31 marzo 2009

Sinónimos de amor



Eres el paradigma de lo despreciable: pérfida, ruin, vil, maliciosa, abominable, odiosa, maligna, desalmada, inicua, satánica, perversa, mala, bellaca, depravada, indigna, infame, execrable, pestilente. La maldad personificada, en suma. Todo eso lo sé y aun así te sigo ofensa a ofensa, agresión a agresión, mentira a mentira y crimen a crimen porque el día en que te mueras (y espero que sea pronto, maldita hija de puta) sé que irás derecha al infierno y allá podré estar contigo a salvo del bien.

Voy siempre un paso delante de ti en las violencias, pero mi conversión en un ser más repugnante que tú no es esencial sino que responde a un plan: aborrezco la idea de un paraíso eterno sin tu compañía. El día que mueras me sepultarán a mí también porque, desgraciado, no concibo seguir sobre la Tierra si tú no estás conmigo.

El mundo se ensombreció cuando nacimos y se tornó invivible el día en que nos encontramos. Quizá fuera el azar, pero tú y yo somos un amor negro de proporciones históricas.

En Madrid, el día de san Amós (profeta), rayando el mediodía.

Mus

28 marzo 2009

Humildad para empezar


Padua es una ciudad universitaria, una especie de Salamanca venetiana. Las casas asoman a las calles los pintorescos arcos apuntados de sus balcones, en los que sin gran esfuerzo uno se imagina lúbricas peladas de pava y algún que otro caso de expugnación, escala o habilidad trepadora mediante, de la virtud de doncellas encopetadas. No en vano, Verona, la ciudad de los Montescos y los Capetos, está apenas a una hora de viaje en automóvil.

Los habitantes de Padua parecen, con buen tino, preferir la bicicleta como medio de transporte. Los más flojillos optan por funcionales bicicletas eléctricas que permiten pedalear sin grandes esfuerzos o disfrutar del recorrido a pedal parado. Me gustan estos cacharros. Creo que la revolución de nuestras ciudades (y de nuestra salud) pasa más por la difusión de estos medios de transporte que por las estrategias de prevención habituales: dieta, condones, taichí, shiatsu, fujitsu, mecachis, etc.

En el centro de la ciudad, comilfó, está el alma máter de más de un italiano. En la fachada honorable de esa universidad, el viajero se topa con unos curiosos carteles manuscritos, con viñetas, caricaturas y texto abundante. Por doquier se forman grupettos arremolinados en torno a alguien. Todo el cuadro apesta a chanza universitaria, pero como no termino de enterarme y soy de natural chismoso, me animo a inquirir al respecto a una amable paseanta de aspecto conciliador.

—Signorina, perfavore, é possibile sapere...
—Soy de Cuenca, ¿qué quieres?
—Ah, bueno. ¿Se me nota mucho el acento?
—...
—Ya veo, no hace falta que me contestes. Oye, pues nada, que si me puedes explicar qué es esto de los carteles.
—Hay que ver qué pelmazos sois los turistas. Eres el tercero que me viene hoy con la misma.
—Es decir, si no te importa, claro. Luego, si quieres, te invito un café y te explico las letras prostéticas, epentéticas y epitéticas, para que presumas en Cuenca. ¿Hace?
—Cojonudo, tío, siempre quise saber eso. ¡Hace!

Cuando los estudiantes universitarios finalizan su licenciatura (se reciben, como se dice en México, o se licencian, como se dice en España), reciben el título de dottore y sus amigos preparan esos carteles en los que se narran con humor y un buen punto de acidez los antecedentes universitarios del nuevo licenciado... sobre todo sus peripecias sexuales, escatológicas o vergonzantes de cualquier clase. El flamante dottore debe cumplir los siguientes ritos, sin excepción y sin rechistar:
1. Leer de cabo a rabo ante sus amigos y familiares el cartelón, que con frecuencia, por más joder, está escrito en una letruja escuetísima.
2. Aguantar las innumerables interrupciones burlescas que se le dedican durante la lectura.
3. Hacer la lectura ataviado con la indumentaria que le exijan, lo cual incluye, según me cuentan, la ausencia (total o parcial) de indumentaria alguna. Ayer pude ver a una que iba vestida de algo que podría definirse como mezcla de Peter Pan, Tita Cervera y el cobrador del frac.
Esta tradición es, al parecer, exclusiva de la universidad de Padua, y me pareció muy pertinente. En primer lugar, porque una broma de tus pares siempre es buena cosa. En segundo lugar porque comenzar recibiendo un título de dottore cuando en realidad lo que se obtiene es una licenciatura (laureate) invita, precisamente, a que alguien te ayude a ridiculizar tu aspecto físico y tu ego intelectual y a recordarte lo humano, frágil y metezarpas que fuiste y sigues siendo, aunque ahora seas dizque algo.
El emperador está desnudo, siempre lo está.

