Metrosexualidad y sintaxis
No es que tengan nada que ver, creo, pero me gustan las equis y pensé que quedaría lindo el título. Después de 2 meses y 1 día, retomo la escritura en esta desierta bitácora para decir que se confirma: soy metrosexual.
Cierto es que soy un metrosexual un tanto atípico. Si fuera un dato en lugar de un metrosexual, sería un outlier. Entonces, ¿qué me hace metrosexual? Pues es sencillo: ayer me depilé las orejas con cera, y el otro día una amiga me prestó un artilugio para podar los pelos de la nariz (los de dentro, que los de fuera me los arranco a mano). ¿O eso no cuenta? Espero que cuente, porque si no no sé dónde voy a parar, y como muestra está el ejemplo de mi amiga, la que me prestó la cera y me hizo la depilación, que en cuantico terminó la tarea se fue porque había quedado con un tipo superguay que le debe de echar unos polvos que ni Sansón a Dalila. Si no, no me lo explico, porque mis orejas se quedaron muy lindas, así calvas.
¿Y por qué soy un metrosexual atípico? Pues fácil: ayer me sentía con la metrosexualidad a flor de piel, y fui a hacer lo que hacemos todos los metrosexuales: comprar ropa. La diferencia está en que en lugar de ir a Moschino y comprar unos calcetines de 70 euros y dos camisas de supermuaré de 250 euros la pieza, yo me metí al Monoprix (una cadena de supermercados de acá de Francia) y además de comprar salchichón me pasé por la parte de la ropa y me compré unas cinco o seis camisetas y camisas por un total de 70 euros, e incluso me dejé sin comprar una chaquetilla muy apañá porque costaba la friolera de 35 euros. Eso me convierte en un outlier como metrosexual y en un outlawed como pareja de cualquier chica normal. Y no será que no me esfuerzo, no... ¡Si incluso llevo casi dos meses sin afeitarme para conseguir tener una barba de tres días! Qué difícil es la vida del outlier. Suspiro. El caso es que cuando mi amiga llegó de ver a su galán, traía una sonrisa en la boca de esas que duelen (la sonrisa, no su boca) y a pesar de mis requerimientos se puso el pijama, se hizo un ovillo y comenzó a roncar, haciendo caso omiso de todo mi moderno aspecto y mis fuerzas felinas para el coito y el resto de los actos amorosos. Quizá por ello, soñé con un libro de síntesis orgánica: apasionante.
Eso en cuanto a mi vida sentimental. En cuanto a la sintaxis, decía yo la última vez que escribía, que hablaría de sintaxis. No tengo grandes ganas de hablar, y menos de escribir, pero digamos que me sorprende la frecuencia con que nos quejamos de las palabras nuevas, los anglicismos sobre todo, y lo poco que nos fijamos en cómo construimos las frases la práctica totalidad de los habitantes del planeta.
Entra aquí el concepto de hipérbaton, que es una figura retórica que consiste en cambiar el orden más habitual de las palabras de una frase. Los ejemplos clásicos de hipérbaton en la literatura nos los enseñaban en la escuela, con aquellas églogas ininteligibles de Garcilaso y aquellos poemas de Góngora que no entendía ni el mondesvol. Por cierto, que no ha mucho pasé por el sepulcro de Góngora, en la catedrál de Córdoba, que por azares de la vida era antes de ser catedral una mezquita colosal.
El caso es que el hipérbaton es muy importante y lo aplicamos todos aun sin saberlo. Veamos una frase normal y corriente, hasta insulsa:
Quién iba a decir que un hipérbaton, palabreja tan fea y críptica, sería algo útil para transmitir sensaciones.
En Colombes, el día de Ntra. S.ª de las Viñas (patrona de los viñadores), por la tarde.
Mus
P. D. Decimos que tenemos un outlier cuando tenemos un dato que no concuerda con el resto de los resultados cabales. Digamos que es un dato sospechoso de ser erróneo, producto de un error o de la presencia de algo anormal.
P. P. D. Mañana empiezan las ferias de mi pueblo. No iré porque tengo que aprender francés y contemplar la posibilidad de depilarme las cejas, a ver si mejora mi frecuencia de ayuntamiento.
