Bajo la piel
Tirado en la cama, haciendo esa actividad solitaria (a veces grupal) que tanto me gusta: nada. Agarro mi guitarra e intento sacarle las notas a Under my skin, la canción de Sinatra que tanto me gusta desde que la oyera cantada por Gabino Diego en Los peores años de nuestra vida, una deliciosa comedia sobre el amor juvenil.
El título refleja la somatización del amor, y por ende ayuda a describir lo que tan difícil es de explicar: el amor mismo. Suele ubicarse al amor en el corazón, y es cierto que la congoja amorosa provoca palpitaciones, pero creo que con más tino debe describirse el enamoramiento como una sensación subcutánea: ese escalofrío, ese horripilamiento, ese estremecimiento pancorporal que provoca la visión de la persona amada, y aun el mero pensamiento en ella, su recuerdo. La piel es nuestro órgano táctil, un órgano de cerca de dos metros cuadrados capaz de distinguir pequeñísimos cambios de presión, calor o frío, dolor o cosquilleo... El sitio perfecto para cobijar el amor.
-Tú, ¿donde sientes el amor?
-Yo en la panza.
-Ah, pues no está mal.
-¿Y tú?
-Yo bajo la piel.
-Uy, la piel, ¡mucho mejor, dónde va a parar!
El corazón está demasiado ocupado; el hígado es un lugar lleno de venenos y vertidos industriales del organismo; los riñones quedan a desmano y la verdad es que ubicar al amor en una de las depuradoras del cuerpo queda poco romántico y debe desecharse por tal; el estómago es un lugar poco cómodo por su acidez, aunque puede ser el lugar ideal para el amor corrosivo, y cualquier espacio digestivo que vaya más allá del píloro creo que puede catalogarse como espacio pastosito -cuando no de plano fecal-, y la verdad es que tanta bacteria, materia y arteria resulta poco apropiada para la re amorosa; poner al amor en los genitales es de máxima estupidez, como lo sería ponerlo en los sesos (¿qué tiene que ver el amor con el cerebro?).
La piel es sin duda el lugar bajo el cual el amor tiene sus reales: terso a veces, rugoso otras, renovándose a diario como los hace el buen amor, con su dosis de lubricante natural, con sus granos, lunares, pelos e imperfecciones, con sus arrugas que denotan los otoños de la pasión, que a casi todos nos llegan. Llegado tal otoño, la piel puede estirarse y hacer así que el amor que se aloja cabe ella busque nuevas posibilidades, nuevos reacomodos, o incluso que salga por la incisión y deje paso a un nuevo amor, con sus nuevas descargas simpáticas en una piel siempre virgen a la novedad.
Vengo desde hace un tiempo sintiendo al amor bajo la piel. La cuestión es qué voy a hacer ahora, aparte de tocar la guitarra.
En la península de Yucatán, el día de santa Mónica, a media tarde.
Mus
2 Comments:
I´ve got you under my skin...
Sí señor, una de mis preferidas. Se liga un montón con ella, mi querido Mus. Claro a personas que saben inglés para entender la letra :)
Tú que conoces todos los trucos del amor y que tienes la mágica varita y el espejo adivinador, dime, sensual Milena: ¿tendrá más éxito que un hombre te susurre al oído 'ayer me masturbé pensando en ti' o 'te tengo metida en la piel'?
Por sacarme este paro permanente en el que mis gitanales se hallan, estaría dispuesto a probar cualquiera de las dos estrategias, ¡incluso si ninguna es cierta!
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