio de algún lugar de la panza capacitado para contener unos pocos centímetros cúbicos. Mucha presión, ¿verdad? Dolería, ¿verdad? Pues eso. Finalmente vino aquél señor, esta vez vestido de azul con su camisita y su canesú, y me libro del dolor y la vesícula, lo que me obliga a restringir mi ingesta grasa y en lugar de doscientas chuletillas de cordero ahora debo conformarme con un mísero ciento.

El peor momento fue cuando el urólogo me propuso la emasculación como método anticonceptivo. Con sinceridad, no me esperaba que hubiera que llegar a tales extremos para echar un polvo sin consecuencias, pero ella insistió en que si no me sometía a la cuchilla no habría diversión nocturna ni diurna ni urna a secas, y tal coacción era más de lo que yo podía soportar en aquellos días de vino y rosas. Así que me cortaron la pilila, o al menos la parte generatriz.

Hoy he dado un paso más en este aligeramiento de masa corporal y me he plantado en la consulta de un odontólogo de rasgos chinos para que valorara un cordal agujereado que me venía dando la lata con sus hipersensibilidades de raíz expuesta. Lo ha mirado con pericia (espero) y me ha dicho que lo que recomendaba era sacarlo. Esto me parecía casi pueril después de la larga lista de intervenciones para quitarle a Mus cachos de Mus, así que le he respondido que ya se venía tardando. Ha sido muy diligente, eso es verdad, y lo he felicitado por los juegos olímpicos.

Todas estas pequeñas desgracias en las que se han ido descomponiendo en vida mis restos mortales vienen al caso, miren por dónde, de uno de los sistemas más productivos que existen en español para formar palabras: la composición con formantes clásicos, o sea, grecolatinos. El que se usa para expresar corte es -tomía. Sin embargo, atención, porque si el corte da como resultado un desgajamiento de la parte de interés, entonces el sufijo es -ectomía. Así, una sádica podría cortarle a su marido la pilila por medio de una pililotomía, pero si fuera un caso como el de Lorena Bobbit se trataría ya de una pililectomía. Como caso particular, lo de hoy no fue una muelectomía ni nada por el estilo, sino una exodoncia, que viene a querer decir "fuera el diente". Hay que reconocer que es un palabro muy gráfico.

Los formantes grecolatinos tienen una ventaja muy grande y dos inconvenientes muy grandes. La primera es que son sumamente productivos y se pueden hacer palabras de significado fácil de colegir si se conocen los significados de los formantes. El primero de los segundos es justo que, con algunas excepciones, la mayoría no conocemos esos significados y resultan palabras abstrusas, propias de lingüistas y médicos. El segundo de los segundos (expresión que cumple la propiedad conmutativa, por cierto) es que apenas se crean palabras que mezclen el romance con esos formantes grecolatinos. Por eso, las propuestas de pililotomía o pililectomía suenan chistosas.

En fin, que tengo una muela del juicio menos y un hambre de lobo porque el doctor chino me prohibió comer sólido y tengo en la bocota una gasa para comprimir el bujero que quedó y favorecer la hemostasia (o sea, que no me sangre); también tengo hambre porque no he comido, pero en realidad eso se debe a que el doctor me lo prohibió, que creo que ya lo dije.

Y amén, que no estoy de humor para santos, y menos aún para santas. Yo para lo que estoy es para alguna chica eumastosómica que venga a restañar las heridas de mi atribulado cuerpo.

Mus

Reflexión matutina



Esta mañana me levanté con una duda de esas chistosas.

¿Ven ustedes cuando hace frío? En esas circunstancias es cosa común ponerse una pieza de ropa que va sobre la camisa. Uno se la pone pasando la cabeza y los brazos por los respectivos orificios de la prenda. Sus materiales son muy variados, y sus nombres (al menos los que conozco) también: suéter, jersey o pulóver. A veces se ve sudadera.

Y esa es mi duda: ¿es que antaño no existían prendas de este tipo en territorios hispanoparlantes? Me llama la atención que una cosa tan aparentemente sencilla no tenga un nombre castizo; todas sus denominaciones (al menos los que conozco) están tomadas del inglés.

