19 febrero 2009

Joven, ofrécese



Estoy hasta la madre de trabajar. Estoy cansado y no deseo seguir.

Ofrézcome a dama que me quiera mantener. No importa edad ni condición. La única condición inexcusable es que cuente con unas credenciales financieras impolutas e inmunes a la crisis (actual o futura).

El acuerdo consiste en que ella me mantiene y tras la firma del acuerdo yo me largo para no molestar, que un hombre en casa siempre es un engorro.

Tras analizar varias opciones, me recomiendan que publique el siguiente mensaje publicitario:

Como poco y follo muy bien y mucho.

Las interesadas pueden escribirme un pribao. ¡Es urgente!

En Rosario, el día de san Álvaro (beato, vaya por dios), por la tarde.

Mus

17 febrero 2009

Torrente sináptico

Hoy leí algo sobre la evolución del lenguaje y la incorporación de extranjerismos que estaba tan bien escrito, con tanta sensatez, con tanto amor por la lengua propia y tanta imaginación y creatividad, que se me pusieron los vellos como escarpias y agujereé con ello la ropa, que ahora parece un tamiz.

La lectura me entonó los neurotransmisores a tal grado de contento que según leía pasó todo a ser casi irreal, y ya no sé si es que vi lo que vi y leí lo que leí o es más bien que me dieron la pomada de mi propia opinión y visión del idioma. Estas pomadas son tan placenteras como peligrosas: a veces uno lee u oye cosas que le parecen perfectas, pero eso solo se debe a que coinciden con lo que uno piensa o dice, no a que sean perfectas.

En fin, sea lo que sea, que no deseo joder este bienestar neuronal a base de relativismo y autocrítica. Como decía Calisto, "En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios."

Otro día les mandaré el enlace si les interesa.

En Rosario, el día de san Eutropio (obispo), al mediodía.

Mus

15 febrero 2009

Beber para olvidar



Toda la vida se habló de lo supuestamente útil que es tomar/chupar/trasegar/soplar para olvidar, aunque a mí me parece que como remedio es una mierda (comperdón). Puede que con esa estrategia te olvides de lo que hacías mientras ejecutabas la estrategia y te mamabas hasta perder el estilo, pero olvidar, lo que se dice olvidar, me parece a mí que nanay. O naranjas de la China.

Pero la ciencia avanza que es una barbaridad y hoy me dio mucho gusto leer que con algo tan sencillo como el Sumial, que tanta gente se aprieta cuando tiene que rendir exámenes o templar sus nervios, por no decir combatir su hipertensión, podría bastar para dejar atrás recuerdos atormentadores como, por ejemplo, el día que nos pillaron las chuletas en el examen de selectividad.

Creo que me voy poner a pensar en las mozas que me dieron con la puerta en las narices y después me voy a tomar una de estas pastillas de bloqueador beta, a ver si supero ese cúmulo de desdenes.

Aprovechando mi memoria residual, calculé que necesitaré unas nueve cajas de treinta comprimidos para completar esta reprogramación. Es de venta con receta. ¿Alguna médica lectriz de esta bitácora querría hacerme las recetas?

Si además se aviene a jugar a los médicos conmigo, tanto mejor, que estoy muy salidismo.

En Rosario, el día de san Faustino y san Jovita (mártires), por la noche.

Mus

10 febrero 2009

Y esa explicación que os debo os la voy a pagar



Estoy en América, así que es comprensible que mi vida transcurra entre americanos. A eso vine y no intento protestar sino establecer antecedentes.

—¿Y si en lugar de en la Argentina estuviera usted en los Estados Unidos?
—Pues también estaría rodeado de americanos.
—¿Y si en Colombia?
—Pues también, hombre, también. No sea pesado, ¿a qué tanta pregunta? ¿Es que no ve que ando estableciendo antecedentes, hombre de dios?
—Ah, claro, usted disculpe. Siga antecediendo, siga usted.

Como se puede advertir con asomarse a cualquier lado donde se hable o escriba español, el gentilicio americano vale en el habla común tanto para referirse a las gentes de este continente (sea del norte, el centro o el sur) como para los habitantes u originarios de los Estados Unidos de América. Puede que no guste a algunos, pero es así.

Los gringos se aplican a sí mismos el gentilicio American, lo cual resulta bastante comprensible por dos motivos: porque en inglés existen muchísimos menos recursos que en español para armar un gentilicio y porque la opción unitedstatesian resulta de lo más chocante. Si ellos eligieron American, bien está y no hay a qué ofenderse ni que pensar que se apropiaron de lo que no les pertenece. Los de Aranjuez tienen por gentilicio ribereño y no creo que ninguna otra ciudad fluvial del mundo se oponga a ello con el argumento de que no son los únicos 'ribereños' y que los de Aranjuez intentan apropiarse del concepto o algo así.

Eso no significa que en español debamos llamarlos americanos a menos que nos salga de las narices. Si lo decidimos, y parece que a muchos se les acomoda así, pues bien está. Es verdad que alguna ambigüedad derivará de ello, porque el resto de los habitantes de todo el continente seguirán siendo americanos para nosotros, y cabe la posibilidad de confusión. Por eso es recomendable llamarlos estadounidenses o estadunidenses. Bien pensado, podríamos haber hecho una mezcla y haberlos llamado ameriqueños, ameriquíes, ameriqueses, ameriquinos, americarras o ameriquitos (estos últimos seguro que nos traerían problemas a la par que sonrisas), entre otras muchas opciones. Esto de usar gentilicios con la misma raíz pero diferente sufijo tiene antecedentes cuando coinciden dos topónimos análogos. Por ejemplo, los habitantes de México son mexicanos, pero los del estado de México (uno de los estados que rodean a la ciudad de México) son mexiquenses.

Lo que no tiene sentido ni lógica alguna es sostener que no debe decírseles americanos pero dar por bueno que se les diga norteamericanos. El caso es exactamente el mismo: en Norteamérica hay tres países (México, Canadá y los Estados Unidos). Las probabilidades de confusión son algo menores porque en lugar de con veintitantos países solo cabe la incertidumbre con respecto a tres, pero eso no altera el concepto de semejanza.

Pues esta es la sinrazón que postulan en las Academias de la lengua española, comenzando por el Diccionario panhispánico de dudas y continuando por la propia denominación de la Academia gringa, que se llama Academia Norteamericana de la Lengua Española. Vaya tela, ma'e mía. ¿Cómo tendrán el cuajo de publicar opiniones así y confiar aún en que los tomemos en serio?

Don Luis, en Bienvenido Mister Marshall, se queja del entreguismo ante el gringo por venir. Don Luis es un cascarrabias, pero a muchos como él los vemos hoy en día perorando sobre la invasión cultural y todo eso que tenemos encima por decir marketing, lunch, gym, bodybuilding, etc.; gentes que se pasan el día quejándose de eso y después cierran su periódico y meten a sus hijos en un McDonald's para que un payaso con pinta de gilipollas ahíto de merchandaisin se los entretenga el día del cumpleaños infantil después de haberlos atiborrado a comida... castiza, ejem. ¡¡Dales a los niños filetes rusos y una zarzaparrilla, coño!!

Menos mal que nos quedará la película para recordarnos que sí, que los americanos son también los de los Estados Unidos y que eso es español.



En Rosario, apenas estrenando el día de Ntra. Sra. de Lourdes (a quien tanto recuerdo, virgen santa).

Mus