Hoy me tuve que tragar un espectáculo muy desagradable. En realidad no me lo "tuve" que tragar, pero si uno quiere estar enterado del mundo, ¿qué otra cosa se puede hacer sino leer las noticias?
En un programa de televisión respondían algunos políticos a las preguntas del público, y uno de ellos era Carod Rovira, un independentista catalán de gracia Josep Lluís (creo que en catalán va con acento). Al parecer, un par de personas se dirigieron a él llamándolo José Luis, y él reaccionó con desagrado y les recordó que él no se llama así. En el segmento que yo vi, añadió un par de ejemplos comparativos sobre Shevardnadze (o como se escriba) y alguien más. A fuer de sinceridad, lo de Shevardnadze no venía mucho a cuento porque se trata de una transcripción de otro alfabeto y quién sabe si lo decimos aproximadamente bien, pero creo que es una minucia y que, en definitiva, Carod tenía toda la razón del mundo.
A mí me parece que esas personas se dirigieron a él de esa manera por joderle, así de claro, en muestra de desacuerdo con las posiciones independentistas de este señor. Aunque me disgusta mucho un estilo tan podrido de mostrar desacuerdos políticos (el
ABC y
La Razón siempre fueron especialistas en algo tan bajo), no deja de ser algo medianamente comprensible porque está demostrado que en la dialéctica política apenas hay reglas de cortesía. Es un poco como las bromas que se hacen sobre Bush y el significado de su apellido, y aunque no me guste no tengo más que decir.
Lo increíble, sin embargo, es el provincianismo inenarrable que demostró la señora, de Valladolid si no lo entendí mal, cuando --tras recibir la reconvención de Carod por el asunto de su nombre-- se iba a sentar y masculló algo así como "pero es que yo no tengo ningún interés en aprender catalán".
Esto me pareció tremendo. Al usar el nombre de una persona no se aprende un idioma, ni hace falta aprender catalán para decir con una corrección razonable "Josep Lluís", del mismo modo que no hace falta saber inglés para decir George Bush o John Wayne. ¡Ni que hubiera que aprender alemán para decir "Hans" o francés para decir "Marie"! A quienes, por desconocimiento, dicen nombres extranjeros pronunciándolos mal, se les debe apreciar el esfuercito y reconocer que, si no saben, tampoco es grave. Pero que alguien se niegue a decir "Josep Lluís" bajo el pretexto de no saber o no querer aprender catalán me parece inconcebible.
Quizá a esta señora se le case en el futuro un hijo con una señorita de nombre maya y se tenga que aprender un par de consonantes glotalizadas para poder llamar a su nuera con aproximación decente.
Entre las reclamaciones de unos, las bombas de otros y los tomates mediáticos de buena parte, mi país me tiene cada día más frito.
En Colombes, el día de san Ignacio de Antioquía (obispo y mártir), por la tarde.
Mus