Me voy a desayunar o al dientista.

En cayo Carenero, el día de san Oswaldo (rey), recién levantado.

Mus

08 agosto 2008

El problema pseudoamistoso



Ya se habló aquí de los falsos amigos.

Mucha gente, cuando habla sobre las situaciones de influencia de unas lenguas sobre otras, recurre al discurso del tipo de "si ya tenemos en español tales o cuales palabras para decir eso, ¿qué necesidad tenemos de admitir otra?". Admito que es un discurso atractivo y pegadizo, pero bajo la apariencia lógica esconde una visión personal, un sentir.

Lo cierto es que no hay el más mínimo problema por tener otra opción, que ya la vida y el uso se encargan de que cada cosa encaje en su nicho. A veces eso significa que las opciones clásicas caigan en desuso, pero eso no causa demasiado barullo y en todo caso es difícil valorarlo a corto plazo. Es sabido que en los lenguajes también tenemos modas, sin que ello signifique que permanezcan por siempre, que mantengan la misma intensidad que en su aparición o que desplacen por completo a lo tradicional, sobre todo en un idioma que emplean cerca de 450 millones de personas en veintitantos países distintos y distantes.

Yo prefiero ver el asunto desde una óptica más pragmática y procurar resistirme a aquellos falsos amigos que causan auténtica confusión, problemas de comunicación. Pondré ejemplo ilustrativo.

Severe. Es un falso amigo bien conocido y descrito. En inglés se usa mucho, entre otras cosas, para describir algo intenso, fuerte, grave, peliagudo. En español, severo venía aplicándose tradicionalmente a personas (o acciones de personas) para referirse a algo riguroso, serio en términos de semblante. Esta es también una de las acepciones en inglés.

Dados los campos semánticos de cada palabra, en mi opinión se trata de un falso amigo de escasa importancia. Si una persona oye hablar de un dolor de cabeza severo, cabe la posibilidad de que no entienda qué quiere decir, que no le case ese uso por falta de actualización de su vocabulario a los tiempos modernos, pero es prácticamente imposible que se confunda. Es mucho más grave confundirse con algo que no saber algo. El que no sabe quizá se vea estimulado a investigar y enterarse de qué va la cosa, pero el que se confunde porque lo que oye tiene sentido seguirá adelante sin posibilidades de desfacer su entuerto.

Bastard. En inglés se usa, entre otras cosas, como insulto; significa malnacido, hijoeputa, cabronazo o lindezas por el estilo. También significa bastardo en el sentido que tiene en español (es decir, hijo "ilegítimo"), pero precisamente por su carácter de insulto apenas se usa para nada más. Es un falso amigo con poca penetración en el español (creo), limitado a las películas y tal, y espero que así continúe porque aquí sí veo grave riesgo de confusión. Hoy me pasó a mí, por eso lo digo.

Leí en un periódico la noticia sobre una peli de Tarantino en la que se dice que Brad Pitt será un "bastardo sin gloria". Lo de "sin gloria" es ya poco fino de por sí, porque resulta una modificación extraña. ¿Qué es ser un algo "sin gloria"? Pero lo de "bastardo" ahí es directamente ininteligible salvo que se sepa inglés y le entre a uno la duda. Un hablante de español normal y corriente seguiría leyendo sin problema, pensando que Pitt va a hacer un papel de hijo ilegítimo desgraciado (o algo así) en lugar de hacer el papel que va a hacer, que es el de un maldito hijoeputa (o algo así).

Esto sí es un problema, creo yo, y por eso procuro no liarme con falsos amigos cuando provocan problemas de estos. Los otros me vienen trayendo al pairo y los dejo correr cuando veo que están bien establecidos.

En cayo Carenero, el día de clausura de la XVII Conferencia Internacional sobre el Sida (yo debería haber ido a ver a mis amistades), por la tarde.

Mus

07 agosto 2008

Sueño húmedo



El que sin duda tendrían los manchegos, que recién pasaron las cabañuelas más agostados que un pajito volantón, si estuvieran acá.

