Los calificativos
Otro día me agradaba leer un comentario de noe78, en el que fruncía tantito el ceño ante la clasificación de los besos.
Tenía razón, pero. Siempre hay peros, coño, nunca está uno satisfacido.
Los seres humanos nos pasamos el día clasificando cosas. Incluso noe78 siente la poca idoneidad de hacer clasificaciones de besos pero termina aceptando que hay quien besa mal (ella no, ella lo hace bien, claro, ¡yo lo habría afirmado sin dudarlo!), lo que constituye un juicio, una clasificación: los malos besos dan pie a la existencia de buenos besos, de la misma manera que la existencia de mujeres que andan del brazo de tipos que nunca soy yo me convierte a mí en el tipo que no va del brazo con ellas. Cosas de la exclusión mutua, una especie de principio de Pauli aplicado al perípatos gentil. Yo estoy encuadrado en el grupo de los que no van con damas del brazo, vaya por el Mondesvol. :(
No creo que haya problema alguno en clasificar las cosas, en encuadrarlas. Por ejemplo, a mí no me gustan las coles de bruselas, las considero odiosas y atentatorias contra toda dignidad gastronómica y hasta humana. Eso constituye sin duda una clasificación de las coles de bruselas, pero no significa que yo diga que haya que prohibirlas, aunque estoy a un nanómetro de solicitarlo en el Ministerio de Agricultura, ni que andando el tiempo (aunque lo veo difícil) no se vaya a convertir este s. s. s. q. b. ss. pp. en un brasicófilo de agárrate y no te menees.
Clasificar es útil; nos permite, entre otras cosas, decidir qué queremos hacer o modificar. Lo que hagamos después con nuestras tabulaciones y nuestras morales ya es harina de otro cantar.
Un último ejemplo: yo considero que las chuletillas de cordero están deliciosas. Como así lo tengo por cierto y el domingo me enfrenté a los dos costillares de un cordero entero, a una lumbre que hice a mis manos, a unas parrillas y a unas pizcas de sal, decidí libremente engordar mi dijérase grávida panza con no menos de doscientas ochenta y tres chuletillas. Okay, sí, quizá fueron solo veinte o veinticinco, pero parecieron doscientas ochenta y tres. Es lo que tiene ser mejor que los de al lado a la hora de mondar chuletillas de cordero, o lo que tiene ser más tragaldabas y Pantagruel que ellos.
En consecuencia de todo lo anterior, en el breve espacio de un artículo cualquiera, hete aquí que entre las características de mi persona está:
- No ser acompañante del brazo de las damas
- Ser brasicófobo
- Ser agnochuletófilo
- Ser panzón, tragaldabas y Pantagruel
Y todo ello con carácter crónico, me parece, y encima quién sabe si me huele la boca o beso mal. It ain't me babe, it ain't me you're lookin' for, babe. Y así pasa, que las damas van del brazo de otros.
En Madrid, estrenando el día de san Pío V (papa).
Mus