En Padua, el día de san Sixto (papa), por la mañana.

Mus

26 marzo 2009

Efetti secondari

Una de las gracias de dedicarme a lo que me dedico es que puedo estar de pata de perro todo el rato.

Hoy, por ejemplo, estuve aquí de paseo:

Por si acaso a alguien no le suena o no se le dan bien los edificios históricos, acá va otra pista. ¡Quien la falle se queda sin postre!

Y otra de las gracias de hacer lo que hago (o el diezmo que pago por ello, según se mire, porque menudo coñazo que es andar buscando por doquier redes inalámbricas abiertas) es que puedo usar sitios así como puestos de trabajo, como hice hoy.

Todo ello conduce a ciertos desmanes intelectuales. Uno de ellos es que mi italiano es una mezcla de algo parecido al galaicoportugués, catalán, español y francés. Y como resulta que mi galaicoportugués daría lástima hasta a un masai, mi catalán haría removerse en la tumba a Roger de Flor, mi español anda combinando palabras y gramáticas de setenta hispanositios y mi francés es más bovino que un corral de Dodge City, pues resulta que mi italiano provoca reacciones vagales capaces de erizar los vellos del más paciente de los habitantes del Véneto.

Ni modo: se van a tener que aguantar un poquito conmigo.

En Padua, el día de san Braulio (obispo), por la tarde.

Mus

24 marzo 2009

Llanta


Una de las dificultades léxicas que se encuentra el viajero peninsular (y de otros lados) al llegar a México es que muchas partes de los automóviles tienen otros nombres. Entre ellas figura llanta, que en España es el marco metálico en el cual se monta el neumático y que en México es precisamente lo que en España tenemos por neumático. A lo que en España le llamamos llanta, en México le dicen rin. El DRAE recoge el uso de llanta por neumático, pero yerra porque lo marca como americanismo cuando en realidad no se trata de un uso panamericano, como pude comprobar recientemente en la Argentina.

Este apuntillo era para dedicarme a mi actividad lúdica favorita: ¡meterme con las definiciones del Diccionario de la Lengua Española (DRAE)! :)

En la primera entrada para llanta, diz el susodicho diccionario que es 2. f. Berza que no repolla, tarda mucho en florecer y es de hojas grandes y verdosas, que se van arrancando, durante todo el año, a medida que crece la planta.

No sé a ustedes, pero a mí me parece una definición de lo más pintoresco aunque muy "a la DRAE". Si alguien juega al diccionario con sus amigos, le sugiero que emplee con profusión este tipo de estructura para las definiciones que tenga que redactar: seguro que engañará a muchos contendientes y ganará en la porfía.

Y volviendo al DRAE, rin no figura. Voy a perderle el respeto usando el alfabeto completo...

En Madrid, el día de santa Catalina de Suecia (abadesa), por la tarde.

Mus

23 marzo 2009

Benditas tetas

Aviso poseditorial: Este artículo ensalza las tetas en cuanto a que nos procuran productos como el de la foto, no en cuanto a su dimensión más lujuriosa y eroticofestiva.


Recién llegué de Andorra, donde anduve unos días con la excusa de esquiar. Es un país adorable en lo lingüístico porque hablan tres idiomas preciosos: el catalán, que es el idioma oficial, y el francés y el español. Quizá sea que no estoy allá y no me entero, pero jamás oí de problemáticas lingüísticas allá y jamás vi a ningún andorrano que no hablara tan buen español como cualquiera. A veces me da la impresión de que en España somos imbéciles haciendo escándalo con esto de los idiomas. Vamos, más que darme la impresión, me asalta la certeza.

En la biblioteca de Canillo, una señora muy amable me hizo el favor de imprimir un papel que necesitaba yo a la sazón y de escanearlo (tras haberle estampado mi firma), y me cobró por toda la operación diez céntimos de euro. Cuando saqué mis billetotes del bolsillo con ánimo pagano se asustó y me preguntó si no podía yo darle una simple moneda. Como no tenía, le tuve que pedir que me lo fiara y que yo al día siguiente se la daba. Al día siguiente no se la di porque se me volvieron a olvidar en el hotel las moneditas; al día siguiente del siguiente era sábado y mi monedita y yo nos encontramos el lugar cerrado por asueto; y al día siguiente del siguiente del siguiente me presenté en el lugar cerrado con un sobre igualmente cerrado que contenía dos moneditas de diez céntimos y un papel en el que garabateé con mi catalán manchego: Moltes gracies per la seva ajuda amb l'impresió i el escaneu del dijous"; y metí el sobre por la rendija de la puerta. Espero que hoy la amable señora se lo haya encontrado al abrir, porque incumplir promesas está feo y yo no quisiera pagar con desdén su servicialidad y buena disposición.