Cierto es que soy un metrosexual un tanto atípico. Si fuera un dato en lugar de un metrosexual, sería un outlier. Entonces, ¿qué me hace metrosexual? Pues es sencillo: ayer me depilé las orejas con cera, y el otro día una amiga me prestó un artilugio para podar los pelos de la nariz (los de dentro, que los de fuera me los arranco a mano). ¿O eso no cuenta? Espero que cuente, porque si no no sé dónde voy a parar, y como muestra está el ejemplo de mi amiga, la que me prestó la cera y me hizo la depilación, que en cuantico terminó la tarea se fue porque había quedado con un tipo superguay que le debe de echar unos polvos que ni Sansón a Dalila. Si no, no me lo explico, porque mis orejas se quedaron muy lindas, así calvas.
¿Y por qué soy un metrosexual atípico? Pues fácil: ayer me sentía con la metrosexualidad a flor de piel, y fui a hacer lo que hacemos todos los metrosexuales: comprar ropa. La diferencia está en que en lugar de ir a Moschino y comprar unos calcetines de 70 euros y dos camisas de supermuaré de 250 euros la pieza, yo me metí al Monoprix (una cadena de supermercados de acá de Francia) y además de comprar salchichón me pasé por la parte de la ropa y me compré unas cinco o seis camisetas y camisas por un total de 70 euros, e incluso me dejé sin comprar una chaquetilla muy apañá porque costaba la friolera de 35 euros. Eso me convierte en un outlier como metrosexual y en un outlawed como pareja de cualquier chica normal. Y no será que no me esfuerzo, no... ¡Si incluso llevo casi dos meses sin afeitarme para conseguir tener una barba de tres días! Qué difícil es la vida del outlier. Suspiro. El caso es que cuando mi amiga llegó de ver a su galán, traía una sonrisa en la boca de esas que duelen (la sonrisa, no su boca) y a pesar de mis requerimientos se puso el pijama, se hizo un ovillo y comenzó a roncar, haciendo caso omiso de todo mi moderno aspecto y mis fuerzas felinas para el coito y el resto de los actos amorosos. Quizá por ello, soñé con un libro de síntesis orgánica: apasionante.
Eso en cuanto a mi vida sentimental. En cuanto a la sintaxis, decía yo la última vez que escribía, que hablaría de sintaxis. No tengo grandes ganas de hablar, y menos de escribir, pero digamos que me sorprende la frecuencia con que nos quejamos de las palabras nuevas, los anglicismos sobre todo, y lo poco que nos fijamos en cómo construimos las frases la práctica totalidad de los habitantes del planeta.
Entra aquí el concepto de hipérbaton, que es una figura retórica que consiste en cambiar el orden más habitual de las palabras de una frase. Los ejemplos clásicos de hipérbaton en la literatura nos los enseñaban en la escuela, con aquellas églogas ininteligibles de Garcilaso y aquellos poemas de Góngora que no entendía ni el mondesvol. Por cierto, que no ha mucho pasé por el sepulcro de Góngora, en la catedrál de Córdoba, que por azares de la vida era antes de ser catedral una mezquita colosal.
El caso es que el hipérbaton es muy importante y lo aplicamos todos aun sin saberlo. Veamos una frase normal y corriente, hasta insulsa:
- Tendrás que venir si quieres saberlo
- Si quieres saberlo, tendrás que venir
- Si saberlo quieres, tendrás que venir
- Que venir tendrás si quieres saberlo
- Tendrás que venir si saberlo quieres
- Etc. que ya me aburro
Quién iba a decir que un hipérbaton, palabreja tan fea y críptica, sería algo útil para transmitir sensaciones.
En Colombes, el día de Ntra. S.ª de las Viñas (patrona de los viñadores), por la tarde.
Mus
P. D. Decimos que tenemos un outlier cuando tenemos un dato que no concuerda con el resto de los resultados cabales. Digamos que es un dato sospechoso de ser erróneo, producto de un error o de la presencia de algo anormal.
P. P. D. Mañana empiezan las ferias de mi pueblo. No iré porque tengo que aprender francés y contemplar la posibilidad de depilarme las cejas, a ver si mejora mi frecuencia de ayuntamiento.
