30 julio 2009

Encabalgamientos

Un encabalgamiento es una técnica lírica que consiste en cortar una unidad sintáctica y trasladar al siguiente verso el resto para favorecer la rima o la métrica. Se me ocurre que los encabalgamientos son como algunas historias cinematográficas que se van entremezclando y en las que el director nos narra la acción a cachos aparentemente irrelacionados (véase Amores perros), y creo que son sucesos más cotidianos de lo que parece.

Hace unos días, caminando por San Salvador, me encontré con un fruto de Anacardium occidentale o, como le dicen aquí, marañón. No sé qué hacía ahí; probablemente se le cayera a alguien, porque el árbol que había encima no era un marañón. Cuando lo encontré, aún estaba pegado a su pseudofruto carnoso, el cual le retiré porque no era plan de metérmelo al bolsillo y que se me hiciera pulpa y me embarrara todo. Era la primera vez en mi vida que veía un fruto de marañón, pero lo reconocí al instante y consideré el hallazgo un buen augurio. Todavía lo llevo en el bolsillo.

En España los llamamos anacardos; en México, nueces de la India; en la Argentina, castañas de cajú; y por acá les dicen semillas de marañón. Sin embargo, tiene muchos otros nombres, tantos que parece un infante real. Hoy sorprende que haya algunos frutos y árboles con el apellido "de la India" a pesar de provenir de América, pero basta recordar que el gran archivo español sobre América se llama Archivo de Indias y que los que regresaban de América eran los indianos. Eso aclara algo la denominación.

Mi hallazgo botánico parece un riñón de cordero refrito, lo cual es fácil de afirmar si se han comido muchos riñones de cordero, como es mi caso, pero no tan fácil de verificar si no se han comido tales vísceras, como es el caso de la mayoría de la gente. Si es usted, querido lector, querida lectriz, una de las primeras personas, enhorabuena; si es usted de las segundas personas, le hablaré de tú.

Pero dejemos los chistes gramaticales. El caso es que en España hubo en el siglo pasado un médico muy famoso, el Dr. Marañón, un internista que escribió muchas cosas de interés para la época y que enlazó la ciencia y el humanismo como pocos. Como dio en morir antes de nacer yo, me resultó imposible conocerlo, pero un azar me dio la oportunidad de conocer a alguien que sí lo conoció y lo trató directamente porque se dedicaba, entre otras cosas, a apoyar la preparación de sus escritos y discursos aportando bibliografía y correcciones de estilo: el Dr. Alfredo Juderías.

Juderías era un personaje interesante. Venía a mi casa una vez al mes, el primer miércoles o jueves, a comer cocido. Durante la comida conversaba con mi padre sobre tiempos idos y sobre proyectos nuevos, entre los cuales figuraron dos obras asombrosas: Cocina de pueblo (en una de cuyas recetas colaboró mi abuela) y Cocina para pobres. Lo asombroso no es que este hombre escribiera a pesar de ser médico, ya que él era ante todo escritor. Lo increíble es que él no era cocinero ni es probable que jamás se hubiera arrimado a un fogón como no fuera para catar alguna coseja que anduviera en preparación en los pucheros. Todo su arte consistía en escribir, y a fe que lo hacía con gracia.

Sus recetas son un encanto precisamente porque son muy difíciles de seguir. En sus descripciones y medidas abundan las aproximaciones del tipo de "un cachejo de esto", "una miaja de aquello", "una pizca de esotro" o "tenerlo un rato en la lumbre", que, aunque son las medidas razonables para quien está avisado, resultan de lo más misterioso para quien no lo está... que por eso probablemente compró el libro.

Por cierto que en mi última estancia en España recuerdo que pasé por delante de una librería en la que vendían su Cocina para pobres y se me dibujó una gran sonrisa al ver en primera fila semejante título, con los típicos pobretones de Mingote dibujados en la portada. No creo que esa obra haya sido nunca un éxito de ventas, pero la crisis es la crisis y hay nombres que en ciertas épocas resultan irresistibles. Apuesto a que más de uno lo compró por pura afinidad emocional.

