19 octubre 2006

Enfermedades, estulticia y paternalismo

Hará unas semanas que me habló una amiga a quien adoro, con la mala noticia de que un familiar suyo, a quien ella a su vez adora, había dado positivo en la prueba de VIH. El muchacho se hizo la prueba después de haber tenido candidiasis oral de repetición, infecciones respiratorias que no se curaban bien, síndrome constitucional y quién sabe qué otras cosas que se callara por no alarmar a los demás y no alarmarse él mismo. Abreviando: tiene sida.

Alarmado por la dudosa calidad del sistema de seguro social encargado de su atención, me ofrecí a facilitar su acceso a un centro puntero en investigación y tratamiento del sida, cosa que se resolvió con bastante rapidez. La única preocupación parecía ser que su pareja se negaba a ir a recoger los resultados de la prueba que se había hecho al conocer la seropositividad del primero. Aunque este tipo de reacciones resultan comprensibles por humanas, no dejan de ser al mismo tiempo una soberana idiotez, como tantos otros comportamientos humanos. Espero que pasado un tiempo se haga a la idea de la situación y vaya a recoger los resultados.

Por lo demás, todo parecía ir razonablemente bien: el enfermo recibió los envases de un tratamiento antirretroviral algo incómodo pero de reconocida eficacia, y de estrambote unos bactrimes para prevenir la neumocistosis. Resultó que además tenía un sarcoma de Kaposi, lo cual no es raro teniendo en cuenta su muy avanzado estado de infección, pero aun así cabía esperar que pudiera ir resolviéndose todo conforme se inhibiera la reproducción viral.

Sin embargo, a pesar de las repetidas advertencias de que debía tomarse todos los medicamentos exactamente según lo indicado, el comienzo no puede ser más desalentador, ya que me cuentan que no se los está tomando bien. Nada bien. Uno podría pensar que quizá es que no ha comprendido del todo el esquema, al fin y al cabo debe tomar muchas pastillas al día, de nada menos que 5 medicamentos diferentes, y se necesita cierto ajuste mental y hasta espiritual para ello. Pero no, ése quizá no sea el caso.

La desgracia que tiene esta persona es tener un familiar que le ha pedido que aguante otros 2 meses sin tomarse el tratamiento ¡porque le va a aplicar unos imanes! Y claro, según esta curatriz chiquilicuatre no pueden ser ambas terapias, o dizque terapias según la definición de cada cual. Escuchar estas cosas me pone de mal humor, pero cuando además me tocan de cerca (y me han llegado a tocar mucho más de cerca que el caso que aquí refiero) lo único que me pasa es que me pongo de una mala hostia que solo quisiera agarrar al curandero de turno y romperle las piernas.

Esta hipérbole, porque lo de romperle las piernas a nadie es una hipérbole aprovechando que esto es un trópico y se supone que debo hablar de tropos aunque nomás sea de vez en cuando, me lleva siempre a preguntarme si es que la estulticia más arraigada llena el mundo o se trata de que soy un estúpido paternalista incapaz de respetar las decisiones que la gente toma sobre su propia salud, por muy equivocadas que estén (o que yo crea que están). Sea estulticia de él o paternalismo mío, si no se toma el chocho, y tal como le han dicho, lo más probable es que no disfrute de las jacarandas en flor en la primavera del 2007. Y si hay algo bello en el valle de México son las jacarandas, que llenan de púrpura la ciudad y alfombran de flores deliciosas el paso de los viandantes.

En cuanto a mí, me siento triste y un punto gilipollas. A ver qué pasa, porque visto lo visto habrá que adoptar una «actitud expectante», como dicen los matasanos. Lo fascinante del caso es comprobar cómo en el mundo se debate por que todos los miles de personas que padecen sida en África reciban tratamiento y los que tienen la fortuna de disponer del tratamiento se dediquen a dejarlo de lado y ponerse imanes... Debo de estar haciéndome mayor, porque ése es exactamente el mismo argumento que usaba mi madre (y la de todos, creo) cuando no comía: «come porque hay niños que pasan hambre».

