01 julio 2008

Problem-solving skills (2)


Hoy he avanzado mucho, he descubierto algo realmente útil y quería compartírselo una vez más. Espero que esta vez sí sea algo de verdad novedoso y no tenga que sonrojarme de mi inopia intelectual.

Pues sepan vuesarcedes que cierto electrodoméstico de mi casa no funcionaba bien. Para concretar, que no ha de haber secreto alguno aquí, era la lavadora.

Llevaba yo tiempo pensando cómo resolverlo. Yo la miraba, primero con respeto y luego con fiereza; más tarde probé con las miradas sensuales y un par de tocamientos torpes del tambor. Nada, todo seguía igual. Probé también con palabras, ora dulces ora enérgicas y hasta blasfemas. En mi desesperación, incluso le dediqué un par de padrenuestros, aunque admito sin ambages que mi escasa devoción pudo haber contribuido a la ineficacia de la medida. En fin, todo resultó inutil: mi lavadora seguía interrumpiéndose en cada programa y me veía obligado a:

a) Recurrir al ahorro de ropa;
b) Recurrir al lavado de ropa en casas ajenas;
c) Recurrir a la omisión del lavado de ropa (que, al fin y al cabo, es lo que suelo);
d) Recurrir a la acción manual de cada programa, con el consiguiente aburrimiento;
e) Todas las anteriores son ciertas.

Hoy se hizo la luz en mi inquieta mente y tras mucho pensar en ello, llegué a la conclusión de que lo único que podía salvar la situación era (quizá lo hayan adivinado) ¡llamar a un técnico!

No sé cómo no me había dado cuenta de esta opción, que ahorita se me antoja la más natural. Me he visto inducido a colegir que este caballero que vino hoy era un clásico, o sea un romano antiguo, porque, tras apañarme la pinche lavadora, ha debido de salir ufano de mi casa pensando: "Vini, vidi, vici". Lo que no tiene discusión alguna es que, romano o no, ha salido de mi casa con cincuenta euros más de los que tenía cuando entró.

Además debía de ser un tipo ahorrador, porque a más de componerme ese entuerto de línea blanca que tenía yo en la esquina de la cocina, me ha dejado de regalo los siguientes artículos, que ha extraído de las entrañas de mi lavadora:

a) Una ballena de sujetador
b) Un bastoncillo de algodón para las orejas (sin apenas algodones en las puntas)
c) Un broche para el pelo de los baratujos
d) Un número indeterminado de pelusas de dimensiones igualmente indeterminadas.

El apartado a) anterior es comprensible, dado que mi inquilina es una dama y cabe suponer que lava sus sostenes, que acaso hayan perdido uno de los elementos de sostén de los cuales toman el nombre. Sin embargo, por más que lo analizo, no logro comprender qué sentido supremo de la limpieza podría haberla impelido a lavar "b) Un bastoncillo de algodón para las orejas [...]", ¡por no hablar de esta cosa de meter a lavar las pelusas (véase el apartado d) anterior)! Siempre pensé que tanto los bastoncillos de algodón como las pelusas eran elementos domésticos desechables que no hacía falta lavar. Ahora comprendo por qué tiene siempre tantas pelusas mis casa, aunque me reconforta mucho saber que son pelusas relimpias. Si vienen por acá, mi casa es su casa (hasta que me fastidien más de la cuenta), que sepan que todo eso que anda por el suelo no es más que una demostración de higiene.

El asunto del broche para el pelo va satisfaciendo la definición de entelequia. Siendo un elemento metálico, yo comprendo que se quiera lavar, pero hay que ser bacina para meterlo en la lavadora ¡pudiendo usar el lavavajillas! Al menos, yo usaría el lavavajillas para algo así, no me dirán que no está claro.

Pero qué se puede esperar de un ser como yo, que hoy me decidí a limpiarle el polvo a la tele para poder jugar a la Wii y, para tener el trapo más a mano, en lugar de llevar el trapo a la tele he llevado la tele al fregadero, cabe el cual tengo los trapos. Hay que ver lo que pesaba la jodía tele. Creo que la próxima vez haré un planteamiento diferente, porque en una de estas me deslomo.

Ello no obsta para que hoy me sienta con el arte doméstico a flor de piel. ¡Soy un hacha!

Y sigo en Madrid y sigue siendo el día de san Simeón, el Loco (anacoreta), aunque ahora está atardeciendo.

Mus

5 Comments:

Blogger Rara Avis manifestó al respecto que...

jejeje

Utilizar el trapo de vez en cuando no viene nada mal y mas si es para jugar a la WII..

besitos

1/7/08 2:18 p.m.  
Blogger curiosísima manifestó al respecto que...

El carrito de la compra (con ruedas, ¡gran invento antideslomador!, podría servirte para transportar la tele, el microondas, la impresora, etcétera, hasta el fregadero.

¡No te me vayas a herniar!

Besos

2/7/08 4:13 a.m.  
Blogger chuliMa manifestó al respecto que...

Yo tuve una vez una lavadora...aquella era especialista en arrancarle a todos los sujetadores las varillas, y además era lo único que destrozaba. Claro que tambien tuve un perro que lo único que mordia eran mis bragas, asi que no se. ¿Enhorabuena por tu arte dosmetico y olé?
;-)

2/7/08 4:30 a.m.  
Blogger Mus manifestó al respecto que...

No tengo carrito de la compra. Nunca voy a la compra para comprar más que cosas que llevo en la bolsa de turno. Pero en cambio se me ha ocurrido que puedo llevar la gamuza al salón y limpiar la tele in situ. ¿Funcionará?

Oye, Chuli, ¿se salen las varillas de los dos lados o solo de uno? Vamos, lo digo porque menudo plan, llevar una teta más caída que la otra (siendo ambas igual de turgentes por su propio natural, estoy seguro).

Besos

2/7/08 9:15 a.m.  
Blogger chuliMa manifestó al respecto que...

Santo cielo Señor Mus, a mi me da igual por donde se salga el aro, lo que está claro es que no lo voy a volver a meter y mucho menos coser ningún boquetito. Por lo cual, van directos a la basura, que como usted mismo podrá imaginar, no es plan de llevar una a la altura del ombligo y la otra calentandome la espalda.
¡¡¡¡Faltaria más¡¡¡¡¡
;-)
Beshitos de extraterrestre....

2/7/08 1:52 p.m.  

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