Aquel es un país estrecho y aunque la belleza pirenaica le da un aire majestuoso a veces, a mí confieso que no me termina de gustar. De vez en cuando se divisa un pradito de media fanega con cuatro caballos y siete vacas, pero en general los escasos llanos están ocupados por poblaciones y eso le resta encanto. Le disfruto los idiomas y a ratos el esquí, pero poco más. Como odio ir de compras, ni siquiera ese atractivo me resulta atractivo.

Ayer, sin embargo, le disfruté una última cosa. A pocos metros ya de la frontera con España hay una población llamada Sant Julià de Lorià, y... ¡tatachán!, en el margen izquierdo hay una gran tienda de venta de quesos, La Casa del Formatge. Los hay españoles, holandeses, suizos y... franchutes. Y, queridos lectores y lectrices, yo soy Mus y Mus es el nombre científico del género de los ratones y... ¿cuál es la comida secular de los ratones? El queso, efectivamente. Pues bien: creo que hasta el más conservador admitirá que nada hay como un buen francés.

En español y en portugués tenemos queso y queijo, respectivamente, del latín caseus. Resulta curioso que en otros idiomas romances, como el catalán, el francés y el toscano hayan recurrido a otro término, también latino (formaticus, que dio formatge, fromage y formaggio, respectivamente).

Me compré ocho o diez clases de quesos franceses de esos blanditos y me propongo hacer una cena quesera monográfica. La concertaré para la semana que viene, porque quiero que algunas piezas maduren un poco. Comer queso tiene un algo especial, como con el vino: la sensación de estar tomando un producto vivo, que muta y nos da distintos matices conforme pasa el tiempo.

Lo dicho: benditas tetas. Hay que ver lo que nos hacen disfrutar.

En Madrid, el día de santo Toribio de Mogrovejo (obispo), por la tarde.

Mus

17 marzo 2009

Sueños rotos, pesadillas aliviadas


Uno no deja de sorprenderse por la capacidad que tenemos para creernos cualquier cosa, para identificar lo que vemos, leemos u oímos con realidades supuestas, ya sean agradables o detestables. En días como hoy, ya no me sorprende tanto que aún haya quien caiga en los timos nigerianos que con tanta frecuencia nos intentan colar por correo electrónico.

Hace unos meses hacía yo una crítica de un libro sobre Cela, en el cual el autor relataba una afirmación del nóbel en el sentido de que no decía malsonancias y que hablaba siempre muy prolijito y esmerado, sino que los malhablados eran los personajes de sus novelas.

Para abundar con un ejemplo, es probable que el actor de House sea un buenazo. El cabrón maleducado es su personaje en la serie, ¡no él! Bueno, al menos no necesariamente; igual el tipo es un hijoeputa de marca mayor, pero eso no guarda relación con su papel. Y no, Brad Pitt tampoco nació anciano y va rejuveneciéndose, queridas damas, ni hay la menor certeza, queridos caballeros, de que Francisco de Rojas estuviera en amores con Celestina ni se follara a Elicia ni Areusa por muy putas que estas fueran en su tragicomedia famosa.

Esto, que por ser de cajón nos parece tan simple y comprensible a poco que se nos explique, en ausencia de explicación se nos escapa sin remedio y tendemos a equiparar a los autores, actores y demás gentiles con sus personajes y creaciones, como si estos fueran los alter ego de aquellos.

Hoy me avisaron de mi mala fama por lo que ando diciendo o dejando de decir por esos mundos del mondesvol. Esas críticas me resbalan un poco, pero no es la soberbia la que me impermeabiliza. Es el hecho cierto de que Mus es Mus y no debe darse por sentado que el cúmulo de carne, huesos y pellejo (con una neurona por remate intracefálico) que hay detrás de este alias quiera vertir en sus escritos su personalidad tal cual. Amar u odiar a Mus vale tanto como amar u odiar al doctor House... o a Gracita Morales en Sor Citroën, si se prefiere.

Conviene citar a don Mendo al salir de su prisión escura, a punto de trocarse en Renato:
Soy un ente, una quimera;
soy un jirón, una sombra;
alguien sin patria y sin nombre...
una aberración...un hombre
que de ser hombre se asombra.
Cual una nota perdida
con la ceniza en la frente,
naufragaré en el torrente
proceloso de la vida.
¿De qué viviré?...¿Qué haré?
¿Dónde al cabo moriré?...
¿Aquí o allá?... ¿Qué más da?...
¿Seré malo?... No lo sé.
¿Seré bueno? !Qui lo sa?
De hecho, quien está detrás de Mus es, por ejemplo, muchísimo más guapo que Mus y hace el amor con mucha más habilidad, buen tino y repiteración. Pero, chssss, ¡guárdenme el secreto! ;)

En Madrid, el día de san Patricio (obispo), por la noche.

