El siguiente paso
Vine a La Coruña con el declarado propósito de ponerme ciego, morado o tibio (a elegir) a centollas. Hoy es el día triste de mi partida, doblemente triste porque no he podido ingerir ni siquiera una. Resulta que están a fines de temporada y no las venden ya en el mercado. Sí, las zamburiñas se agradecen, y qué decir del pulpo, pero... no sé, como que me faltó algo. Ni modo, otra vez será.
Este revés gastronómico que me dio la vida me ha dado ocasión a pensar en mi futuro. ¿Dónde ir? ¿Qué hacer de mi vida ociosa? ¿A qué dedicar mis días y mis afanes?
España es un antro de pecado escaso: como prueba, baste decir que no me comí ni un colín en estos días. O sea, algo parecido a los últimos veinticinco años, más o menos. En definitiva, acá no me se nesecita.
Irme a la Argentina era una posibilidad. Dicen que allá son muy pecadores, pero con ese nombre tan crematístico creo que ese país no es lo mío y además comen mucha y buena carne pero no se ve ni un maldito cangrejo por ningún lado... y confieso que yo puedo llegar a ser muy mariscófago.
Pues bien, llegué a la conclusión de que nada sucede por azar en este mundo determinista que se abre ante mí ahora que Lo he visto, que casi Lo he tocado y que en la foto salió perfecto (de espaldas pero sin triangulito ni palomo ni nada de eso, sino en carne, un Cristo fetén). Él me resuelve el dilema de a dónde dirigir mis pasos. Es evidente que tras mi fotorrevelación epifánica descubridora, solo puedo ir a un país del mundo: El Salvador.
Así que me he sacado un boleto de avión y he ido al Ministerio de Justicia para que me dieran un certificado de antecedentes penales con el cual pedir residencia allá. Sí, bueno, al certificado le he tenido que hacer algunos remiendos porque me salieron algunas cosillas poco elegantes sobre cárceles, condenas y delitos, a pesar de lo buenísimo chico que yo fui siempre.
Además, en El Salvador hay ostras. Ostras de verdad, salvajes.
Me voy la semana que viene.
En La Coruña, el día de san Telmo (confesor), por la tarde.
Mus
3 Comments:
Podría haber venido aquí a comerte
una docena de erizos, pero casi ya pasó la temporada y tu te lo perdiste.
Bon Viatge, però torna.
(y si no, manda una señal de vida)
¿Ostras salvajes?
¿Como las fresas?
Y las de mentira, ¿qué son? ¿de peluche?
:)
Pero hijo mío,¿cómo te mueves tanto?.
Ni los de Bolaños,vamos.
Un beso.
Belit.
Publicar un comentario
<< Home