Esta mañana no hubo despertamiento ornitógeno. Los cantos, trinos y gorjeos fueron sustituidos por una densa película hídrica que impedía ver más allá de cien metros y que venía acompañada de rayos y truenos. Así no hay quien duerma. Me desperté a las seis de la mañana con las primeras luces, trabajé y me volví a acostar a las diez, y de ahí hasta las dos, y de ahí despierto hasta ahora. Esto no es un ritmo circadiano, es el palo de un chupachús.

El mar, sin intervención de mareas, ha subido dos cuartas y ha perdido un quince por ciento de salinidad. Los pargos empiezan a parecer carpas japonesas. Incluso me ha parecido ver dos flores de loto a la deriva.

El pluviómetro se ha puesto en huelga y, en lugar de recoger lo que cae, se ha convertido en una fuente de la cual surte el agua con fuerza. Es hermoso tener una suerte de fuente de Trevi en el Caribe. Me faltan Anita y sus glorias torácicas nomás.

El dispositivo de captación de agua de lluvia, sin el cual aquí no habría modo de lavarse, hace muchas horas que llenó los aljibes y ahora el agua excedente sale escupida por una tobera que lanza el agua a cien metros de distancia con un ruido ensordecedor. Creo que no sería mala idea poner una miniturbina hidroeléctrica a la salida de la tobera: daría luz a una ciudad pequeña.

Ya no hay veredas, banquetas o aceras. Todo es una lámina de agua chof chof. Hace un rato vino a visitarme un indígena y dejó su cayuco amarrado al recibidor. Quería lumbre para fumarse un cigarro.

¿Y esto sucede muy seguido?
...
Ah, comprendo, comprendo. Usted disculpe.

Los cocos han engordado tres pulgadas y ahora en lugar de cocos (aquí les dicen pipas) parecen balones de playa. Agarré uno que había caído y al darle el machetazo reventó y tengo metralla de copra por todo el cuerpo. Nada grave, por fortuna. "También es que a quién se le ocurre", me reconviene el vecino.

En la bahía han aparecido unos delfines. No paran de silbarme entre salto y cabriola. Creo que quieren que los deje pasar, dicen que están calados hasta los huesos. Paso. Los delfines son unos ruidosos y dejan todo hecho un desastre por donde van. Que se mojen otro poquito, a ver si se lustran.

Hace unos minutos, justo cuando me disponía a hablar de todo este desconcierto, ha pasado un tucán con un chubasquero puesto, para preguntarme con su educada voz si podía mirar la previsión del tiempo en internet. Decía que su señora estaba preocupada porque le faltan apenas veinte pulgadas para que el agua les llegue al nido y le está dando la tabarra con que si no deberían pensar en una casa más alta. Tal como está el euríbor, al Sr. Tucán lo mata el prospecto de tener que mudarse y meterse en otra hipoteca. Le doy malas noticias: el temporal no amainará hasta dentro de varias semanas. Se marcha muy apesadumbrado, con el chubasquero bajo el ala. En fin, a ver qué le dicen en el banco, que esa es otra.

Esto que cae llenaría en un par de horas el acuífero 23 y aún quedaría para llenarles las pinches cuencas del Júcar y el Segura a los levantinos por los próximos treinta o mil años. Y con una diezmillonésima parte de lo que cae, a la laguna de Gallocanta habría que pasar a llamarla Patocanta.

Y yo aquí, languideciendo por que no estás tú para que hagamos las cochinadas. La lluvia no se reparte a gusto de todos; las humedades tampoco.

En cayo Carenero, el primer día del diluvio, por la tarde.

Mus

06 agosto 2008

A vueltas con la ortografía



Hace poco leía un artículo que me pareció interesante.

Coincido con la autora en que las faltas de ortografía de los escribanos tienen una importancia muy escasa. El código es importante, sin duda, pero a efectos de transmisión de mensajes concretos es muy raro que aparezcan problemas de comunicación entre gente cerebrada. Es cierto que hay a quien le rechina ver una hache ectópica, una uve descabalada o un acento omiso, pero en general eso es problema de ese que lee, no tanto del escribano. Hay que diferenciar, y mucho, entre la pulcritud y la obsesión.

