El pino
Ya se sabe lo de tener un hijo, escribir el libro y plantar un árbol.
Yo lo de escribir un libro lo tengo muy crudo porque para eso hay que tener algo que decir; y yo, que navego en la duda a cada idea que pare mi solitaria neurona, no tengo en realidad nada que decir. En un libro, al menos.
Descartada la creación literaria, una posibilidad sería la ontogenia homogenética, palabros tontos que acabo de inventarme para decir aproximadamente "crear un ser que lleve los genes de uno". Esto de tener hijos en mi caso está de lo más imposible, y como no venga Mondesvol y haga un pastamilagro, será una entelequia. Para hacer hijos hay que hacer las cosas que suelen en las pelis porno, y yo me limito a ver tales obras de arte, no a practicar, ni siquiera en plan aficionado, los actos que se ilustran. Bien pensado, y dada la tendencia de los directores de dichas obras cinematográficas a exigir a los actores el derramamiento fuera del vaso germinal, en realidad con las pelis porno no se aprende a tener hijos mucho más de lo que se aprende con El milagro de P. Tinto, a menos claro que uno tenga espermatozoides tan osados que tengan habilidad generacional percutánea y transtisular varia.
En fin, me queda el consuelo botánico, y a ello me dedico con fruición. He plantado muchos árboles en mi vida y siempre es maravilloso ver asomar las primeras hojuelas. Lo mismo da que sea una encina, un alcornoque o un castaño, siempre es reconfortante observar la creación.
Mi último parto fotosintético está siendo un pino piñonero, Pinus pinea. Agarré la semilla, un piñón, en el estacionamiento de un restaurante corso, cerca de Porticcio, a finales de agosto. Cuando llegué a Colombes la planté, junto con dos semillas compañeras, tras no pocos malos pensamientos, concretamente de comérmelas. El domingo vi que el piñón había abierto su cáscara y ya crecía raudo a enterrar su raíz primaria en el vasito de vidrio que usé para la sementera. Y hoy ya está asomando sus primeras acículas, tiernas y de un verde bellísimo.
Ver nacer un árbol es emocionante.
En Colombes, el día de N.ª S.ª de la Merced, por la noche.
Mus
6 Comments:
Pues si alguna vez te entran ganas de saber que es ser "papi" y te quieres quitar el mono y de paso las ganas para toda la vida, solo tienes que venirte en agosto y ayudarme a cuidar a la manada de churumbeles...Siempre te podremos hacer un hueco en los bailes jamoneros y demás fiestorras que se organizan bajo la luz de un peazo de foco verde que tengo en el jardin
:-)
posdata: No siempre hay ilustre proveedor de jamón, aunque el baile de los fideos chinos no está nada mal.
Beshitoss
¿Pero para qué arriesgarme a semenjante aventura? Para calmar mi (escaso) ánimo generador, ya planto árboles. :)
De todos modos, no tendría sentido que yo fuera a ayudarte con la manada de mocosos, por la sencilla razón de que más que una ayuda yo sería uno de ellos y te daría más trabajo. Claro que si hay jamón, quizá puedas ponerme al corte y ya está. Eso de cortar jamón lo hago bastante bien. :)
Y recoger tomates y pimientos???
;-)
Pues mira, no lo sé porque no tengo experiencia, pero la pregunta que me sescurre a botepronto es: ¿de cuántos kilos de tomates y pimientos hablamos?
Porque si es para un rinrán o un pisto, vale; pero si es para la exportación o para el cuartel de la Guardia Civil, pos no.
un rinrán???????????
na hombre, estamos hablando de unas pocas de matas, es que pss..psss...hay una pantera perdia en algún sitio cerca de donde estan el huerto y como se que tienes mano con las arañas pues...eso...
Un rinrán????
Un rinrán, mujer, sí. ¿Qué tiene de raro un rinrán?
Vale, acepto eso de que me lleves al huerto, con la pantera... ;;)
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