Y perdió Francia
No me gusta hablar de deportes porque casi todos los que se ven en la tele me parecen aburridos y comerciales, pero ando por las Francias y es difícil no ver el rugby.
El rugby parece complicado, pero es muy sencillo: salen 30 tipos al campo, más los árbitros; éste último pita el inicio del encuentro y a partir de ese momento no hay más que tipos corriendo y dándose tremendos trompicones unos a los otros --pero con un orden muy preciso-- y arreándole soberbias patadas a un balón con la cara de Blas (Beto, en México). ¡Venga el balón para allá, venga para acá, venga a echarlo fuera del campo! Así transcurren cuarenta minutos en los que estos tipos inmensos no paran de correr y golpearse a pelo. Luego salen unos minutos, pocos, y se pasan otros cuarenta minutos de igual tenor. Esto sí es un deporte como es debido, carajo, y no el fútbol dichoso. Y nadie discute jamás lo que dice el árbitro y aunque de vez en cuando dos jugadores se mosquean un poco, es rarísimo ver golpes desleales o peleas verdaderas. Para terminar de redondear su interés extremo, es el único deporte en el que para avanzar hay que echar el balón atrás. Me gusta el rugby, joer.
Como comentario a lo anterior, queda claro que Blas/Beto no era un melón ni un plátano ni un limón. Era un balón de rugby con diseño cromático de inspiración Dick Tracy.
Ayer fui a París a ver el partido de Francia contra Inglaterra. En el paf al que había pensado ir fue imposible verlo porque estaba hasta las trancas, así que me tuve que pasar todo el rato en un restaurante lleno de franchutes que jaleaban a su equipo con ganas tremendas. No consiguieron atravesar la defensa inglesa ni una sola vez, así que terminaron perdiendo. Ahí fue donde vino lo más impresionante. Aunque todo el mundo (excepto un puñadito de ingleses que se habían metido allá como en boca de lobo) era francés y por tanto estaban decepcionados por el resultado y de mal humorcillo, hubo un tremendo reconocimiento a su equpo y el restaurante entero se sumió en un aplauso inmenso y sentido a sus jugadores.
Es muy emocionante ver cómo la gente apoya a su equipo y a mí al menos me da una tremenda envidia esto. La primera vez que vi un anuncio publicitario en las calles de París me di cuenta de las dimensiones del apoyo popular al equipo de rugby francés. Durante el último mundial de fútbol, a la selección española le inventaron una espantosa adaptación de la ingeniosa canción de El Koala. Comparado con esta imagen, aquello era un desastre.
A ver si un día, con algo de suerte, me toca vivir un acontecimiento deportivo en el que toda España agache el espinazo y "empuje" a un equipo español olvidando el chismorreo y la crítica que tan bien se nos da.
En Colombes, el día de santa Teresa de Ávila (virgen y doctora de la Iglesia), una madrugada de insomnio.
Mus
El rugby parece complicado, pero es muy sencillo: salen 30 tipos al campo, más los árbitros; éste último pita el inicio del encuentro y a partir de ese momento no hay más que tipos corriendo y dándose tremendos trompicones unos a los otros --pero con un orden muy preciso-- y arreándole soberbias patadas a un balón con la cara de Blas (Beto, en México). ¡Venga el balón para allá, venga para acá, venga a echarlo fuera del campo! Así transcurren cuarenta minutos en los que estos tipos inmensos no paran de correr y golpearse a pelo. Luego salen unos minutos, pocos, y se pasan otros cuarenta minutos de igual tenor. Esto sí es un deporte como es debido, carajo, y no el fútbol dichoso. Y nadie discute jamás lo que dice el árbitro y aunque de vez en cuando dos jugadores se mosquean un poco, es rarísimo ver golpes desleales o peleas verdaderas. Para terminar de redondear su interés extremo, es el único deporte en el que para avanzar hay que echar el balón atrás. Me gusta el rugby, joer.
Como comentario a lo anterior, queda claro que Blas/Beto no era un melón ni un plátano ni un limón. Era un balón de rugby con diseño cromático de inspiración Dick Tracy.
Ayer fui a París a ver el partido de Francia contra Inglaterra. En el paf al que había pensado ir fue imposible verlo porque estaba hasta las trancas, así que me tuve que pasar todo el rato en un restaurante lleno de franchutes que jaleaban a su equipo con ganas tremendas. No consiguieron atravesar la defensa inglesa ni una sola vez, así que terminaron perdiendo. Ahí fue donde vino lo más impresionante. Aunque todo el mundo (excepto un puñadito de ingleses que se habían metido allá como en boca de lobo) era francés y por tanto estaban decepcionados por el resultado y de mal humorcillo, hubo un tremendo reconocimiento a su equpo y el restaurante entero se sumió en un aplauso inmenso y sentido a sus jugadores.
Es muy emocionante ver cómo la gente apoya a su equipo y a mí al menos me da una tremenda envidia esto. La primera vez que vi un anuncio publicitario en las calles de París me di cuenta de las dimensiones del apoyo popular al equipo de rugby francés. Durante el último mundial de fútbol, a la selección española le inventaron una espantosa adaptación de la ingeniosa canción de El Koala. Comparado con esta imagen, aquello era un desastre.
A ver si un día, con algo de suerte, me toca vivir un acontecimiento deportivo en el que toda España agache el espinazo y "empuje" a un equipo español olvidando el chismorreo y la crítica que tan bien se nos da.
En Colombes, el día de santa Teresa de Ávila (virgen y doctora de la Iglesia), una madrugada de insomnio.
Mus
1 Comments:
ahshhhfbhhsfhhhbjjsjhh (babeando) confiesoo que a miiishfhh mekjkfjbbs gustaa mirarksjdkf lossbffjjj tiarroneskjkjfk del beisbolskjkjkv..ajjsfhhhb. Nabbsksjfbb quebsfsfd verbbfkjsk conskjf labshhhkj tonteriasdfah delbbjjsj futbolskjkbb
beshitoss ;-p
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