Las invitaciones peligrosas
Entre el español y el inglés, y la cultura española y la inglesa, una de las diferencias más notables (y con frecuencia desagradable y sorpresiva) es la relativa al verbo invitar y su equivalente parcial to invite.
En nuestro gen de interacción social, los españoles tenemos por ahí metido algún exón que codifica la proteína de la gorronería, y nos encanta ir a todos lados sin pagar nada. ¡Natural! A cambio, o quizá regulado por esa misma proteína, solemos hacer grupetto a la hora de pagar y es común dividir la cuenta a partes iguales y no andar cada uno pagando lo que consumió. Como es normal, esto que queda dicho no debe tomarse como una afirmación categórica, ya que de todo hay y además yo ni siquiera conozco la mayoría de los pueblos latinos.
Diz el DRAE onláin:
Invitar: 1. tr. Llamar a alguien para un convite o para asistir a algún acto.; 2. tr. Pagar el gasto que haga o haya hecho otra persona, por gentileza hacia ella.Esta peligrosa dualidad no es así en inglés. Cuando un anglo quiere pagarte un trago lo dice así de crudo: Let me buy you a drink (literalmente "Deja que te compre un trago"). Si te dice I would like to invite you to a party tonight hay que andarse con ojo, porque lo más seguro es que a continuación te diga cuál es el precio que debes pagar (en efectivo) por asistir al evento o te conmine a llevar tales o cuales cosas de comercio y de bebercio como condición sine qua non.
Diz el Merrian Güester onláin:
To invite: to request the presence or participation of.Y no dice nada de hacerse cargo de gasto alguno como en español, así que habrá que convenir que es un verbo que constituye un falso amigo parcial. Lo de falso amigo viene aquí más que al pelo, porque es justo lo que un español (o yo, digamos) siente que es el de enfrente cuando le pide que apoquine tras haber sido invitado a algo.
Yo no digo que lo de los anglos sea mala idea. Como comentaba hace algunos meses sobre las reglas de etiqueta a la mesa, todo esto no es más que una convención y es perfectamente razonable siempre que uno se la sepa. Nomás que yo paso: a mí cuando me invitan, me invitan, y aquí o jodemos todos o se pincha la muñeca. Y por supuesto, si yo invito a alguien, espero que no me venga con que qué debe pagarme. Los detalles, como unos pasteles o una botella de vino son siempre bien recibidos porque a todos nos gustan los regalos, pero no se trata de pagar partes proporcionales sino de tener un detalle, y si alguien no lo trae no pasa ni media.
Hoy me acordaba de todo esto porque ayer me habían preinvitado a una fiesta y luego me dijeron que siempre no, que era una fiesta "cerrada" y que ya habían calculado lo que debía llevar cada uno y todo eso y no había lugar para un español tragón y salidorro. Así que me sentí un poco aliviado, porque no me gustan esas fiestas; no me gustan nada.
En cayo Carenero, el día de san Agustín (obispo y doctor de la Iglesia), por la tarde.
Mus