Mi cerebro infantojuvenil apenas recuerda de don Alfredo más cosas que estas: que se comía las aceitunas separando paciente y metódicamente con un cuchillo la pulpa del hueso y que siempre andaba hablando de Sigüenza, un pueblo de Guadalajara, e invitando a mi padre a ir por allá de visita. No en vano escribió un libro, Elogio y nostalgia de Sigüenza que ha merecido suficiente atención como para que se hayan hecho ediciones de lujo.

Ahora que mi conjunto neuronal ya no es infantojuvenil (y hay quien afirma que ni siquiera es conjunto) pero retiene ciertos momentos con más tino, creo que siento no haber podido conocerlo y disfrutarlo más. Me gustaría compartir mesa de nuevo con él y pedirle que se trajera a Marañón para apretarnos un cocido madrileño hecho por mí y oírlos hablar de Medicina, de las palabras y de la relación que todo ello guarda con un fruto de aspecto nefroso que me encontré una mañana de paseo en San Salvador, al otro lado de un mundo inmensamente chico en el que se encabalgan historias a diario.

Ni modo. Lo que está claro es que mi capacidad de síntesis es escasa.

En San Salvador, el día de san Pedro Crisólogo (obispo y doctor de la Iglesia), por la tarde.

Mus

27 julio 2009

Vuelta al futuro


Entre las palabras más enigmáticas figuran aquellas referidas a objetos del pasado. Si se le pregunta a cualquier citadino moderno qué es un velón, lo más probable es que solo acierte a propugnar que se trata de una vela grande. Y no, no es una vela siquiera.

En mi casa manchega tenemos uno de esos velones de latón dorado. Recuerdo que en mi infancia era un adorno extraño, un cachivache, chisme, chunche, volado o chingaderita que guardaba los secretos de un arcón más misterioso y veía pasar los días y las noches sin revelarse en esencia alguna que no fuera la meramente decorativa.

Nunca me planteaba qué era aquello; simplemente daba por hecho que era, que ahí estaba, y pasaba por delante de él sin más ánimo que el de escabullirme en travesuras domésticas o salir a la calle a jugar con los chicos del barrio con una cata de tomate en la mano o un cacho de pan y un par de onzas de chocolate.

Hasta que un día se fue la luz y las circunstancias fueron propicias. En realidad no es que se fuera la luz, sino que cortaron el suministro eléctrico; pero bueno, ya me entienden. El caso es que cuando empezó a anochecer, y viendo que no teníamos velas, mi padre agarró el velón, se arrimó a la cocina con él, vertió cierta cantidad de aceite de oliva en un receptáculo que aquel extraño objeto decorativo resultó tener en sus entrañas, cortó cinco hilachas de tela de algún trapo viejo, las retorció y las metió en sendas bocachitas que asomaban con simetría a los lados del objeto, esperó unos segundos y, con toda naturalidad, prendió fuego a las torcidas, cuyas luces mortecinas pero suficientes nos alumbraron la cena. Ese día comprendí qué era aquél dorado y aprendí su nombre.

De artículo de ornato pasó a ser un artículo funcional, pero el descubrimiento me acercó a un mundo más complicado aún. Las velas, los velones, los candiles, los pábilos, las torcidas, los carburos... Salvo las velas, poco de ello existe ya en la vida común y es difícil que alguien te enseñe las antiguas artes iluminacionales, las palabras con las que se describen y los intríngulis que conllevan; y, así, cuando me preguntan de dónde viene el verbo despabilar, explico que significa literalmente "cortar el pábilo a la vela (para que la luz se avive)" pero me invento una historia para la ocasión porque en realidad no sé por qué cortando un pábilo se aviva una vela.

Me veo obligado a buscarlo en gúguel, donde tras no poco buscar encuentro La Ciencia para todos, un interesante libro de 1859 que, con la estructura de las hogaño omnipresentes Frequently Asked Questions (cómo no, el libro es una traducción del inglés) me desvela el misterio en la pregunta 264.

Y me doy cuenta de que nunca conocí velas de sebo y de que hace mucho que no me como una cata de tomate. Mañana merendaré eso sin falta, y ya luego pensaré en etimologías y en otros conocimientos abstrusos y otras ciencias indeterminables, como el motivo por el que se elevan los aviones, el por qué llamamos elevadores o ascensores a unos artilugios que también usamos para descender o cuál es la manera correcta de pelar la rosa del azafrán, por ejemplo.

En San Salvador, el día de san Aurelio, santa Natalia (Sabigoto), san Félix, santa Liliosa y san Jorge (mártires) por la tarde.

