Historia de una canción sincera
Márchate de mi ventana, vete como te venga mejor. No te convengo, cariño, ni soy quien necesitas. Dices que no buscas a un pusilánime sino a alguien que sea siempre fuerte, para que te proteja y te defienda tanto si tienes razón como si no, alguien que te abra todas las puertas sin excepción. Pero no soy yo, cariño, no soy yo; ese que buscas no soy yo.
Surca el aire desde esa cornisa y aterriza con suavidad. No te convengo, cariño, de mí solo conseguirás decepciones. Dices buscar a alguien que prometa no dejarte nunca, que por ti cierre los ojos y el corazón; alguien que muera por ti y no se contente con ello. Pero no soy yo, cariño, no soy yo; ese que buscas no soy yo.
Sal, fúndete con las sombras, cariño. Aquí dentro no hay más que roca, nada se mueve, y de todos modos no estoy solo. Dices que buscas a alguien que te sostenga en todas tus caídas, que te regale flores sin parar y que acuda cada vez que llames: un amante para tu vida, sin más. Pero no soy yo, cariño, no soy yo; ese que buscas no soy yo.
En cayo Carenero, el día de san Wenceslao (mártir y objeto de chistes), por la tarde.
Mus
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