Sexo animal
Una de las ventajas o desventajas, asegún, que tiene la vida tropical es la convivencia cotidiana con bichos diversos. Algunos son esperables, como los mosquitos, las arañas, las moscas eternas y un sinnúmero de especies aladas y rastreras que solo los entomólogos acaso conozcan, así como las simpáticas salamanquesas o cuijas, a las que en El Salvador llaman guecos (probablemente escriban gecko, a la inglesa).
Están en todas las casas y por todos lados, con sus silbidos inconcebibles y sus excrementos omnipresentes. Todos los días me levanto con la feliz compañía de un par de caquitas de cuija y antes de acostarme tengo que quitar otras dos o tres. Puede que la idea de una hez cúijica suene poco sensual, pero si se compara con el alacrán que habitaba entre mis sábanas y que tuve que ultimar el día de mi llegada (ante el espanto de mi casera, no sé si por el alacrán en sí o por la pena de que el inquilino viera uno de estos tóxicos visitantes justo el primer día), las cacas de los reptiles suenan mucho más interesantes.
Los bichos más simpáticos son los colibríes, cuyo volar frenético de flor en flor observo entusiasmado desde la ventana o mientras me refresco en la piscina. Me recuerdan a Doris, la peza de memoria infame que sale en Buscando a Nemo, que también se movía de un lado a otro en un santiamén.
Sin embargo, mi interés actual se centra en el potencial sexual de mi rana de baño. Es un animalito encantador, güerito, de ojillos de conguito y con unos dedos deliciosos cuyas pericias apenas puedo escrutar pero cuyo desempeño debe de ser fantástico. Si no lo creen, intenten sostenerse pegados a una pared y ya verán.
La mayor parte del tiempo está en la ducha, pero no es raro verla en el inodoro, oculta en el reborde interno, por donde sale el agua. Voici ma petite grenouille du bain !
Si alguna vez viene una chica, no sé si decirle que tengo esta cohabitanta. Aparte de los celos que puedan despertársele por el hecho de que conviva con tan simpática compañera, me da temor que la chica se siente a hacer cualquier cosa en el escusado y aparezca la ranita y ella se sobresalte y el movimiento súbito de evitación desvíe algún líquido o sólido en su trayectoria descendente. Claro que sería peor que mi visitanta apareciera, por ejemplo, con ectoparásitos pubianos y mi güerita croadora se liara a predadores lengüetazos con la pupusa de la dama.
Aunque no sé, no sé... El bestialismo y la zoofilia me parecen censurables porque no parece probable que un animal pueda consentir a una relación sexual, pero si la que empieza el cunilingus es la rana sin indicación previa de la chica, no creo que se pudiera acusar a esta de violar los derechos del bicho; más bien podría acusarse al batracio de aproximación íntima no autorizada. Es un tema complejo, hay que admitirlo.
He pensado en la posibilidad de atarme una mosca al pene y sentarme en el retrete para ver si la rana hace ademán de proyectar su lengüita sobre insectos ubicados en genitales externos de personas, pero no tengo claro que el modelo experimental sea válido y, de todos modos, tampoco me parece ético provocar situaciones potencialmente ilícitas con una rana.
Otra opción menos arriesgada y más neutra que consideré consistía en atar la mosca a un pene de plástico y colocarlo sobre la taza a modo de señuelo, pero no tengo penes de plástico y de todos modos no sabría cómo obtener el consentimiento informado de la mosca, cuyo papel en el experimento es decididamente arriesgado.
Así que al fin he decidido que a todas las chicas que vengan les voy a pedir que se rasuren la cuquita para asegurar la ausencia de ectoparásitos. Si al final les cae un lengüetazo, se demostrará la hipersexualidad de mi rana y veremos como abordar el problema. Pasito a pasito, sin adelantar acontecimientos.
Me siento orgulloso cuando llego a estas conclusiones tan razonadas: no hay nada como pensar las cosas.
En el municipio de Acajutla, el día de santa María Goretti (virgen y martir) por la noche.
Mus
Están en todas las casas y por todos lados, con sus silbidos inconcebibles y sus excrementos omnipresentes. Todos los días me levanto con la feliz compañía de un par de caquitas de cuija y antes de acostarme tengo que quitar otras dos o tres. Puede que la idea de una hez cúijica suene poco sensual, pero si se compara con el alacrán que habitaba entre mis sábanas y que tuve que ultimar el día de mi llegada (ante el espanto de mi casera, no sé si por el alacrán en sí o por la pena de que el inquilino viera uno de estos tóxicos visitantes justo el primer día), las cacas de los reptiles suenan mucho más interesantes.
