Via restaurantis (sección gastrosensual): cuarta estación
Cuarta estación: Mus encuentra su esencia
Cuando por el rostro de Chichi se adivina que la primavera le está obrando a raudales, una moza nos trae un carpacho acompañado de un aliño agridulce, lascas de queso D. O. Idiazábal y briznas vegetales, conjunto que alivia por un momento la tensión sexual que vengo narrando. Yo, que soy bruto pero perspicaz a veces, me pregunto de qué será el carpacho pues no viene indicado, pero al ver aquel recuadrito colorado doy por hecho que es un músculo de algo y me lo zampo sin más preámbulos ni disquisiciones. Juro que el aliño agridulce deja toda tristeza remanente herida de muerte para el resto de la tarde. O más.
Al llevarse el plato (impoluto), el camarero nos pregunta que si hemos adivinado de qué era el carpacho. Yo, que daba por sentado su mioprocedencia, ni sé qué decir; pero mi adorada Chichi sale al paso y deja el pabellón bien alto manifestando con un tono educado de duda en falsete que "cree" que el alimento era de sandía. El camarero asiente con cara de aprobación: era de sandía. Yo quiero hundirme en el suelo guipuchi por haberme comido unos cachos de sandía pensando que eran de carne, pero Chichi me mira con ese brillo en los ojos... y yo la miro y la remiro y me arrobo hasta que la constatación retiniana de sus dos pezones reventones me trae de nuevo a la realidad y abandono el arrobo y me turbo. Ay, cómo me gusta esta mujer.
Escrito en un vuelo de Continental Airlines el día de san Fidel de Sigmaringa (presbítero y mártir), por la noche; publicado el día de Nuestra Señora de Montserrat, por la tarde.
Mus
Cuando por el rostro de Chichi se adivina que la primavera le está obrando a raudales, una moza nos trae un carpacho acompañado de un aliño agridulce, lascas de queso D. O. Idiazábal y briznas vegetales, conjunto que alivia por un momento la tensión sexual que vengo narrando. Yo, que soy bruto pero perspicaz a veces, me pregunto de qué será el carpacho pues no viene indicado, pero al ver aquel recuadrito colorado doy por hecho que es un músculo de algo y me lo zampo sin más preámbulos ni disquisiciones. Juro que el aliño agridulce deja toda tristeza remanente herida de muerte para el resto de la tarde. O más.
Al llevarse el plato (impoluto), el camarero nos pregunta que si hemos adivinado de qué era el carpacho. Yo, que daba por sentado su mioprocedencia, ni sé qué decir; pero mi adorada Chichi sale al paso y deja el pabellón bien alto manifestando con un tono educado de duda en falsete que "cree" que el alimento era de sandía. El camarero asiente con cara de aprobación: era de sandía. Yo quiero hundirme en el suelo guipuchi por haberme comido unos cachos de sandía pensando que eran de carne, pero Chichi me mira con ese brillo en los ojos... y yo la miro y la remiro y me arrobo hasta que la constatación retiniana de sus dos pezones reventones me trae de nuevo a la realidad y abandono el arrobo y me turbo. Ay, cómo me gusta esta mujer.
Escrito en un vuelo de Continental Airlines el día de san Fidel de Sigmaringa (presbítero y mártir), por la noche; publicado el día de Nuestra Señora de Montserrat, por la tarde.
Mus
2 Comments:
Desconocía yo que en los vuelos intercontinentales hubiese estaciones. Escalas sí, estaciones, no. Aprende uno cada cosa...
Juer, que calvarioo...y aun quedan 10¡¡¡¡
A ve en cual llega el café
Shaluditoss
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