Mus

22 julio 2009

Quisiera un orgasmo


— Hola, ¿qué tal? Buenos días.
— Buenos días, bella dama. ¿En qué puedo servirla?
— Pues es que... verá. Vi en la marquesina de la tienda que se especializan ustedes en orgasmos y, como siempre quise tener uno, pues me decidí a entrar a ver y llevarme uno si puede ser.
— Por supuesto, por supuesto, ¡cómo no! Aquí estamos para atenderla. Y dígame, ¿ya pensó más o menos cómo lo desea?
— Ah... bueno, no sabía que había opciones.
— Naturalmente que las hay, señorita, naturalmente. Este es un mercado muy dinámico y siempre hay opciones. Nos gusta decir que lo nuestro siempre se hace a gusto del consumidor (en sentido literal, si me permite que se lo diga, jeje.. ya usted me entiende).
— Ah, claro, bueno, pues... sí, jeje, claro que le entiendo, está clarísimo. ¿O no? En fin, no sé, no tenía claro nada, pero ¿qué le parece si me cuenta las opciones?
— Encantado, señorita. Espere que le explique nuestro catálogo. Estoy seguro de que la complacerá al máximo. Lo primero y primordial es que decida la ubicación de la zona de excitación. Podemos ofrecerle, en su caso femenil, orgasmos pélvicos (es decir, clitoridianos y vaginales) y orgasmos de otras partes del cuerpo, en particular orgasmos mamarios, anales y cervicales (es decir, de la nuca, ya sabe usted). Hay otros, pero tienen poca salida y no los solemos tener en stock; solo se sirven bajo pedido. Cada uno tiene sus pros y sus contras, ¿qué le voy a contar que usted ya no sepa? ¡Lo importante es que usted decide! Contamos con orgasmos humanos, orgasmos artificiales y orgasmos combinados. Entre los humanos, tenemos orgasmos procurados por hombres y orgasmos procurados por mujeres, además de nuestra categoría especial de orgasmos procurados por transexuales, que no figura en el catálogo pero que puedo explicarle si está interesada, así como orgasmos combinados de estas categorías que —déjeme comentarle— están muy de moda y se venden como pan caliente. Entre los orgasmos artificiales, la diversidad del catálogo es inmensa y por motivos de stock nos centramos en los orgasmos procurados por vibradores fálicos y dejamos a la competencia los conseguidos por medio de consoladores, picos de mesa, frutas y verduras, pasamanos, sillines de bicicleta y todo lo demás que, como le cuento, es prácticamente interminable. Por supuesto, tenemos opciones distintas en cuanto a duración de los periodos excitatorio, preorgásmico y orgásmico y en cuanto a la amplitud o intensidad sensorial. También tenemos diferentes clases de abordaje táctil, como los clásicos digital, manual, fálico o lingual y otros menos conocidos pero que también tienen su encanto, como el mentoniano, el mamario, el vulvar o el de miembro inferior. Todas las frecuencias de aplicación táctil preorgásmica y orgásmica son regulables para que usted pueda controlar a voluntad hasta el último detalle de la experiencia. Entre las posibilidades adicionales está la selección del orgasmo con amor o sin él; apasionado o mecánico; la participación de actores múltiples; la sincronización con orgasmos ajenos, tanto si los brinda uno de nuestros productos o algún producto de la competencia, ya que nuestra industria cuenta con normalización según normas ISO; la visualización directa del elemento orgasmante o el orgasmo a ojos cerrados; la multiorgasmia (que conlleva un costo adicional pero para la cual tenemos interesantes ofertas) y el orgasmo sencillo o puntual; la selección del momento del orgasmo; la temperatura del entorno y del propio cuerpo; la emisión de gemidos, lamentos y ruidos varios, si son de su agrado, e incluso la presencia de música ambiental diversa; la postura adoptada... en fin, como verá hay un sinfín de detalles. En nuestro negocio, el cliente siempre puede, y nos enorgullecemos de ello, elegir la periodicidad del orgasmo escogido. Basta con seleccionar la casilla correspondiente en el formulario de pedido. Podrá disfrutar de su orgasmo varias veces al día, varias veces por semana o varias veces al mes, como prefiera y en el horario que prefiera, sin restricción alguna durante el plazo de validez del orgasmo adquirido. No olvide renovar la licencia de uso antes de la fecha de vencimiento que figura en el envoltorio de su orgasmo; de lo contrario podría sufrir fallas de servicio ajenas a nuestra voluntad. Todos nuestros orgasmos están seleccionados cuidadosamente entre lo mejor del mercado y vienen con una garantía de satisfacción plena: si no disfruta de su orgasmo, devuélvanoslo con su empaquetado original y le devolveremos su dinero sin com...
— Cielos, ¡por favor, cállese! Estoy abrumada.
— Bueno, no era mi intención...
— ¿Sabe qué? Esto es muy complicado. Yo lo que quería era correrme, venirme, llegar, acabar, gozar, pero no hacen más que ponerlo difícil con tanta palabrería. Me voy a mi casa y ya veré qué hago. Ustedes métanse sus orgasmos custom de los cojones por donde más pecado haya.
— Tampoco es necesario este lenguaje...
— No, si se lo digo sin acritud.
— Ah, bueno, entonces vale. Me alegro de haberle sido de ayuda. ¡Vuelva cuando guste!