Los bichos más simpáticos son los colibríes, cuyo volar frenético de flor en flor observo entusiasmado desde la ventana o mientras me refresco en la piscina. Me recuerdan a Doris, la peza de memoria infame que sale en Buscando a Nemo, que también se movía de un lado a otro en un santiamén.
Sin embargo, mi interés actual se centra en el potencial sexual de mi rana de baño. Es un animalito encantador, güerito, de ojillos de conguito y con unos dedos deliciosos cuyas pericias apenas puedo escrutar pero cuyo desempeño debe de ser fantástico. Si no lo creen, intenten sostenerse pegados a una pared y ya verán.
La mayor parte del tiempo está en la ducha, pero no es raro verla en el inodoro, oculta en el reborde interno, por donde sale el agua. Voici ma petite grenouille du bain !
Si alguna vez viene una chica, no sé si decirle que tengo esta cohabitanta. Aparte de los celos que puedan despertársele por el hecho de que conviva con tan simpática compañera, me da temor que la chica se siente a hacer cualquier cosa en el escusado y aparezca la ranita y ella se sobresalte y el movimiento súbito de evitación desvíe algún líquido o sólido en su trayectoria descendente. Claro que sería peor que mi visitanta apareciera, por ejemplo, con ectoparásitos pubianos y mi güerita croadora se liara a predadores lengüetazos con la pupusa de la dama.
Aunque no sé, no sé... El bestialismo y la zoofilia me parecen censurables porque no parece probable que un animal pueda consentir a una relación sexual, pero si la que empieza el cunilingus es la rana sin indicación previa de la chica, no creo que se pudiera acusar a esta de violar los derechos del bicho; más bien podría acusarse al batracio de aproximación íntima no autorizada. Es un tema complejo, hay que admitirlo.
He pensado en la posibilidad de atarme una mosca al pene y sentarme en el retrete para ver si la rana hace ademán de proyectar su lengüita sobre insectos ubicados en genitales externos de personas, pero no tengo claro que el modelo experimental sea válido y, de todos modos, tampoco me parece ético provocar situaciones potencialmente ilícitas con una rana.
Otra opción menos arriesgada y más neutra que consideré consistía en atar la mosca a un pene de plástico y colocarlo sobre la taza a modo de señuelo, pero no tengo penes de plástico y de todos modos no sabría cómo obtener el consentimiento informado de la mosca, cuyo papel en el experimento es decididamente arriesgado.
Así que al fin he decidido que a todas las chicas que vengan les voy a pedir que se rasuren la cuquita para asegurar la ausencia de ectoparásitos. Si al final les cae un lengüetazo, se demostrará la hipersexualidad de mi rana y veremos como abordar el problema. Pasito a pasito, sin adelantar acontecimientos.
Me siento orgulloso cuando llego a estas conclusiones tan razonadas: no hay nada como pensar las cosas.
En el municipio de Acajutla, el día de santa María Goretti (virgen y martir) por la noche.
Mus
5 Comments:
Mira que si al final no acude ninguna...ya te veo con las mosquitas en el pene y la rana poniéndose ciega tal cual chupachups XLL : )
Grabalo porfis...que eso es digno de ver, jajajaja!
Igual hasta te patentan...jojojo
Besos...ahí mismo;^^
No te lleves a una bióloga especialista en anfibios, que te veo con la cena fría, el vino caliente, las velas consumiéndose, y la tipa entusiasmada encerrada en el baño hablando con el bichillo.
¡Es que es tan linda!
¿Ya le pusiste nombre?
(Y no es por ser retorcida, zoofílica ni nada por el estilo, pero puestos a un cunilingus fortuito, mira a ver si atraes a un simpático camaleón, que su lengua es épica.)
> la rana poniéndose ciega tal cual chupachups XLL
Esto es una estimación muy, MUY optimista de la realidad. :-S
>mira a ver si atraes a un simpático camaleón, que su lengua es épica
Camaleón, lengua, león en la cama, épica... Suena a orgía en Camelot.
La rana no tiene nombre. Yo la saludo con un genérico "¡rubiaaa!" y así me evito la posibilidad de que haya más de una. Soy mal fisonomista batracial, y bien sé que la gente (quizá las ranas no, pero prefiero no arriesgarme) se ofende mucho cuando yerras su nombre. ;)
en vez de atar a la mosca, le puedes quitar las alas y ponerla sobre el pene y esperar .... jajajajajajja....
jo
Tiene su mérito la idea, no creas. demás, creo que tal mosca apterizada sería la única que afirmaría que mi pene es grande.
El problema es que cortarle las alas a una mosca para un experimento así parece innecesario. Puestos a evitar su huida, mejor me la pego con superglú y así la ranita me daría lengüetazo tras lengüetazo para intentar en vano zamparse el señuelo. Y yo, tan fresco.
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