15 abril 2010

Divinas palabras

Delibes me hizo disfrutar con su castellano de campiña.

Por nuestra afición venatoria común comencé a leerlo siendo yo apenas un niño, con Diario de un cazador, La caza de la perdiz roja y sobre todo Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo, título que creo que habrá sido de escasa difusión pero que elegí para hacer un trabajo en el colegio. Recuerdo aún hoy que mi impresión infantil fue, precisamente, que aquel señor tenía unas expresiones peculiares, como del terruño, y así lo hice constar en mi redacción. Mas dejemos estas monsergas, que a nadie interesarán mis trabajos escolares, y lo más probable es que a mí mismo me sonrojarían si aparecieran por algún lado.

El caso es que este hombre, hoy difunto y al que alabé cada una de las sensateces que sobre vivir o morir expresó con claridad en su etapa vital final, me ha hecho disfrutar hoy de un modo difícil de explicar. Al parecer, estuvo en Chile de viaje y al volver, con todo y ser miembro de la RAE, dijo:
"En resumidas cuentas el chileno, como es de ley, habla el castellano y, como es de ley, no se resigna a vivir entre los estrechos límites del diccionario de la lengua."
Yo tampoco me resigno, y cada vez que veo a alguien esgrimir el diccionario de la RAE como elemento normativo del lenguaje se me ponen los pelos como escarpias. Y cuando quienes lo esgrimen así son dizque expertos, me dan unos ataques iconoclastas irremediables que me llevan a pensar que el tal experto o no es experto o es un experto burriciego y cansino, un "hijo de pauta".

En el municipio de Acajutla, el día de san Telmo (confesor) por la noche.

Mus

1 Comments:

Anonymous Anónimo manifestó al respecto que...

Y yo me pregunto ¿habrá diferencias entre los de a-rabo y los de en-taparrabo?

Curiosísima

20/4/10 5:45 a.m.  

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