En la península de Yucatán, estrenando (literalmente) el día de san Honorio, abad.

Mus

6 Comments:

Blogger Nonatzin manifestó al respecto que...

Hola Mus,
sucede algo fascinante en la mente de las personas a las que se les detecta una enfermedad mortal: se vuelven creyentes de lo que sea, pierden la perspectiva de la realidad. A veces, eso mismo los salva (existen casos de gente que se ha curado repentinamente, sin explicaci'on aparente). Es el aferrarse a lo que sea con tal de vivir (claro, me puedes decir entonces, porque no aferrarse al medicamento). Tiene que ver con culpas y castigos. Hice esto, entonces me merezco aquello, asi que mejor me acerco a lo espiritual...
Y si hay una culpa definitivamente es el rollo religioso y la falta de informaci'on en el sistema educativo.
Comparto tu frustraci'on.

20/10/06 9:57 a.m.  
Anonymous Anónimo manifestó al respecto que...

No veo por qué no romper las piernas al individuo. De tal manera que podrías salvar una vida, suprimir un indeseable de la circulación y deshacer la hipérbole sin mover una coma. ;-)
salud(os) Mus.
Felicia

20/10/06 1:06 p.m.  
Blogger Mus manifestó al respecto que...

Bueno, Felicia, es que, como solemos decir en mi tierra, "no tengo ni media hostia". Vamos, que el día que se me ocurra agredir a alguien de tamaño, fuerza y arrojo superior a un conejo, llevo todas las de perder. Además, el individuo es chica, y en la escuela nos enseñaron a no maltratar a las chicas, jeje. :D

De todos modos, salvar la vida le compete al titular de la susodicha. Los demás somos meros espectadores y, llegado el caso, sepultureros y plañideros. Quien se arriesga a llenar la tierra de nitrógeno antes de tiempo es él.

20/10/06 1:14 p.m.  
Anonymous Anónimo manifestó al respecto que...

*ay* mejor no comento nada que ya lo hiciste tú bastante bien, Mus querido.

Bueno, no me puedo quedar callada. Yo a veces en el hospital termino recetando (en mi calidad de enfermera, para mas inri) fórmulas potenciadoras para la medicina de patente, pero sólo a pacientes que tienen sus creencias muy arraigadas. Así, por ejemplo, a veces para potenciar una medicina para el dolor de cabeza insisto en que mi paciente (que si no es hipocondriaco va camino a serlo) insisto en que agreguen un par de gotas de óxido de dihidrógeno a un vaso de agua para que se tomen sus pastillas. Y les doy un frasquito con gotero. Hasta el ibuprofeno potenciado así funciona mucho mejor... en especial para los padres, que no son los que se lo tienen que tomar. Los niños a los que se los receto ya saben que el óxido de dihidrógeno no es más que agua, ya que yo misma les enseñé de lo que se trata. Es la única manera en que los papás aceptan seguir el tratamiento.

20/10/06 1:51 p.m.  
Anonymous Anónimo manifestó al respecto que...

He de decirte, que en mi tierra también hacemos uso del, "mas vale maña que fuerza". Que aunque lo difundían en la publicidad del estropajo "ajax", es aplicable a cualquier aspecto en que la necesidad nos lo indique.
Soy chica y no pongo pegas a que un chico me maltrate dentro de un orden. Je,je. También me lo enseñaron, aunque no recuerdo dónde.
Salvar una vida compete al titular, es evidente en este caso. Pero me preocupa lo de la hipérbole...
salud(os) Mus
Felicia

21/10/06 6:38 a.m.  
Anonymous Anónimo manifestó al respecto que...

¡Muy bueno, Cata! En los antros comenzaré a pedir tragos con hidróxido de etano. No sé si potenciará algo, pero con tal de que yo me lo crea... :)

21/10/06 8:15 a.m.  

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