02 septiembre 2006

Tu hermana es puta

Como no me gusta hablar de política, hablaré de mamadas.

Hay una situación que me tiene fascinado. Esta fascinación es una mezcla de incomprensión absoluta acerca del sistema de (dizque) funcionamiento de algunos cerebros y de cierto grado de hastío, y aun de enojo, por la falta de respuestas contundentes --me refiero exclusivamente al punto de vista dialéctico, claro.

Básicamente, unos fulanos han lanzado gratis la famosa acusación: tu hermana es puta. Y, todos a coro, lo que parecen ser unos cuantos millones de personas se han sumado al grito: "¡Tu hermana es puta!". El hermano al que dirigen sus exabruptos (que precisamente no es una sola persona, sino precisamente el resto de todos los habitantes del lugar, o sea bastantes millones) se refugian en sus casas, callan o emiten tímidos mensajes en los que niegan la meretricidad de su sangre.

De veras que no puedo comprenderlo. Si alguien dice que mi hermana es puta, tendrá que decir por qué afirma algo tan grave, ¿no? Digo yo que tendrá que presentar facturas, clientes, o las fotos en las que aparezca en tanga y sostén, cobrando. Siempre hay videos para todo lo que sea meterse lana a los bolsillos, o al menos de eso hemos tenido bastante en los últimos tiempos. No basta con decir que la hermana coge, porque coger cogemos todos (lo digo por referencias, porque a mí no se me da el caso, vaya podió). Bueno, pues no: a base de repetir, sin salirse lo más mínimo del guión, que la hermana es puta, parece que se está perpetuando la especie de que sí, que en efecto parece que es puta, y que convendría a la familia explicar por qué no lo es. ¡Joder con la carga de la prueba!

No contentos con eso, hay quien desde fuera apoya la idea, cómodamente acuñada a posteriori, de que hubiera sido mejor que, ante la acusación de ramería lanzada, se hubiera agarrado a la hermana y se la hubiera sometido a un escrutinio completo, pelo por pelo y célula por célula, para descartar o confirmar la acusación, para que todo el mundo se quedara tranquilo tras la exploración. O sea, que a partir de ahora, cuando a uno no se la chupen como desee, bastará con salir a gritar: "puta, puta" y, ¡hala!, que la acusada se despatarre y demuestre su honestidad bajo el escrutinio de millones de ojos extraños.

Uno sale en un papel a decir que le parece lamentable la actitud de unos individuos secuestradores del funcionamiento de un estamento oficial (afirmación que está basada en hechos del dominio público que no requiere mayor demostración), y el otro sin sonrojarse lo más mínimo le contesta algo así como: "Más te valdría aplicarte el cuento, que tu hermana es una puta". Elaborada respuesta, que me recuerda a esas discusiones escolares:

-¡Tonto, que eres tonto!
-Y tú más.
-Y tú mucho más.
-Y tú mil veces más.
-Y tú un millón de veces.
-¡Y tú infinito!

En realidad, la hermana no es puta y nadie ha conseguido explicar por qué podría siquiera arrimarse a un comportamiento de puta. La hermana se limitó a ir a mamársela a Mengano porque pensó que Mengano le daría más gustirrinín cuando llegara el momento. Claro, para entonces, a Fulano el protestón le habían asegurado muchos chismosos ajenos a la dama que ésta se la chuparía con entusiasmo y singular maestría y estaría dándole lengüetazos sublimes durante seis años, así que tenía los calzones a la altura de los tobillos y estaba en disposición del goce y el deleite que tanto ansiaba. Como adolescente desdeñado en la mera fiesta de graduación, ahora exige que, sí o sí, le hagan la mamada que se ganó por tener bajados los pantalones.

Unas hordas obnubiladas ocupan la calle al grito de "puta, puta, puta", mientras los demás callan, aguantan y se quedan en casa mientras llaman puta a su hermana (o a su prima). Supongo que a la gente no le gusta que llamen puta a su hermana, tanto más cuando no se aportan pruebas de ello, así que me pregunto qué harán en el futuro todos los hermanos con estos gritones y acusadores desarmados de argumentos pero cargados de cualidades indudables para la desinformación y la demagogia. Tal parece que mientras unos estudiaban Filosofía y Derecho, o simplemente observaban su alrededor y aplicaban el sentido común, otros en sus carreras universitarias estudiaban a Goebbels mientras les aprobaban sin examen las materias de Necedad y Acemilia por su evidentemente excelso desempeño.

Fascinante, el grado de insensatez es fascinante... Alguien dirá: "¿quién habla de sensatez en estos temas?". Bueno, pues quien quiera --y le dé el magín, claro, pero no es tan difícil.

En la península de Yucatán, el día de los santos Agrícola, Cástor, Maine, Próspero (obispos), por la tarde.

Mus

2 Comments:

Anonymous Anónimo manifestó al respecto que...

Total, que la pobre mujer ni era puta ni era nada y sin embargo tiene que aguantar a los energumenos, no?
Seguro que estas hablando de sexo, joven (e intrepido) mus?

11/9/06 7:30 a.m.  
Anonymous Anónimo manifestó al respecto que...

Vale, algun dia aprendere a poner mi nombre bien.

11/9/06 7:30 a.m.  

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