Plantearé una analogía técnica:

Uno llega a un cuarto. Todo está ordenado, todo está razonable; uno concluye que es un cuarto limpio, pulcro, un sitio en el que no le importaría quedarse a pasar un rato e incluso levantarle la falda a su interlocutriz y besarle los labios de bombón de frambuesa que tiene. Eso no significa, por supuesto, que esté dispuesto a cambiar los labios de frambuesa por el piso y se arremeta a lametones con el suelo o las paredes por verlas limpias.

Esa misma persona (y la de la falda, también) quizá sepa que en muchas industrias existen cuartos limpios, que son salas especiales en las que no se permite que haya más de un número determinado de partículas por cada determinado volumen de aire. Las partículas pueden portar bacterias y romper la esterilidad de un medicamento y que nos infectemos por ello, o pueden depositarse sobre una placa de silicio y contaminarla irremediablemente y que nuestra computadora baile luego el mambo en vez de estarse quietecita y poner una eñe cuando le damos a la tecla de la eñe. Esos cuartos son pulcros y limpios, diríase impolutos, pero representan una obsesión (muy motivada, eso sí) por la limpieza. En términos estrictos, uno sí podría sin mayor problema ponerse a lamer suelos o paredes de estos lugares, porque sencilla y llanamente están limpios y punto. Así, vemos que hay limpiezas para todos los gustos.

Igual sucede con la ortografía. Cada uno escribe como le da la gana y se preocupa de lo que le da la gana. Mientras no esté vendiendo nada, él verá cuál es su interés y sus posibilidades de sacar textos sin errores ortográficos, pero estos serán casi con seguridad intrascendentes. Quien se molesta por estas pequeñeces es quien tiene un problema y debe solucionarlo, no esperar que los escribanos se lo solucionen y limitarse a pontificar. En cambio, cuando uno desea vender algo, crear un producto comercial, la maquinaria editorial debe tomar las medidas adecuadas para que su producto sea realmente de calidad. Eso suele requerir un corrector de estilo, entre otras cosas, porque el escribano se intoxica con lo que escribe y, por más que se empeñe, nunca puede realizar una revisión íntegra de lo que escribió salvo que se trate de textos cortísimos o disponga de eternidades para "desintoxicarse". Ya se sabe, el famoso paradigma del triángulo del tiempo, la calidad y los recursos: no se puede tener todo a la vez. Ni siquiera estas medidas logran eliminar el cien por cien de los problemas, del mismo modo que ni el cuarto limpio más limpio del mundo está exento de partículas al cien por cien, pero al menos en la mayoría de los libros revisados se aprecia el esfuerzo.

Sin embargo, hay otro aspecto interesante: el de la técnica. Es obvio que Ayshane redactó ese texto con todas esas disgrafías a modo tropical (es decir, relativo al tropo). Es una evidente hipérbole, como parte de su respuesta mordaz ante una crítica que probablemente le pareciera exagerada y a la cual cabe responder con más exageración, en tono hiperbólico, para lograr el efecto deseado.

Ella pudo hacerlo por un solo motivo: porque en sus textos no abundan las faltas de ortografía, aunque algunas haya. Si realmente escribiera de natural con muchas faltas de ortografía, el lector no podría detectar con facilidad ese tono incisivo que le brinda la técnica elegida, y su texto habría sido una mezcla de lo de siempre (faltas de ortografía) y un poco más. Si leen las fotos que ella publica en el artículo y se imaginan a alguien que escriba así redactando una respuesta a las críticas de un tercero por la ortografía, comprenderán que el susodicho tendría un éxito nulo y seguiría pareciendo lo que es: una persona que desconoce el código de la escritura.

