El tamaño importa
No sean guarros. Ese tamaño sí importa, ya lo sé, ya me lo dicen a cada rato entre risas indisimuladas, pero no va de eso lo de hoy. Sería como mentar la soga en casa del ahorcado.
Me refiero a que no es lo mismo ver un pescadito escueto que ver un mero gordote metido en su cueva. No es lo mismo ver un centollo descomunal con pinzotas de grua portuaria que enfrentarse a un camarón exiguo. Tampoco es igual una morena verde del tamaño de un cañón de tanque que contemplar un pepino de mar.
Dicho lo cual, se disfruta (mucho) con todo. Hoy tuve un día afortunado porque pude deleitarme con las burbujas que emanaban rítmica y pausadamente de mi regulador y con la visión de un gran número de bichos interesantes, tanto grandes como pequeños. En especial me gustaron, como de costumbre, las cosas comestibles: langostas, centollos, meros y cabrillas, algún que otro pargo de buen tamaño. Soy un tragón y eso se nota al bucear.
También me gustaron los peces sapo, que nunca había visto antes en el mar y hoy los vi en gran cantidad. En el plato los he visto mucho porque en España es muy común llamarlos rapes, denominación que da lugar a una traducción graciosa (acaso apócrifa, pero graciosa de todos modos) en los menús playeros, la del rape a la marinera, que algunas acémilas parecen traducir como "rape sailor's style" que viene a decir "violación al estilo marinero". Por cierto que los rapes (monk fish en inglés) son más feos que su puta madre, lo que se puede saber con solo ir al mercado si uno tiene la suerte de que lo vendan y lo presenten con cabeza. En el mar asustan un poco.
Pero dejémonos de violaciones y fealdades. Decía que resulta fascinante desde cualquier punto de vista quedarse cinco minutos en el fondo del mar, escudriñando cada rincón de una roca coralífera llena de cosas: almejas y ostras, camaroncitos de larguísimos bigotes, micropeces que pululan esperando a crecer, los corales y sus detalles a ojo cercano... Es todo maravilloso, de lo más fabuloso que ofrece la naturaleza, y hoy me ayudó a no echar tanto de menos mi época preferida del campo español, la berrea de mis ciervos manchegos, que ya estará principiando. Se pone uno muy verraco oyendo bramar a los venados. Pero mucho, ¿eh?
Como colofón, Ricardo, el de la escuela de buceo, parece que está por la labor de alquilarme su velero. Es muy chiquito, no creo que tenga más de seis metros, pero creo que será un buen comienzo. Si se anima a darme un buen precio, me lo quedaré lo que queda de mes. He pensado incluso que le podría poner una bandera pirata, comprar un perico para mi hombro y ¡hala!, a surcar el Caribe en busca de damiselas a quienes secuestrar para que les dé un síndrome de Estocolmo que te cagas y ya nunca más quieran separarse de mí.
Y encima no tengo trabajo pendiente. Señoras, señores, ¡ESTO ES VIDA!
En cayo Carenero, el día de san Moisés, por la tarde.
Mus
Me refiero a que no es lo mismo ver un pescadito escueto que ver un mero gordote metido en su cueva. No es lo mismo ver un centollo descomunal con pinzotas de grua portuaria que enfrentarse a un camarón exiguo. Tampoco es igual una morena verde del tamaño de un cañón de tanque que contemplar un pepino de mar.
Dicho lo cual, se disfruta (mucho) con todo. Hoy tuve un día afortunado porque pude deleitarme con las burbujas que emanaban rítmica y pausadamente de mi regulador y con la visión de un gran número de bichos interesantes, tanto grandes como pequeños. En especial me gustaron, como de costumbre, las cosas comestibles: langostas, centollos, meros y cabrillas, algún que otro pargo de buen tamaño. Soy un tragón y eso se nota al bucear.
También me gustaron los peces sapo, que nunca había visto antes en el mar y hoy los vi en gran cantidad. En el plato los he visto mucho porque en España es muy común llamarlos rapes, denominación que da lugar a una traducción graciosa (acaso apócrifa, pero graciosa de todos modos) en los menús playeros, la del rape a la marinera, que algunas acémilas parecen traducir como "rape sailor's style" que viene a decir "violación al estilo marinero". Por cierto que los rapes (monk fish en inglés) son más feos que su puta madre, lo que se puede saber con solo ir al mercado si uno tiene la suerte de que lo vendan y lo presenten con cabeza. En el mar asustan un poco.
Pero dejémonos de violaciones y fealdades. Decía que resulta fascinante desde cualquier punto de vista quedarse cinco minutos en el fondo del mar, escudriñando cada rincón de una roca coralífera llena de cosas: almejas y ostras, camaroncitos de larguísimos bigotes, micropeces que pululan esperando a crecer, los corales y sus detalles a ojo cercano... Es todo maravilloso, de lo más fabuloso que ofrece la naturaleza, y hoy me ayudó a no echar tanto de menos mi época preferida del campo español, la berrea de mis ciervos manchegos, que ya estará principiando. Se pone uno muy verraco oyendo bramar a los venados. Pero mucho, ¿eh?
Como colofón, Ricardo, el de la escuela de buceo, parece que está por la labor de alquilarme su velero. Es muy chiquito, no creo que tenga más de seis metros, pero creo que será un buen comienzo. Si se anima a darme un buen precio, me lo quedaré lo que queda de mes. He pensado incluso que le podría poner una bandera pirata, comprar un perico para mi hombro y ¡hala!, a surcar el Caribe en busca de damiselas a quienes secuestrar para que les dé un síndrome de Estocolmo que te cagas y ya nunca más quieran separarse de mí.
Y encima no tengo trabajo pendiente. Señoras, señores, ¡ESTO ES VIDA!
En cayo Carenero, el día de san Moisés, por la tarde.
Mus
5 Comments:
Y encima, y encima y encima. Esto es dar en los morros querido.
Disfruta, mientras los demás babeamos a costa de meros, reguladores y esloras pequeñitas. mgmrmrrrmggg
Lo que yo decia señor patatalo...shocoshop,shocoshop.
Shaluditos a los rapeses y a las centollas. Y ¡Ah¡ los que braman estan haciendo la ola.
:-p
¡Esquesquesque!
Hala, ya me llegó trabajo, para que sufran menos. :(
Señor Mus: vengo rebotada (no enfadada, eh: dando un bote) del blog de la Mujer Tirita, familiarmente llamada Tiri por aquellos que, supongo, tienen con ella esas familiaridades (ya me estoy liando), y leo con sumo gusto lo de que el tamaño sí importa.
La traducción del rape violador-marinero violado-no sé cómo era (sorry, es muy tarde: tendría que repasar mis apuntes) está genial :)
Si no tiene nada que hacer (hombre, sí, ya sé) pásese por el mio blog, que tengo una entradilla que viene a cuenta de pescados, meros, tamaños y esas cosas, e igual le cae en gracia:
http://jurequenoloharia.blogspot.com/2008/09/conozca-pancho-el-cambio-climtico-es-lo.html
Que me ha gustao mucho su blog, sí señor.
Me encanta el rape, aunque feo, lo que se dice feo, lo es hasta cortar la respiración.
...Pero con ellos ocurre como con algunos hombres: ¡son tan sabrosos!...
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