En el municipio de Acajutla, el día de santa María Magdalena, por la tarde.

Mus

19 julio 2009

Autocensura innecesaria


El sábado llegaba tarde a una cita y en lugar de caminar por la ciudad me subí a un taxi, con cuyo conductor entablé esa plática inevitable entre viajeros españoles y taxistas centroamericanos: el fútbol; o, más bien, si uno le va al Real Madrid o al Barcelona. Los taxistas de estos lares son apasionados del fútbol español. Este en concreto era del Barça, así que lo felicité por el buen año que le había dado el equipo y luego pasé a otras cosas más de mi interés. [Nota: El fútbol me importa un pimiento aunque admito que disfruto sabiendo que pierde el Real Madrid.]

Estábamos metidos en una trabazón de etiología incierta cuando el motorista, que así es como llaman acá a los choferes, se quedó mirando a un gran vehículo negro que estaba delante de nosotros y se le escapó un "¡tremenda troca!". La verdad es que era un carro imponente.

Hace tiempo que conozco el vocablo troca, pero me interesó lo que tuviera que decirme mi taxista, así que le pregunté si así le decían en El Salvador y él me contestó que sí aunque confesó algo apenado que en realidad no era un término español "bueno", sino influencia gringa, y que en español eso era propiamente una camioneta.

No recuerdo bien sus palabras, pero me impresionó su conciencia sobre el casticismo léxico. Tampoco era plan de decirle nada, pero lo cierto es que yo no estaba de acuerdo con él.

Por lo que sé (quizá me equivoque), una troca es una camioneta, sí, pero de las que tienen al aire el cajón posterior, y es un vehículo que se suele dedicar a labores agrícolas o de carga de mercancías. Las camionetas de por aquí son lo que los gringos llaman SUV (Sport Utility Vehicle), que en España son "todoterrenos" o "cuatro por cuatro". En España las camionetas son camiones de tamaño pequeño o mediano, y a los españoles siempre nos resulta difícil acostumbrarnos a ver un todoterreno tratado como camioneta a pesar de que llamamos todoterreno a muchos vehículos que no parecen precisamente pensados para andar por caminos complicados y agrestes. En definitiva, no resulta tan fácil entenderse cuando se habla de estos chismes.

Volviendo a mi motorista, a su anglicismo troca (la palabra viene del inglés truck, que significa camión) y a su autocensura léxica, a mí me parece que la palabra troca es muy útil y debe fomentarse su uso. Es una camioneta, sí, pero es una camioneta especial, tanto que en España no les pusimos nombre alguno y les decimos "picap" aunque seguimos escribiendo pick-up, así que los que les dicen troca ya se esforzaron más que nosotros y crearon una palabra de morfología muy española y fácil de manejar.

Me da algo de tristeza que aún no esté en el diccionario de la RAE ni en el Clave (que, por cierto, es mi diccionario preferido de español), pero al menos ya hubo quien hizo un primer intento por documentarla. Yo ya nunca volveré a decir picap: prefiero troca que es más práctica y hasta linda. Hale.

Me gustan las palabras; me gustan mucho. También me gustan mucho las damas. Y visca el Barça.

En el municipio de Acajutla, el día de santa Justa y santa Rufina (martiresas) por la noche.