Mus

16 marzo 2009

Total, por no tener quehacer



En mi pueblo tienen la costumbre de convertir ciertos sustantivos femeninos en masculinos y trasladarles una a inicial. (No sé cómo se llama esta pequeña corrupción lingüística, a ver si me entero.) De pequeños nos dábamos cuenta y nos burlábamos con el chascarrillo:

—¿La eme con la o?
—Mo.
—¿La te con la o?
—To.
—¿Y ahora todo junto?
—A-mo-to.

Sí, dicen el amoto o el ahoz, pero es curioso que, cuando se trata de un nombre compuesto, en concreto motosierra, no le dicen el amotosierra sino que pasan directamente a el motosierra. En mi pueblo son asín de idiosincrásicos con el idioma.

El caso es que hoy no tenía nada que hacer. En consecuencia, me levanté a las nueve y me fui a comprar un motosierra. Esto es lo que hago yo casi siempre que me levanto a las nueve sin nada que hacer, pero hoy no me limité a ir a comprarla sino que, en un alarde de osadía, la compré y ni corto ni perezoso me fui a cierto sitio y corté dos sauces y los hice cachos en sendos santiamenes; es decir, a santiamén por saz.

—¡Qué bruto es usted, don Mus!
—No.
—Ah, bueno, entonces nada.

Las ramas finas las dejé apiladitas en espera de su próxima quema. Pensé en adquirir también una máquina trituradora para hacerlas picadillo e ir usando los pedacitos para ir haciendo un mulching en el terreno, pero corto pocos árboles a lo largo del año y no sé si merezca la pena la inversión. Además, todavía tengo que domeñar el zarzal que había allá y hacerlo entrar por la vereda del buen sentido. Si tendré éxito o no, ya se verá, que las zarzas son muy enjundiosas. Por el momento seguiré quemando los residuos, luego ya veremos. De los dos sauces me salieron bastantes leños de esos que te brindan una candela amorosa frente a la cual hacer el hecho sexual. Se admiten postulantas (para el otoño, que por ahora están los leños verdes y hay que dejar que se sequen o la candela será más importuna que amorosa).

Cuando terminé, el bosquecillo cerrado y desastroso lucía amplios espacios por los que entrará la luz que excitará los higadillos de los brotes de este año, verdecillos que asoman tras un invierno laaaaargo como día sin pan. Cortar un árbol es triste siempre, pero luego da gusto ver cómo se expande el dosel de los pies vecinos y cómo todas esos chuponcillos ajados y envejecidos se activan y se cubren de yemas nuevas y de flores esplendorosas a golpe de fotón.

Adoro los árboles. Podría quedarme horas y horas frente a un alcornoque grande y descorchado, admirando su desnudez escarlata y los detalles infinitos de sus bellotas tánicas. En ocasiones me quedo mirando cualquier rama y me entran ganas de ser meristemo y tornarme ramita. Luego pienso en mí mismo y mis aficiones de los días en que me levanto a las nueve sin quehacer y se me quitan un poco las ganas. Pero eso lo pienso porque tengo una neurona. Si fuera un meristemo me limitaría a brotar y brotar para que mi rama se llenara de flores y me visitaran todas las abejas del mundo a husmearme entre los pétalos y a hacerme cosquillas con sus pelillos dorsales.

Sí, creo que eso haría. Y sería un quejigo.

En un lugar de La Mancha, el día de san Abraham (eremita), por la tarde.

Mus

11 marzo 2009

Oxímoron vital



—¿Sabes? Eres muy especial, y no me refiero solo a que lo eres para mí, sino como persona. Créeme, hay poca gente como tú.

—Te agradezco mucho que me lo digas. Pero, oye, ahora que lo pienso, siendo así, ¿por qué deseas que me convierta en una persona normal? ¿Prefieres que deje de ser ese alguien especial y pase a ser una persona más, como tantas? ¿Qué harás conmigo cuando eso suceda y qué será de mí con la conversión?

—¿Ves? Eso es lo que no soporto de ti. Siempre tienes que analizar todo y tomarte las cosas al pie de la letra. ¡Es nauseabundo!

—Bueno, perdona, perdona, dejémoslo estar... Oye, ¿te apetece que te haga otra mamada? ¿O preparamos una tortilla de papas o vamos al cine o algo?

En Madrid, el día del aniversario de algo horrendo, por la tarde.

Mus