11 Comments:
¡Volviste a escribir, Mus querido! Ya empezaba a abandonar toda esperanza cuando vi que dejarte recados en mi blog, y apenas hoy me pude meter a ver si ya tenías algo nuevo. Me encanta cómo escribes, eres menos rebuscado que V pero también tienes estilo "barrococó" para escribir.
Te mando un beso y un abrazo, y espero que nunca seas tan metrosexual como para tener más cremas para la cara que tu pareja.
¡Nos vemos! (¿he dicho ya que hace frío?)
Gracias por tus amables palabras, bella dama.
El problema mío es que nací flojo, y luego luego me despisto con otros quehaceres: en el caso que nos ocupa, creo que el despiste se debe a los continuos viajes y comilonas que me vengo dando desde que llegué a Europa. Creo que ahora sí empezaré a engordar como si fuera una persona decente. :( ¿Hay cremas para eso? :D
Hombre aparecio, ya era hora.
Ya era hora hombre, de que aparecieras.
Aparecio el hombre, ya era hora.
jejeje...aprendia la lección?
mmm..por cierto, las ostras engordan? No será que te tas poniendo jamón a base de tanto croasan?
Juer, ten cuidaito...primero los pelos de la nariz, después van las orejas y por último...aysssssss, eso te va a doler.
Beshitos dulce caballero
Pues muchas gracias, gentil dama, no intentaba darle lecciones, y menos que nadie a usted que tanto nos hace disfrutar a los demás. Le propongo sin embargo que medite si las tres opciones que cita, y otras que se le ocurran, significan para usted exactamente lo mismo.
Los cruasanes los cato poco: es que las ostras no dejan espacio suficiente más que para el jamón de patanel. :D
En cuanto a los pelos... todos duelen, querida, todos duelen, pero más vale que duelan un poco a que provoquen una asfixia a alguien bienintencionado, ¿no cree usté? :p
emmm...Hace unos días me contaron una experiencia del tipo "ojun". Se trataba de una pareja que buscaba la compañia de una tercera persona para sus juegitos sexuales.
Una de ellas llamemosla M tenia un pearcing en la lengua.
La otra señorita llamemosla S llevaba un pearcing tipo arete en el shoshete (ma quedao en rima, jatetú).
La cosa fue, que M se dirigio con su lengua y su pircing a saborear disho shoshetillo. Según contaban, aquello no debio de podarse nunca, o pocas veces, ya que M no vio el arete de S, con la mala suerte que se quedo enganchada y ni pá´lante ni pa´tras. S estaba muy contenta y ni cuenta se daba.
Menos mal que el marido de M que de momento estaba de mero espectador, al ver como su amantisima esposa casi convulsionava entre las piernas de S tuvo que tirar con fuerza de su cabeza, con la mala fortuna que ambos cayeron de espaldas al suelo, derribaron la mesita de noche y rompieron el cuadro de su boda.
Las primeras palabras de M, cuando pudo recobrar el aliento fueron
" Guaarraaaaa pa la proximaa vez depilatelo, depilatelo que me iba ahogar con tantos pelos.. (o algo así)
Después de esta larga experiencia...¿tu crees que pa tanto es la cosa de tus orejas???
beshitoss guapo
No, mis orejitas no son para tanto (aunque no me importaria que un marido tuviera que venir a rescatar a una dama que me estuviera haciendo ver el cielo a mordisquitos auriculares), pero eso de tener pelos como los trolls no es de recibo.
Yo, por mí, todo podado. Igual que en la cocina, donde "el que empana, algo esconde". No sé simesplico.
Tienes tú unas amistades que se lo pasan estupendamente, ¿eh? :D
emm...pues tienes razón...jo, ahora me doy cuenta que la unica que se aburre como una ostra (¿?) soy yo
Snif..
beshitos
Prueba a podarte los pelos. :p
ya...y de paso me pongo un pircing???
;-p
Supongo que te quedaría lindo. Nomás ten cuidado con qué llevan tus parejas en la lengua... :D
babas
jajajaja...vale...vale..ya paaaaaro
beshitos
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