Mus

14 julio 2009

Mezclá vos


Para mí, el voseo siempre fue un fenómeno argentino. No contaba siquiera a los uruguayos porque al lado del gigante argentino se antojan inconspicuos: los que voseaban eran solo los argentinos, ¿vih'te? Con el tiempo y algunos viajes he ido aprendiendo que hay muchos pueblos que vosean en América. Ahora vivo en uno: en El Salvador se vosea.

Sin embargo, hay ciertas peculiaridades regionales. Una de ellas, en la cual reparé hace apenas unos días y que me recordó a ciertos lugares de España, es que acá se mezcla el pronombre personal con la forma conjugada típica del voseo. Así, dicen "tú tenés" en lugar del "vos tenés" rioplatense típico.

Decía que me recordó a España porque en mi país se forman mezclas curiosas con la conjugación del plural. Hay lugares en que, como en Canarias y en toda América, la segunda persona del plural no es vosotros, sino ustedes, a pesar de lo cual conjugan el verbo como si fuera con vosotros y dicen "ustedes tenéis" en lugar de "ustedes tienen". Para darle más salero, no faltan zonas donde se dice "ustedes vosotros" con un acento delicioso de tipo u'htede vozotro' o u'htede vuzotro' y se pone la conjugación verbal que mejor le parece: tienen o tenéis.

El voseo tiene para el verbo ir una peculiaridad concreta que me disloca. Como lo sufren todos los que aprenden español, ese verbo tiene una conjugación irregular a más no poder. Pues bien, con el voseo los hablantes se esmeraron y la segunda persona singular del modo imperativo es... andá. Por ejemplo, "andá a la tiendita y me comprás una libra de tamarindo, que voy a preparar una salsa para el lomito" o, como dicen los malhablados argentinos, "andá a la concha de tu madre". Estuve buscando en el CREA y en el CORDE (que son de las pocas cosas realmente útiles que tiene la RAE) para ver si alguien dijo alguna vez ite, que parece el imperativo más esperable para el verbo ir, pero solo aparece empleado por un autor.

—Eh, ¡pero es nada menos que Borges!
—Oh, pero solo aparece usado una vez.
—Ah, bueno... al fin y al cabo, nunca leí a Borges.
—Ni yo, a qué le voy a engañar.
—Ah...
—Sí...
—Pos, ea.
—Po zi.

Al respecto de este último ejemplo, siempre me fascina que los de la parte norte del continente te manden a la verga (o sea, la polla) y los del sur te manden a una concha (o sea, un coño) cuando en realidad lo que te quieren decir es que te vayas a tomar por el culo (que creo que todo el mundo comprende y no explicaré). Es bien cierto que en español nos mandamos a muchos sitios, excepto en las pelis. Cuando un gringo dice fuck you o fuck off en una peli, casi nadie del doblaje o subtitulado se avienta a poner lo que de verdad nos decimos en español (vete a la mierda, que te den, andá a la concha de tu madre, a la verga, etc.) y siempre nos vienen con semieufemismos acuñados, como "que te jodan", que en realidad nadie dice (en España sí decimos "te jodes" o "jódete", aunque con un valor algo diferente) pero parece que quedan menos disonantes.

Otra cosa que no tiene nada que ver pero que me gusta mucho del español salvadoreño es que en lugar de usar el verbo llevar (en el sentido de llevar algo encima, cargar) usan el verbo andar. Por ejemplo, el otro día me decía el conserje que "el recibo lo anda el jardinero, pregúntele a él".

Y como de mezclas iba hoy la cosa, no puedo contenerme y digo que a los salvadoreños les dicen guanacos, a los guatemaltecos, chapines; a los hondureños, catrachos; a los nicaragüenses, chochos; y a los costarricenses, ticos. Los panameños son los únicos centroamericanos hispanoparlantes que se quedan sin gentilicio popular.

En San Salvador, el día del cumplimiento terapéutico, por la tarde.

Mus

08 julio 2009

Perra civilización



A veces miro a mi país y me dan náuseas. Si uno va a la playa y planta su sombrilla para reservar sitio, corre el peligro de ser multado... ¡con 750 euros! Comprendo la falta de respeto social que supone andar apropiándose de un cacho de arena, pero creo que estamos perdiendo el norte al regular esto e imponer sanciones de este calibre. (Los 750 euros superan el salario mínimo interprofesional vigente en España.)