Se trata del viejo concepto del dominio de la técnica básica como escalón desde el cual saltar a técnicas atrevidas, las que sean. Conocer bien los fundamentos de algo es lo que nos da la libertad de saltárnoslos y crear efectos al hacerlo. Por eso, hasta el albañil más creativo del mundo debe saber hacer pasta y levantar una pared recta o un arco bien trazado, lo que no quita para que protestar por un desvío de dos milímetros en un ladrillo suela ser un problema del protestante, no del albañil. Además, por experiencia sé que la inmensa mayoría de los protestantes se dejan desvíos de tres milímetros cuando intentan enmendarle la plana a quien se desvió dos...

En cayo Carenero, el día de san Justo y san Pastor (mártires), al mediodía.

Mus

05 agosto 2008

Alarmas



El único motivo que me mueve a hacer lo que hago es el dinero. Si no fuera por el dinero, no trabajaría. Dado que aún está por presentarse la ricachona que anhelo para que me otorgue su patrocinio de alto nivel con carácter vitalicio, mi verdadero amor, me veo obligado a trabajar. Es una triste situación, incluso cruel, pero así me han venido dadas las cartas y ni modo.

Sin en cambio, me reservo en la manga una carta retaliadora: desde hace unos siete años, jamás (salvo en contados casos como viajes y compromisos así) me despierta la chicharra insoportable de un despertante. Yo los llamo despertantes porque me gustan los participios activos estos, ea.

Erencia, ¿cómo llaman ustedes a estos relojes que suenan por la mañana?
Reloj despertador.
¿Y no los llaman "alarma"?
También. Se puede decir.

A falta de despertante, tengo la costumbre de vivir en lugares llenos de especies ruidosas de difícil control. Por las noches sufro los chillidos inconcebibles de las cuijas (en España les dicen salamandras), que a pesar de su tamaño ínfimo emiten unos sonidos como de pájaro. Por cierto que es solo acá en América, porque las salamandras españolas siempre fueron mudas, que yo sepa. Tras los gritos se zampan un mosco o una polillita y se sienten felices. Una panza llena es una panza llena y un mosco debe de estar riquísimo, sobre todo si está orondo después de haberme vampirizado a mí un rato.

Luego están los perros, que aparte de morderme se pasan las noches echando relajo con sus cuates caninos. Guau guau, guau guau... ¡tu puta madre, ¿te puedes callar, sacoepulgas?! Los peores perros en ese sentido son los de Zipolite, Oaxaca, que no paran en toda la noche. En mi casa de cayo Carenero no hay perros cerca, menos mal.

A continuación están los pájaros cánoros. Hay de dos clases: los domésticos y los silvestres. Aunque siempre se pueden citar los palomos y los guajolotes, a los efectos de sus ruidos los domésticos se limitan en la práctica a un tipo: los gallos de los cojones. En México es algo terrible por la gran afición que hay allá a criar gallos de pelea. Pareciera que andar molestando a la gente con las primeras luces de la aurora equilibra un poco su destino infausto en la gallera. Pinches gallos neohispanos, ¡qué escandalera arman al alba!

En cuanto a las aves silvestres, que son las que me andan dando la tabarra ahora por las mañanas, no sé qué pensar. Eso de que a uno lo desvelen los trinos de la selva (objetivamente agradables por otra parte) debiera ser motivo de sonrisa y alegría, pero la verdad es que a las seis de la mañana uno lo que desea es seguir con lo suyo, por ejemplo con esa dama que justo ahora estaba a punto de quitarse el último suspiro textil de debajo de la cintura, con esas tres damas que al unísono le estaban practicando a uno las más paralizantes técnicas orales y lo tenían al borde mismo del éxtasis... o yo qué sé. Cada uno que sueñe lo que pueda.

Ustedes ya me comprenderán que lo que no desea nadie de ningún modo a las seis de la mañana es un ejército de oropéndolas, loros y guacamayas cantándole las mañanitas tropicales. Si fuera el día de mi cumpleaños, las mañanitas orníticas estarían bien, pero es que esto me pasa todos los pinches días... Todos estos alborotadores debieran aprender de los colibríes, que se limitan a zumbar inquietos entre los hibiscos o a quedarse tranquilamente bajo una hojita a esperar que escampe.

