28 febrero 2010

El azar

Estoy a punto de partir hacia América. Este viaje comenzará por los Estados Unidos, seguirá por México lindo y terminará en casita, en El Salvador. Tengo muchas ganas de ver a la gente de allá y comprobar cómo le ha ido a Helmintópolis en mi ausencia. También tengo muchas ganas de no hacer nada provechoso y de sentarme a la sombra del cenícero a ver pasar la vida. Quizá a ratos me meta en mi piscina (o alberca o pileta, que también se le dice) para ver pasar la vida desde el agua, imitando a Norma, la científica de la sierra de la Calderina.

Dicho lo cual, estoy triste. Hoy hubo un terremoto pavoroso en Chile. Han muerto muchas, muchísimas personas, y se ha cancelado el Congreso de la Lengua Española que se iba a celebrar en Valparaíso. Si no hubiera sido por mi viaje a los Estados Unidos, habría ido a ese congreso y probablemente habría estado en Santiago durante el sismo, visitando a amistades. Soy un tipo con suerte, pero los muertos ahí están, y la destrucción también.

Espero que no se me caiga ningún avión. Si se cae, prefiero que lo haga sobre el mar, que me gustaría alimentar a alguna barracuda o cachalote o algo lustroso. Polvo al polvo (o al agua, que tanto da).

En fin, no sé qué escribir. Creo que no debiera haber empezado. Me voy.

En Madrid, el día de san Hilario (papa) al amanecer.

Mus