De hecho, creo que ya lo hemos perdido y nos hemos aproximado demasiado a la civilización, que nos tiene en la red hasta los corvejones.

Supongo que me estoy haciendo viejo. Me voy, que voy a llorar.

En el municipio de Acajutla, el día de san Procopio (mártir) por la mañana.

Mus

06 julio 2009

Sexo animal

Una de las ventajas o desventajas, asegún, que tiene la vida tropical es la convivencia cotidiana con bichos diversos. Algunos son esperables, como los mosquitos, las arañas, las moscas eternas y un sinnúmero de especies aladas y rastreras que solo los entomólogos acaso conozcan, así como las simpáticas salamanquesas o cuijas, a las que en El Salvador llaman guecos (probablemente escriban gecko, a la inglesa).

Están en todas las casas y por todos lados, con sus silbidos inconcebibles y sus excrementos omnipresentes. Todos los días me levanto con la feliz compañía de un par de caquitas de cuija y antes de acostarme tengo que quitar otras dos o tres. Puede que la idea de una hez cúijica suene poco sensual, pero si se compara con el alacrán que habitaba entre mis sábanas y que tuve que ultimar el día de mi llegada (ante el espanto de mi casera, no sé si por el alacrán en sí o por la pena de que el inquilino viera uno de estos tóxicos visitantes justo el primer día), las cacas de los reptiles suenan mucho más interesantes.

Los bichos más simpáticos son los colibríes, cuyo volar frenético de flor en flor observo entusiasmado desde la ventana o mientras me refresco en la piscina. Me recuerdan a Doris, la peza de memoria infame que sale en Buscando a Nemo, que también se movía de un lado a otro en un santiamén.

Sin embargo, mi interés actual se centra en el potencial sexual de mi rana de baño. Es un animalito encantador, güerito, de ojillos de conguito y con unos dedos deliciosos cuyas pericias apenas puedo escrutar pero cuyo desempeño debe de ser fantástico. Si no lo creen, intenten sostenerse pegados a una pared y ya verán.

La mayor parte del tiempo está en la ducha, pero no es raro verla en el inodoro, oculta en el reborde interno, por donde sale el agua. Voici ma petite grenouille du bain !


Si alguna vez viene una chica, no sé si decirle que tengo esta cohabitanta. Aparte de los celos que puedan despertársele por el hecho de que conviva con tan simpática compañera, me da temor que la chica se siente a hacer cualquier cosa en el escusado y aparezca la ranita y ella se sobresalte y el movimiento súbito de evitación desvíe algún líquido o sólido en su trayectoria descendente. Claro que sería peor que mi visitanta apareciera, por ejemplo, con ectoparásitos pubianos y mi güerita croadora se liara a predadores lengüetazos con la pupusa de la dama.

Aunque no sé, no sé... El bestialismo y la zoofilia me parecen censurables porque no parece probable que un animal pueda consentir a una relación sexual, pero si la que empieza el cunilingus es la rana sin indicación previa de la chica, no creo que se pudiera acusar a esta de violar los derechos del bicho; más bien podría acusarse al batracio de aproximación íntima no autorizada. Es un tema complejo, hay que admitirlo.

He pensado en la posibilidad de atarme una mosca al pene y sentarme en el retrete para ver si la rana hace ademán de proyectar su lengüita sobre insectos ubicados en genitales externos de personas, pero no tengo claro que el modelo experimental sea válido y, de todos modos, tampoco me parece ético provocar situaciones potencialmente ilícitas con una rana.

Otra opción menos arriesgada y más neutra que consideré consistía en atar la mosca a un pene de plástico y colocarlo sobre la taza a modo de señuelo, pero no tengo penes de plástico y de todos modos no sabría cómo obtener el consentimiento informado de la mosca, cuyo papel en el experimento es decididamente arriesgado.

Así que al fin he decidido que a todas las chicas que vengan les voy a pedir que se rasuren la cuquita para asegurar la ausencia de ectoparásitos. Si al final les cae un lengüetazo, se demostrará la hipersexualidad de mi rana y veremos como abordar el problema. Pasito a pasito, sin adelantar acontecimientos.

Me siento orgulloso cuando llego a estas conclusiones tan razonadas: no hay nada como pensar las cosas.