Me voy a comprar una carabina de aire comprimido y voy a terminar haciéndome una fritada de ave tropical. Habíamos quedado en que no uso despertante, ¿no? Pues aves tampoco. Grrr...

En cayo Carenero, el día de santa Hilaria, santa Digna, san Cantidio y san Cantidiano (mártires), por la mañana.

Mus

04 agosto 2008

Interrumpimos la emisión


El otro día, no recuerdo qué santo era, hablaba algo sobre palabras tónicas y átonas. Seguro que era un rollo infumable.

Como soy un pelma impenitente, hoy vuelvo a ello, aunque para amenizar el artículo pondré la televisión. Nomás tengan presente que si están oyendo a Alberto Pérez, se les mezclará el sonido.



No hay nada de especial en este anuncio de un antigripal. Sin en cambio, veo en mi propia televisión un anuncio de este mismo remedio (en la presentación normal, no la Forte) en el cual hacen un interesante juego de palabras. La única diferencia es que en el anuncio anterior se usa una frase con la palabra átona y en el anuncio que yo veo (me tendrán que creer, porque no lo encuentro para mostrarlo) convierten la palabra en tónica y cambian ingeniosamente el sentido sin tener que cambiar la redacción.

La palabra de marras es para y el resultado me parece interesante. Vean:

Alivet /para/ la gripe
Alivet /pára/ la gripe

En el anuncio que yo veo estos días, la voz en off hace una inflexión clara con el objeto de que se note la diferencia. Tanto para del verbo parar como la preposición para son palabras paroxítonas, o sea llanas, pero mientras que la primera es tónica siempre, la segunda deja que el tono recaiga en el núcleo de su sintagma, que es "gripe".

Eso de que el tono recaiga sobre la gripe parece una maldición. Ojalá pudiera yo echarle maldiciones a la gripe, enfermedad molesta y peligrosa por demás. En cuanto al anuncio, lo triste es que la gripe (que es una enfermedad causada por un virus) no se para con antigripales (que solo valen para aliviar síntomas), así que el anuncio se me antoja un poco trolerillo.

En fin, los de la publicidad son unos tipos relistos y siempre encuentran sus huecos, muchas veces recurriendo al lenguaje. Bien por ellos.

En cuanto a mí, hoy al menos dejé atrás mi propio catarro o gripe y ya me siento mejor. Creo que mañana me iré a bucear, a ver qué me depara el destino subacuático.

En cayo Carenero, y ya quedó dicho el santo pero ahorita empieza a anochecer.

Mus

Dulzor



Ayer me emocionó un libro.

Su contenido es irrelevante y, a decir verdad, su desarrollo me pareció como el de la maldición de los diccionarios, según la cual los autores son prolijos con las primeras letras del abecedario y luego van perdiendo fuelle y acaban poniendo cuatro cosas de compromiso en la zeta. El autor del libro que leí dedica páginas y páginas a describir con minuciosidad una fase de la vida del protagonista y, cuando la agota, va pasando como una exhalación por todos sus otros pormenores vitales para poder darle la puntilla al propio protagonista y al libro y salir a cobrar sus derechos de autor.

El libro me emocionó porque me lo leí. ¡Una novela entera! Dada la escasez de lectura que me caracteriza, es todo un récord, lo que resulta muy pertinente en estos días olímpicos.

Cuando terminé, salí a la terraza, me serví una copa de vino chileno, miré el mar en calma con el reflejo del sol poniente y me eché a llorar. Lo hice con tino, despacio y sin hipos ni aspavientos, pero lo hice con tan poca ciencia y tanta pasión que algo no funcionó según lo esperable. Pronto noté que las lágrimas no terminaban de salir de mis párpados. Yo sentía que lloraba, pero no notaba el correr de líquido alguno por mis mejillas sino que sentía un atasco, una pasta o puré, un haber sin fluir. Le di chance a mi fisiología y finalmente un lagrimón se desprendió y lo noté caminándome por el rostro.

