10 octubre 2006

La maldad

Hoy he sido testigo de una de esas cosas que dejan elado (así, sin hache, de puro frío) a cualquiera. Al menos a cualquiera que se llame Mus y escriba esta bitácora.

Mi vecino está de albañiles y me invitó a compartir la comida con ellos. Estábamos ponderando la calidad de unos frijoles de la olla que había traído el chalán que ayuda a su maestro albañil , y nos comentaba el mencionado chalán que los había preparado su esposa. Sin saber muy bien a cuento de qué, ha sacado a la conversación el problema de su cuñada, la hermana de la cocinera de los frijoles, una mujer de unos cincuenta años que tiene graves problemas de salud: están en vías de amputarle una pierna (por una gangrena según he podido colegir) y también tiene signos de necrosis en el dedo gordo del otro pie.

Aunque ya me tocó alguna vez en mi natal península oír relatos de pediatras acerca de los amuletos que van cayendo de los pañales y vestidos de los bebés que les llegan a consulta, hoy he escuchado en vivo y en directo lo que creí que no escucharía nunca. Según el cuñado chalán, la etiología del problema de esta señora es que está separada del esposo; más bien, que el esposo se fue con otra. Esto sonaba tan inconexo que le hemos preguntado cómo era eso de que porque la dejara su marido se iba a poner enferma, y nos ha explicado que es por la maldad: ¡la maldad que le ha echado la mujer que está amancebada actualmente con su esposo!

O sea: el mal de ojo. ¡Cágate, lorito! ¿Cómo pueden aún pervivir este tipo de creencias? O, si uno quiere ser autocrítico, ¿cómo puedo ser tan pendejo como para no creer en ellas con lo evidentes que son? La verdad es que ya me quedé tan alucinado que me ahorré el porrito posprandial.

Entre tanto, lo más probable es que la pobre señora lleve años de diabetes sin tratar o alguna enfermedad vascular que nadie ha tenido a bien decirle, y está a punto de quedarse sin piernas y, probablemente, sin vida poco tiempo después. Los problemas que pueda tener un minusválido grave en el primer mundo no se arriman siquiera a los que esperan a esta señora en su pueblito semiselvático, aparte de la evolución de su enfermedad que, si lleva tantos años sin atenderse como para haber llegado a esta situación, es improbable que vaya a detenerse ahora, así, de bóbilis. Peor aún: ya me pregunto yo quién se va a hacer cargo de los gastos médicos, porque se me hace que aunque la operen gratis nadie va a darle material de cura y atención posquirúrgica también gratis. Eso si le queda lana después de las limpias y contramedidas mágicas que esté pidiendo por su parte.

En fin, ¿cómo podría de todos modos pensar siquiera en atención médica si en su entorno (y probablemente ella la primera) están convencidos de que es la maldad que le envía quien ya se fue con su esposo? ¿Cómo podría la medicina convencional oponerse a la maldad?

La maldad, joder, ¡la maldad! Manda huevos, cuánta iniquidad.

Y mientras, yo aquí, escribiendo con una computadora portátil conectada por vía inalámbrica y contándole esto a la Humanidad (excelentemente representada por los cuatro felinos que me leen, algunos de ellos desde un pijama).

En la península de Yucatán, el día de santo Tomás de Villanueva (obispo), por la tarde.

Mus

4 Comments:

Anonymous Anónimo manifestó al respecto que...

Miauuuu Mus.

La maldad, la inquinidad, la ignorancia, y mira hermano que no es propia del medio rural, yo tambien he visto cosas, desde albañiles explicando seriamente que las estrellas son agujeros en el manto de la noche, hasta doctores en Ingenieria que se "curan" homepaticamente y se jactan de nunca haber vancunado a sus hijos, la pinche ingorancia Mus.

10/10/06 11:01 p.m.  
Anonymous Anónimo manifestó al respecto que...

Ah, por supuesto que no es propia (en el sentido de exclusiva) del medio rural. De hecho, no hay más que ver la de adivinadores y echacartas que hay en las ciudades. :D

Ayer por la noche lo comenté con mi vecino y me explicó que muchísima gente en el pueblo cree estas cosas. También me comentó el método que usa cierto chamán para conjurar el caso contrario, es decir, la maldad que aqueja a un hombre al que abandona su esposa, y la verdad es que cuando menos es gracioso, porque consiste en poner la cola sobre unas ramas de árbol infestadas de hormigas rojas. Supongo que se irá el mal de ojo y vendrá el dolor de ojete... ¡qué invento!

11/10/06 7:13 a.m.  
Blogger Jack Maybrick manifestó al respecto que...

Por alguna extraña circunstancia esto me recuerda una historia. (A estas alturas del partido deberían saber que a mí, cuando algo no me recuerda una historia, me recuerda un chiste, pero en este caso me recordó una historia).
Era yo un triste profesor de Laboratorio de Circuitos Eléctricos I cuando uno de mis compañeros profesores entró al aula literalmente arrastrando los pies y con cara de perrito regañado, mientras yo terminaba de deshacer el desmadre que habían hecho los alumnos de la clase anterior. Venía del hospital, donde el jefe de pediatría lo había regañado de fea manera, tanta que no puedo repetirla aquí por atentar contra la moral y las buenas costumbres.
Resulta ser que la primer hija primogénita (fíjense qué suprema casualidad) de mi compañero y su señora esposa se había enfermado, y la habían llevado primero con un yerbero, luego con un curandero, luego con un homeópata y finalmente a urgencias del IMSS, pero no antes de que la niña mutara su sonrosado color natural por una preciosa combinación de azul y verde con pintas amarillas y rojas. La niña traía un cuadro de infecciones y enfermedades tan grande que parecían dos, y el médico doctor galeno centró su regaño en los siguientes motivos: a) que si hubieran vacunado a la pequeña como lo decía la cartilla de vacunación, no se hubiera enfermado, y 2) que si en vez de perder el tiempo con charlatanes hubieran ido directo con el pediatra, la niña no hubiera tenido que ser internada.
¡Y mi compañero unos días antes se quejaba amargamente que los médicos eran unos idiotas y que las vacunas sólo servían para enfermar a los niños!

Qué ironía...

14/10/06 11:14 p.m.  
Anonymous Anónimo manifestó al respecto que...

Uy, lo de que las vacunas enferman es algo muy difundido, no creas. Vamos, aun es frecuente ver grupos de padres que se oponen a las vacunaciones con ese tipo de motivos.

Recientemente, la aparición de una vacuna contra los virus del papiloma humano que causan el cáncer de cérvix ha ampliado la gama de excusas. Como esta vacuna debe aplicarse a las niñas, antes de que se conviertan en muchachas y comience su danza sexual, hay ya quien dice que es una vacuna que promueve la promiscuidad. ¡Toma ya!

16/10/06 5:02 p.m.  

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