En el municipio de Acajutla, el día de santa María Goretti (virgen y martir) por la noche.

Mus

02 julio 2009

Uno, dos, tres, cuatro, fuuu


Escuchaba ayer esta canción y evocaba mi mantra preferido: que estoy hasta el gorro de trabajar. Insisto: desearía postulantas a mantenerme. Pídanme el formulario de solicitud que yo con sumo gusto se lo envío.

Di en pensar que si el Sr. Jackson (padre) hubiera tenido la desgracia de ser marino en el siglo XVIII y se hubiera pasado varios años en aquellas interminables navegaciones panoceánicas, al regresar a puerto se habría encontrado con el rostro sospechosamente albugíneo de su vástago y la Sra. Jackson habría tenido que dar muchas explicaciones. En eso, los Jackson han tenido suerte en la vida.

Los recientes sucesos luctuosos de Bel Air me hicieron recordar el memento homo, el tempus fugit, el carpe diem, el requiescat in pacem y todos esos latinajos, a más del Blame it on the boogie, el Thriller y el Beat it de rigor. De rigor mortis diríase, incluso. Por suerte o por desgracia, con la única excepción de mi mitomanía por Luis Ciges (grande entre los grandes; el mondesvol lo tenga en su glucídica gloria) y alguna que otra reinona del porno de calidad, reconozco que mi interés por la vida de las figuras públicas y del espectáculo tiende a cero, lo que hace que el deceso del Sr. Jackson me importe más o menos lo mismo que el del último cliente del comensal que tuve el gusto de conocer hace un par de días.

A pesar de ello, admito que hay numerosas enseñanzas que extraer de este fallecimiento. La primera es que no debe uno tomar drogas, sobre todo en soledad y sobre todo si son letales. Tampoco se debe inflar nunca el chaleco dentro del avión. La segunda es que no debe uno contratar a un cardiólogo que se ponga nervioso y no sepa bién que hacer en caso de paro cardiaco. La tercera es que todos deberíamos aprender a saber qué hacer en caso de que alguien de nuestro alrededor tenga la estúpida idea de entrar en paro cardiaco.

Así que ayer fui a Sonsonate a pagar el recibo de la luz y al pasar por la delegación local de la Cruz Roja me interesé por los cursos de primeros auxilios. Con toda amabilidad me recibieron los datos y me dijeron que me avisarían tan pronto programen uno.

A mi primer y único curso de primeros auxilios acudí para poder certificarme como especialista de rescate de buceo. Ni que decir tiene que ya no me acuerdo de nada. ¿Eran cinco masajes y una respiración o cuatro masajes y dos respiraciones...? ¿O cómo demoños era? Ya no me acuerdo. De todos modos, sabiéndolo o sin saberlo, como tenga que sacar yo a alguien de las profundidades y darle reanimación cardiopulmonar en el agua hasta llegar a un lugar que diste más de tres metros , creo que mejor será abreviar y limitarme a ponerle una monedita en la boca para que tenga con qué pagar a Caronte. Y no iremos mal si no me ahogo yo también en el rescate...

Sin embargo, creo los primeros auxilios representan un saber importante e interesante. Y con suerte, ¡habrá chicas en el curso sonsonateco! Ustedes pensarán que mi interés es hacerles un boca a boca, o incluso masajear torpemente sus senos; pero si es así, yerran. Yo lo que quisiera hacer es más bien es... ¡ras! deszafarles el sujetador, sostén, brasier o corpiño de un tijeretazo. De todos modos, se me da fatal desabrochar sujetadores. Para todo lo demás no se tiene tiempo de pensar: la reanimación cardiopulmonar es muy estresante y uno no se fija en nada ni recuerda nada. Pero ese momento dulce, ese instante en que se cercena la intimidad mamillar de la chica, eso sí que está chivo, chévere, padre o como prefieran llamarlo.

No me miren así. Qué sé yo; cada uno tiene sus fantasías, ¿no? Pues, hala, lectrices, si les interesa un curso de primeros auxilios en Sonsonate dentro de unas semanas, escríbanme sin falta para irlo preparando. Los lectores varones pueden tomarlo en su localidad, no se molesten.

En el municipio de Acajutla, el día de san Proceso y san Martiniano (mártires) por la noche.

Mus