Aquello seguía sin ir bien. Se supone que las lágrimas no caminan sino que corren y aquella gotícula avanzaba demasiado despacio. Esperé sereno y cuando por fin el hoyuelo de mi mejilla recogió la lágrima y la canalizó a la comisura de mis labios, noté un sabor especial. Sin poder contenerme, lancé mi mano a la cara para recoger el líquido y llevármelo a la lengua y así descubrí que estaba llorando miel. Aproveché otra lágrima que apenas había partido de mi ojo y se esforzaba por superar el reborde de mi órbita. La retuve en un dedo y la observé: era dorada y espesa, como la miel; la puse en mi boca: era redulce y aromática, como la miel. En fin, era miel.

Nunca había llorado miel antes, pero me pareció interesante y seguí llorando. Conforme lloraba más, aquellas gotas sacarinas se fueron fluidificando un poco y al rato tenía la cara llena de churretes pringosos, las manos con una fina capa de melaza y la boca empalagada. El dulce episodio continuó por alrededor de diez minutos, durante los cuales dejé de ver el atardecer, que se convirtió en un borrón de luz que mezclaba el acero de la lámina del mar con la verdura de los cocoteros.

Cuando terminé mi llanto melífero me llegué a tientas al lavabo para lavarme la cara y quitarme todo aquel glúcido facial. Me miré los ojos con detenimiento en el espejo de maquillaje pero no les vi nada raro. Eran mis ojos de siempre, del mismo color café de siempre, aunque ahora estaban un poco irritados por la llorera y había algunos residuos ambarinos adheridos a las pestañas, que se doblaban por el peso. No sabía qué pensar, así que dejé a un lado la perplejidad, me fui a la cama y, como ya no tenía libro que leer, me eché a dormir sin darle más importancia.

Esta mañana levantarse ha sido más duro que de costumbre porque tenía los párpados pegados y unas legañas de caramelo que hubieran valido para endulzar el café. Como no tomo café ni nada, me he limitado a lavarme bien la cara para quitármelas y me he puesto a escribir lo sucedido.

Aún no me lo explico. ¿Sería por el libro? Bueno, sea lo que fuere, voy a trabajar y a pasar página. Al fin y al cabo, con tanta amargura por el mundo, llorar miel no puede ser algo grave.

En cayo Carenero, el día de san Juan María Vianney (presbítero), por la mañana.

Mus

01 agosto 2008

A ver haber


Una particularidad de algunas hablas americanas es el uso del verbo tener en expresiones de tiempo.

Por ejemplo, hoy leía en el diario electrónico una noticia terrible en la que un bombero manifestaba: "En los 29 años que tengo de ser bombero, este es el incendio más grande que ha habido en Nicaragua". Conservando la sintaxis, un colega español de este hombre habría dicho algo así como "En los 29 años que llevo de bombero, este es el incendio más grande que ha habido en España", y la expresión del nica nos suena poco idiomática a los de aquel lado del charco.

El otro día, mientras caminaba por algún lugar, y quién sabe por qué, enlacé este uso de tener con aquel, hoy en franco retroceso, del verbo haber. ¿Recuerdan en la primera frase del Quijote aquello de "no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo"? Pues eso.

Haber y tener comparten significado. Casi nadie dice ya "he de marcharme" sino que decimos "tengo que marcharme", y esos usos de haber para expresar posesión van quedando anacrónicos si no es que son ya arcaísmos declarados. No obstante, si mi teoría es cierta, que no lo sé porque nomás se me ocurrió pensando en ello mientras caminaba por algún lugar y no lo he investigado ni poco ni mucho, en América se han conservado en cierta forma a través de un verbo sinónimo: tener. Ignoro si es así o en el español antiguo ya coexistían los usos de ambos verbos, es decir, que de antiguo ya se dijera tanto "no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo" como "no tiene mucho tiempo que vivía un hidalgo" y simplemente hemos ido quitándonos una de las opciones quién sabe por qué.

No importa. Vamos, no importa nada, pero me gustan estas pequeñas hipótesis que uno halla caminando por algún lugar.

En cayo Carenero, el día de san Alfonso María de Ligorio (obispo y doctor de la Iglesia).

Mus